Mientras Zapatero ha unido su suerte a esos magistrados que se manchan la toga con el polvo del camino, Felipe los tira al fango
Dice Felipe González que la Justicia en España está hecha unos zorros por el «ganao» que tiene al frente y el ministro de la cosa, Francisco Caamaño -que se tendría que haber sentido aludido- se muestra complaciente y respetuoso apelando al derecho que tiene el expresidente del gobierno a hacer uso de su libertad de expresión.
¡Qué gran cosa es la disciplina de partido y el sentido que tienen algunos de la obediencia debida que ni siquiera cuando se les insulta gravemente se sienten concernidos, ni por supuesto tocados en su dignidad por lo que son y representan.. Yo entiendo perfectamente que el expresidente del Gobierno no olvide, fácilmente, el vía crucis por el que tuvo que pasar gracias al juez de moda, Baltasar Garzón, cuando este -resentido porque no le hizo ministro- le colocó la X en los GAL y le puso al borde mismo del abismo.
Entiendo que hay heridas difíciles de cicatrizar, que te persiguen de por vida y que se clavan en el corazón. Si además tu crees que son injustas porque esconden oscuros intereses. Eso es humano y cada uno tiene su lista individual de agravios, no cobrados, sean ciertos o no. Por lo tanto no es de extrañar que Felipe González siga supurando por esa herida y supongo que eso del «ganao» se pueda referir genéricamente a la cúpula judicial, pero específicamente tenga un nombre y un apellido concreto : Baltasar Garzón. Esto sin embargo es una pura especulación, porque si bien González no tuvo reparos en citar con nombre y apellido a otra de sus bestias negras Pedrojota Ramírez, al que culpa también de algunos de sus males, se cuidó muy mucho de citar al juez, y por elevación prefirió arremeter contra uno de los poderes del estado.
Está claro que los tiempos de los políticos -que nunca coinciden con los de sus adversarios- tampoco coinciden muchas veces con los de los propios y el caso de González es muy clarificador. Mientras su sucesor y compañero de filas José Luis Rodríguez Zapatero no ha dudado en salir a la palestra loando la valentía del juez, y poniéndose al frente de la manifestación de una falsa progresía plagada de estómagos agradecidos, el antaño «nomber one» se desmarca y lo hace nada menos que en el Congreso de los socialistas andaluces, esos del club de la tortilla que tantos momentos gloriosos le han dado a su partido.
Mientras González no ha tenido reparos en intentar influir en el Supremo para que este se tiente la ropa antes de apartar de la carrera a un juez acusado ¡nada menos que de prevaricación!, su antecesor le hace una peineta dialéctica al juez y otros de su especie.
Mientras Zapatero ha unido su suerte a esos magistrados que se manchan la toga con el polvo del camino, Felipe los tira al fango pensando ¡tal vez¡ que de aquellos polvos vienen estos lodos. José Luis y Felipe son del mismo partido pero no tienen los mismos intereses, ni mucho menos vidas paralelas. Si es cierto eso de que la cara es el espejo del alma solo hay que mirarles a ambos en una foto fija. El primero tiene una ojeras crecientes y ha entrado en esa fase peligrosa para todo gobernante de que mira a sus interlocutores pero no los ve, mientras el segundo muestra un aspecto espléndido, dice lo que le viene en gana, se fuma un puro con lo políticamente correcto y cuando mira a alguien sabe perfectamente lo que quiere ver.
A Garzón uno le ve como el salvador de grandes causas afines a sus intereses y el otro como el vengativo Maquiavelo que intento meterle entre rejas. ¡Así es la vida!