Pedro G. Cuartango

El revisionismo en las redes

El revisionismo en las redes
Pedro G. Cuartango (EL MUNDO). PD

Este 18 de noviembre de 2016 por la tarde circulaba un vídeo en las redes con unas declaraciones de Adolfo Suárez en 1995 en las que revelaba que él había evitado un referéndum entre monarquía o república en 1976 cuando se aprobó la Ley de Reforma Política, que luego se legitimó en una consulta celebrada en diciembre de ese año.

Algunas personas acusaban a los periodistas de haber falseado la historia y de haber ocultado ese hecho relevante que pudo haber cambiado el desenlace de la Transición. Incluso una cadena de televisión organizó un programa para debatir sobre esta hipótesis.

Pues bien, y dicho con todo respeto, las palabras de Suárez fueron pronunciadas cuando la enfermedad ya había hecho estragos en su cabeza. Lo que dice ni se ajusta a la verdad ni al sentido común. Pero es enteramente disculpable porque, como se aprecia en las imágenes, el ex presidente ya estaba muy afectado por el deterioro mental que le produjo el mal neurodegenerativo que padeció hasta su muerte.

Los hechos fueron muy distintos de como afirma Suárez porque, como sabemos los que conservamos memoria, es inverosímil que el régimen de Franco se planteara el dilema entre monarquía o república. Hay que recordar que la Ley de Reforma Política se aprueba en noviembre de 1976 -ayer hizo 40 años- por parte de las Cortes franquistas, que deciden hacerse el harakiri.

Era entonces absolutamente imposible que los procuradores franquistas o el Ejército aceptasen un debate que contemplase la república como forma de Estado. Y Suárez jamás se planteó esa posibilidad.

¿Por qué hago una afirmación tan categórica? La razón es que Suárez había sido nombrado por el Rey Juan Carlos con la complicidad de Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes, para iniciar ese proceso que debía llevar a España hacia una monarquía parlamentaria.

Juan Carlos conocía y tenía estrechas relaciones con Suárez desde que éste ocupó el cargo de director de RTVE y le había elegido para acometer una transición política de la que Arias Navarro era incapaz.

El Rey desplegó toda su influencia para que el Consejo del Reino le incluyera en la propuesta de tres nombres para sustituir a Arias. Los miembros del Consejo creían que el sucesor iba a ser el ex ministro Federico Silva Muñoz, pero el Monarca logró su objetivo y nombró como jefe de Gobierno a Suárez, que fue acogido con consternación por la oposición democrática. «¡Qué error, qué inmenso error!», dijo el historiador Ricardo de la Cierva.

Suárez trabajó siempre para consolidar la Monarquía y es falso, como se dice en el vídeo, que Felipe González le presionara para hacer una consulta entre monarquía y república. El dirigente socialista sabía en esos años que esa opción era imposible y jamás presionó a Suárez en esa dirección. Lo mismo se puede decir de Santiago Carrillo, que, meses después de la legalización del PCE en la Semana Santa de 1977, reconoció la Monarquía y la bandera en una rueda de prensa, rodeado por sus principales colaboradores.

Nunca se planteó en esos años una consulta entre monarquía y república porque la derecha hubiera roto la baraja. Suárez, su partido, el franquismo residual y los llamados poderes fácticos estaban en contra de esa posibilidad. Y, por ello, la Transición se acometió bajo una aceptación implícita de la Monarquía por parte del PSOE y del PCE. Ésa es la realidad por mucho que algunos pretendan ahora revisar lo que sucedió en las redes sociales y los platós de televisión. Reinventar el pasado siempre es una tentación que puede ser rentable políticamente pero no deja ser una temeridad en un país tan proclive al cainismo.

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