Justino Sinova

Político con hijos

"El fondo de este asunto es el uso de unos recursos públicos para unos fines no previstos"

Aprovechando un viaje de trabajo a Estados Unidos para reunirse con los principales líderes mundiales, Zapatero embarcó a sus dos hijas adolescentes en el Airbus oficial de las Fuerzas Aéreas y se las llevó de turismo por Nueva York y Pensilvania.

Se reabrió así el debate sobre el uso de medios del Estado por parte del Presidente del Gobierno.

Por su interés, reproducimos a continuación el artículo de Justino Sinova publicado en El Mundo este viernes.

Política con hijos

Justino Sinova

Es lógico que el viaje de las hijas de Zapatero a EEUU incrustadas en el séquito haya causado sorpresa. Prescindamos de las reacciones interesadas en reprobar todo lo que hace el presidente del Gobierno o en ensalzarlas hasta con argumentos que ofenden a la inteligencia.

Vayamos a lo esencial. Aquí ha habido, de un lado, una decisión polémica que no puede basarse en la costumbre ni en la norma y, de otro, un sigilo injustificado.

Empecemos por esto último. La Moncloa cometió un error estratégico al no informar abiertamente de este detalle del viaje, que se conoció en los medios cuando Zapatero ya había llegado a Nueva York con sus hijas en el avión oficial y se unió a ellos Sonsoles Espinosa, esposa y madre, que viajó un día más tarde.

Si La Moncloa lo ocultó, o lo medio ocultó, es libre la sospecha de que no las tenía todas consigo, pues lo razonable era ofrecer esta información: «El presidente del Gobierno viaja acompañado por su esposa y sus hijas por motivo de…».

¿Acaso a La Moncloa le costaba argüir un buen motivo? Luego ocurrió, como era de esperar aunque no de desear, que la agencia Efe ocultó la foto de las dos niñas en la tribuna de la Asamblea de la ONU, precisamente cuando distribuía otra de un hijo de Sarkozy en el mismo lugar…

Claro, como la información oficial era reticente, no iba a ser más papista la agencia…

No es la primera vez que el uso del avión oficial por Zapatero levanta polémica. Lo que hay que hacer es regular su utilización, para que un viaje a comprar en las rebajas en Londres o para que el añadido de la familia sea algo contenido en el uso normal del avión o, por el contrario, algo impropio que, en último caso, haya de correr a costa del bolsillo del jefe del Gobierno.

La actual indefinición es lo peor. A nadie se le oculta que un mandatario necesita de un transporte que facilite sus desplazamientos y refuerce su seguridad.

Pero hay que establecer cuál es el límite del uso del avión, quién puede viajar en él y cuándo.

En Estados Unidos, Barack Obama es acompañado muchas veces por su familia. Pero aparte de que Obama es el primer mandatario de la nación, no hace otra cosa que practicar una costumbre en el país.

En España, la familia del Rey es objeto de atención porque toda ella forma parte de la Corona en que se expresa la Jefatura del Estado.

Pero entre nosotros y en muchos países, un presidente de Gobierno es un cargo pasajero para cuya gestión la familia no cuenta.

A muchos les parecerá plausible la razón que el entorno de Zapatero ha aducido para justificar el viaje de sus hijas: sus continuos desplazamientos en las próximas semanas le impedirían verlas. Vale.

A todos los padres de familia que trabajan colgados en un avión de aquí para allá, o encerrados en la cabina de un camión, les gustaría tener también una oportunidad parecida.

Pero que no se desvíe la atención: el fondo de este asunto es el uso de unos recursos públicos para unos fines no previstos.

¿Quién va a pagar los hoteles de las niñas en Nueva York y Pittsburgh?

Que esto se regule. Mientras tanto, es comprensible el disgusto del contribuyente medio, que además va a tener que pagar más impuestos.

Porque, a fin de cuentas, se trata de la pulcritud con que hay que actuar en la administración de los dineros que son de todos.

 

 

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