Bitácora

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Los recortes de Arcadi Espada

Justo Serna, Lunes, 17 de octubre 2005
Les pido disculpas de antemano. Lo que sigue es inevitablemente tedioso y ‘filológico’. Es precisión y es detalle, es minucia y es exégesis textual. Vamos, un aburrimiento. Aunque, tal vez, mostrar las entretelas de una pequeña controversia entre lletraferits, entre esforzados de la columna, tenga algo de provecho y de pasatiempo, de solaz, no sé: más aún –diría-- si el objeto de la polémica son los procedimientos de un periodista acreditado que ha hecho de la fidelidad documental y del respeto a la verdad sus metas. Qué triste es todo esto, pero –como ahora verán— me veo en la obligación de precisar.

Me pide un lector (Vicente, su nombre) que detalle y que explique la afirmación que hice en el texto anterior de esta bitácora, la referida al volumen de Arcadi Espada (Diarios 2004), un texto en el que yo lamentaba las varias anotaciones, cortadas, descontextualizadas, que de mis colaboraciones en su blog hacía. De hacerlo así, añadía, el periodista incumpliría el precepto deontológico del buen reportero, dando una imagen de su comentarista poco menos que estulta, necia. « Me interesaría si Serna pudiera aclarar eso de los recortes de sus palabras en el libro. ¿Es censura o simplemente descontextualiza. Yo no tengo el libro ni me apetece comprarlo », añadía dicho lector.

Para responder adecuadamente a dicha interpelación pondré un ejemplo de los varios que podríamos hallar en el reciente libro de Arcadi Espada, un ejemplo especialmente significativo, referido a la víctimas del terrorismo. Con ello, mostraré qué reproduce el blogger catalán de las palabras de sus comentaristas, con qué acotaciones introduce o matiza dichas frases y cuál es la lectura posible que cabe hacer de esos recortes. Perdonen este ejercicio de filología y de literalidad, pero no debo parafrasear, sino reproducir. Léanlo hasta el final y verán a qué me refiero cuando hablaba de la descontextualización de las frases que me reproduce Espada.

Estamos a 9 de marzo de 2004, falta dos días para la gran masacre, que nadie supone o espera, salvo los criminales. En el blog de Espada se habla de terrorismo y se habla de las víctimas. El párrafo que da origen a los comentarios del Nickjournal que reproduce en el libro es la tercera anotación, la siguiente:

«Cenando, Savater y más amigos, horas después de que no pronunciara una conferencia en Tarragona por sentirse amenazado (así lo dicen hoy los periódicos, legítimamente: todo es subjetivo y quién les negará mañana la posibilidad de escribir debajo de un cadáver se sintió muerto: de hecho ya escribieron esas palabras, durante muchos años, debajo de los cadáveres del terrorismo), da la conversación en hablar del periodista Álvarez-Solís, que publica unas crónicas. El jefe del Gobierno vasco les ha puesto un prólogo cuyo inicio es inmortal (“siempre he pensado que escribir un libro es muy difícil...”), aunque después se despiste en vez de continuar ceñido (“...y tras leer éste lo confirmo”). Luego de las bromas, sin embargo, sobreviene el pasmo de estar hablando de Solís. Pistolón de Acedo Colunga en los cincuenta, prosoviético en los setenta, autor de un bonito libro autobiográfico llamado El búnker. El pinturero Solís. Puro majismo. El hecho de que Solís pueda ocupar la ínfima migaja de una conversación. Solís en nuestra mesa de mírame y no me toques. Ahí queda eso. ¡Solís!»

De los sesenta comentarios que aquel día hubo en su blog, Arcadi Espada sólo reproduce tres en su libro, tres de quienes establecieron una polémica sobre... ¿Solís? No, sobre las víctimas del terrorismo. Son éstos:

«Por los altavoces se vuelve a escuchar la voz en off de Justo Serna:

--Ahora bien... (redoble de tambores) lo que no resulta exigible es que compartamos todo lo que la víctima, en su dolor, es capaz de proclamar o de demandar o lo que sus interlocutores con afán ventajista acaban por sonsacarle. Ah, y digo todo esto...

Mujer-pez se coloca unos auriculares en la oreja, con gesto fatigado, y empieza a manipular su IPED lila. Mientras tanto, habla algo irritada

--Me gustaría saber qué proclama, qué demanda ha conocido Justo Serna alguna vez de una víctima que parezca inasumible, insensata o efecto claro de la manipulación de un partido o de un determinado grupo en una persona influenciable y con el criterio debilitado a causa de su lógico dolor. Me refiero a un tipo de demanda que imprima carácter a las víctimas como colectivo, no a que una de ellas una vez pidiera la pena de muerte o algo así.

Bunes la está observando en silencio. Es muy joven y rubio y va vetido con camisa y pantalones claros. Fuma y asiente con la cabeza. Se le oye decir: 

--Sí, Savater irrita mucho a quienes gustan de apartar con disimulo al muerto para llegar al canapé ».

                                              *   *   *

Hasta aquí el texto de Espada y los comentarios reproducidos. La imagen que transmite es la de un primer compareciente que de manera expeditiva y poco argumentada arremetería campanudamente contra las peticiones de las víctimas, como un individuo insensible y distante. Ése sería yo mismo. Las acotaciones del tipo “redoble de tambores”y así son pura invención de circunstancias, claro, algo que no está en el Nickjournal (un espacio virtual), unas acotaciones que le sirven a Espada para crear ambiente y efecto de realidad (lo que un semiótico le diría que hace), una fabulación que acerca el relato de la ‘faction’ a la pura ‘fiction’, un manoseo indebido. 

El párrafo inicial de Espada, en el blog y en el libro, es el mismo y en él se habla de Álvarez-Solís. Los comparecientes, sin embargo, no hablan de Álvarez-Solís, sino de las víctimas del terrorismo y finalmente el último interviniente reproducido habla de Fernando Savater. ¿Por qué? El lector del libro nunca lo sabrá. En el Nickjournal de aquel día se habló de Savater porque al haber sido mencionado por Espada, uno de los comparecientes, yo mismo, hablaba extensamente de él y sobre todo de lo que era, entonces, su último libro, El gran fraude, y del papel de las víctimas. En mis observaciones yo mostraba lo que llamaba mis “acordes y desacuerdos” con el escritor vasco. Les evito la mera reproducción de los párrafos que ahora no atañen y voy directamente a aquel del que Espada extrae mis palabras, pero ahora completas, seguidas por las que me reponen mis contendientes, también íntegras. En todos los casos dejaré en cursiva y con advertencia de corchetes el extracto de Arcadi Espada, justamente para que se vea el recorte descontextualizado, un recorte que está muy lejos de lo que allí se discutió:

«La segunda cuestión a examinar y que el filósofo no trata suficientemente es qué se le consiente y qué no a la las víctimas del terrorismo, a lo que dicen y a lo que exigen. Como es un tema muy delicado, quisiera tratarlo con corrección y respeto, pero también con frialdad. Creo que debemos un respeto a las víctimas del terrorismo, siempre, en cualquier circunstancia, pero no puede pedírsenos que aprobemos sin más las directrices de la política española a partir de lo que alguno de ellos diga públicamente. ¿Alguien se imagina a una Asociación de Mujeres Maltratadas dictando con pormenor y minucia el sentido general de la acción de Gobierno o la letra menuda del Derecho Penal? Las víctimas tienen, claro que sí, todas las prerrogativas que da ser damnificados a los que la sociedad ha de proteger y satisfacer, pero nuestros representantes sólo han de tener un precepto y un requisito: no agrandar, no agigantar el mal, no infligir un daño suplementario a la ciudadanía si con ello se cree dar satisfacción a las víctimas. El Derecho Penal no está pensado para las víctimas, ni por supuesto para exculpar a los responsables de los crímenes, sino para garantizar la presunción de inocencia de cada uno de nosotros. La víctima no puede dictar la cosa común, insisto. Hay que satisfacerla con la atención y cuidado del Estado: el recuerdo emocionado, las satisfacciones económicas a que tienen derecho, el homenaje público o la persecución implacable de los criminales sin darles respiro no son meros actos humanitarios. Son gestos, decisiones políticas, no caridades. Pero, sobre todo, la gestión gubernamental no debe ir en un sentido contrario al de las víctimas, es decir, no se puede hacer un homenaje a la mujer maltratada o al herido en un atentado para después adoptar medidas que no sean acordes con su salvaguarda. Ahora bien, lo que no resulta exigible es que compartamos todo lo que la víctima, en su dolor, es capaz de proclamar o de demandar o lo que sus interlocutores con afán ventajista acaban por sonsacarle. [La cursiva corresponde al extracto hecho por Arcadi Espada]

«Ah, y digo todo esto [La cursiva corresponde al extracto hecho por Arcadi Espada]  siendo seguidor de Savater desde hace casi treinta años, lector suyo; lo digo siendo alguien que ha crecido y madurado, confirmado e irritado con sus libros, alguien que nunca sintió simpatía por la causa del MLNV. Por eso, simplemente por eso, por la admiración que siento por quienes tienen el coraje de enfrentarse a la fatalidad de la muerte, espero que no se me satanice, que no se me mande al diablo».

La totalidad de lo que la Mujer-pez dice es lo siguiente:

«"Ahora bien, lo que no resulta exigible es que compartamos todo lo que la víctima, en su dolor, es capaz de proclamar o de demandar o lo que sus interlocutores con afán ventajista acaban por sonsacarle. " dice Justo Serna.

«Creo que nadie en su sano juicio podría sostener una opinión contraria. Pero como este tipo de comentario lo he oído más de una vez (el sábado, en La Vanguardia, ya comenté que la Rahola decía lo mismo) me gustaría saber qué proclama, qué demanda ha conocido Justo alguna vez de una víctima que parezca inasumible, insensata o (y esto no lo dice él, pero también se dice mucho) efecto claro de la manipulación de un partido o de un determinado grupo en una persona influenciable y con el criterio debilitado a causa de su lógico dolor. Me refiero a un tipo de demanda que imprima carácter a "las víctimas " como colectivo, no a que una de ellas una vez pidiera la pena de muerte o algo así. [La cursiva corresponde al extracto hecho por Arcadi Espada]

«También me intereso por el resurgimiento del nacionalismo español. Más que nada porque aquí en Cataluña muy fácilmente te acusan de eso cuando afirmas que no eres nacionalista (catalana)y tengo que saber a qué me expongo o de qué me hablan».

El interlocutor a quien Espada llama Bunes es Germán Bunes, que dice:

«Los personajes públicos ven sometida al “juicio” de la opinión periodística una doble faceta de sus vidas. Por un lado (y es del todo inevitable), se juzga la actividad ejercida en el desempeño de su cargo o competencia profesional.

Por otro, se juzgan sus actos o declaraciones públicas fuera de horas de trabajo.

«Algunos de estos personajes, como es el caso de Federico Trillo, se las ingenian para cometer errores de patán en ambas facetas convirtiéndose en triste caricatura de sí mismos. Otros, como el cineasta hoy aludido por Arcadi, nos confunden alternando obras de talento con declaraciones de majadero.

En el fondo decepciona más lo segundo porque, tal vez tontamente, uno siempre espera encontrar la mesura de la inteligencia en las personas cuya obra cree apreciable.

«A Savater no soy capaz encontrarle más complicidad consentidora que la que mantiene con la sensatez y la valentía. Él pelea en todos los foros en los que le permiten un uso apacible de la palabra. Incluso le he oído llevar la contraria con rigor y lucidez al Príncipe de los poliedros. Savater irrita mucho a quienes gustan de apartar con disimulo el muerto para llegar al canapé. [La cursiva corresponde al extracto hecho por Arcadi Espada]

«No estoy en absoluto de acuerdo con Justo Serna cuando dice que el Derecho penal está pensado para salvaguardar la presunción de inocencia de cada uno de nosotros. La presunción de inocencia es un principio del Derecho penal, como el de proporcionalidad o el de intervención mínima. Estos principios informan la aplicación de las normas penales, pensadas para proteger bienes jurídicos (la vida, la integridad física, la libertad individual, la intimidad, la propiedad…) frente a los ataques dolosos o gravemente imprudentes que sufran. Y la protección la realiza la norma penal por su carácter aflictivo, amenazando con cercenar derechos y libertades. Con todas sus limitaciones, y no habiéndose “inventado” nada mejor, el Derecho penal es un derecho punitivo.

«Probablemente Álvarez–Solís se sienta amenazado por el esencialismo español, y, puestos a elegir, es una amenaza más llevadera que la de ETA ».

La gravedad del recorte es evidente pues muestra a los polemistas del día 9 de marzo con gran tosquedad. El día 10 de marzo no se reproduce en el libro (aunque sí que hubo anotación en el ‘blog’). Por tanto, lo que sigue inmediatamente después a esa controversia amputada sobre las víctimas es el registro, la anotación del 11-M. Imaginen qué efecto provoca...

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