Pensiones más bajas, menor gasto en educación pública, sanidad pública con menores dotaciones, mantenimientos en carreteras más pobres...
En los últimos días han comenzado a surgir las primeras voces que apuntan al inicio de la recuperación en España. La última, este 27 de septiembre de 2013 en el mismo Palacio de La Moncloa y tras el Consejo de Ministros, la del titular de Economía, Luis de Guindos.
Y se pregunta Santiago Niño Becerra:
«Ahora bien, después del descalabro experimentado en 2008 y 2009, el fugaz y falso sueño del Plan E y sus ecos del 2010, y la lenta pero imparable caída en 2011 y 2012, ¿hacia qué escenario se encaminan la economía y la sociedad españolas?».
Se responde a si mismo el economista en su blog de La Carta de la Bolsa:
«De entrada hacia el que nos dibujen y nos indiquen: la española nunca fue una economía líder, pero ahora es una economía totalmente seguidora».
A España le dicen lo que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo, y no puede apartarse ni un milímetro de esa senda porque su economía no tiene la más mínima significación en el contexto internacional, ya que ni es necesaria para nada esencial ni puede aportar nada que sea esencial, escribe Becerra.
En estas circunstancias, opina, España tiene que ser un país estable, entendiendo por estabilidad la ausencia de tensiones. Poco importará que el paro sea elevado:
«El subempleo clamoroso, la tasa de pobreza de escándalo, y las coberturas del modelo de protección social escasas».
Dará lo mismo, escribe, siempre y cuando la población española en general y la declinante clase media en particular no protesten, o protesten simbólicamente» y España vaya pagando los intereses de su deuda.
Como ya ha dicho en otras ocasiones, Niño Becerra piensa que España, como otras tantas economías, se enfrenta a unos años de crecimiento tenue.
El mensaje oficial, apunta, es el de que a base de abaratar el factor trabajo -facilitación y abaratamiento del despido, reducciones salariales, disminución de la cuota empresarial a la seguridad social- la contratación aumentará porque la economía necesitará crecer menos para que haya demanda de trabajo.
No obstante, Becerra piensa que «la ocupación, si lo hace, mejorará muy escasamente porque las necesidades de factor trabajo no van a aumentar debido a que no lo hará el consumo, y el escaso empleo que pueda crearse será parcial y estará subremunerado».
Todo a menos
¿Y por lo que respecta al Estado? Todo a menos, se responde:
«Una menor actividad económica o más pobre dará lugar a una menor recaudación fiscal, lo que llevará a un menor gasto público al ser menores los ingresos públicos».
«Y la película sigue: pensiones más bajas, menor gasto en educación pública, sanidad pública con menores dotaciones, mantenimientos en carreteras más pobres…».
En este contexto, apunta Becerra:
«Pienso que España se está dirigiendo hacia un escenario congelado».
Un escenario, apunta, con escaso crecimiento en zonas con posibilidades y un muy escasísimo o nulo en el resto, con elevados niveles de desempleo estructural y servicios y bienes públicos escasos.
«Sólo hace falta que se instaure algún subsidio general que permita lo superbásico, mucho deporte gratuito por la tele, algún reality con tirada, y algún mecanismo adicional para mantener calmada a la población».