La ventana discreta

Ciudadanos todos, uníos

Ciudadanos todos, uníos
Albert Rivera. CS

Para mí que «Ciudadanos» -del mundo árabe, del orbe entero, de Cataluña, de España entera…- tiene no poco de lobo con piel de cordero o a la inversa. Se prodigan tanto o más que «Podemos».

Están a la que saltan, y acceder a mogollón en los medios, especialmente las televisiones, no se improvisa ni por tu cara bonita. Albert Rivera tiene un gesto amable, fresco (la política hispana está de frescos que ni Altamira), cual es la propaganda del líder catalán, que se asomó al panorama político con esta afabilidad y tirando del culo hacia abajo -quiero decir los pantalones- en propaganda de diseño textil.

El centro-derechista de izquierdas, la yenka, un, dos, tres, es un defensor del «derecho» al aborto y se confesa militante de UGT, «a mucha honra». Joder, qué tío.

El que se llena la boca de «regeneración» y pide la abolición del bipartidismo, ¿y el sindical, compañero? Para ponerse guapo y tirar de cuentas corrientes por la Red, ecce homo, a ver quién pica.

Todos somos honestos hasta que se demuestra lo contrario y luego nos trincan. El púber político catalán cada día da una lección de su programa económico y propugna que se reduzca el IVA de los libros, el teatro, la cultura en suma, eso vende, y que se suba el del pan u otros productos primarios, siendo fiel al dicho ciudadano de que cuando habla sube el pan. Umbral, que también rascaba en los bolsillos del pobre pero reconocía ser un bon vivant, se limitaba a ir a la panadería a pata e incluso daba un céntimo de propina a la señora de la tahona.

Como soy de letras -y no es un socorrido recurso para hacerme el longuis-, no sé lo que costará la implantación de «Ciudadanos» en todo el territorio nacional, pero debe ser un huevo. Como algunos millones de un Rato largo. Pues nada, p’alante. Riverita, nuevo en esta plaza -a punto de la alternativa-, va de boca en boca, de radio en radio, de televisión en televisión.

Muchos pazguatos se lo creen, como mi tía Pura de Salamanca, hermana de mi padre, a la que servidor citaba desde TVE en plan irónico; hasta que un día llamó a mi progenitor preguntándole que qué tenía yo contra ella, pobre. Después, un destacado radiofonista siguió mi estela y a través de una onda popular se dirigió y se sigue dirigiendo a su «tía Pascualina» (a veces me copian, rediez, y eso que acabo de publicar mi décimo sexto libro coincidiendo con la Feria del ídem, que es un coñazo, sobre todo en los días de sol intenso).

De modo que en este río revuelto, ganancia de pescadores. Y todos los pleitos habidos y por haber van dirigidos al PP. Y eso que mangonea los datos del CIS, la Inteligencia no inteligente, la Agencia Tributaria, y meten en la trena a sus correligionarios, no a Chaves ni a Griñán ni a Zarrías, que van por libres; o sea, saltándose la ley por sus fueros. Así como los pepiños blancos, limpios de polvo y paja, o el majestuoso Bono, que no tiene ni un pelo de tonto reimplantado. Etc.

Así que «Ciudadanos» se pone bonito y trata de vender lo impresentable con lacitos. Mi tía Pura se lo cree. No sea que vengan los de Podemos y no nos vamos, bolivarianos al poder. La tragedia es tozuda e inasequible al desaliento.

Bien le valdría a Alberto Rivera que explicara cómo se viene financiando su partido pues, como se sabe, existen unas normas que casi todas las agrupaciones políticas incumplen. Vamos, predicar con el ejemplo.

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