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Cataluña: Parábola con moraleja

Cataluña: Parábola con moraleja
Artur Mas con Raül Romeva detrás. EP

Cuentan que durante los tiempos revolucionarios franceses, estando Napoleón en una decisiva reunión, en una mansión parisiense, y siendo el militar de mayor graduación presente, fue requerido a salir a la calle para hacerse cargo de un grupo de soldados, y detener a una vociferante turba armada con hoces, guadañas y herramientas punzantes que se acercaba amenazantemente al lugar.

Napoleón se dirigió al joven e inexperto oficial al mando de los soldados de la guardia que custodiaba el lugar y le dio orden de cargar las armas y apuntar.

-» Esté atento a mi órden para abrir fuego».

El joven oficial respondió:

-«¿Primer disparo al aire, no, mi general?»,

-» No, disparen a dar», y a continuación, dió la orden:

-» ¡Fuego!»

Se `produjo la descarga, cayeron varias personas y la multitud salió corriendo desordenadamente, dejando varios cuerpos tendidos. A continuación llamó al oficial y le dijo:

-«Vea, han caído unos pocos pero se ha solventado la situación, si hubiéramos disparado al aire, se hubieran detenido, y al ver que no pasaba nada, se hubieran envalentonado y cargado contra nosotros, y para pararlos, los hubiéramos tenido que matar a todos y posiblemente hubiéramos sufrido bajas».

No se si realmente ocurrió, lo vi en una película hace años. Pero refleja una realidad, significa que las armas están para usarlas, si no se usan cuando se deben usar, se les pierde el temor y luego se tienen que usar con mayor contundencia.

Si Rajoy hubiese convocado al Senado para aplicar el 155 CE, tras las primeras inconstitucionalidades cometidas por Mas y su Parlament, seguro que no hubiese sido siquiera necesario tener que reunirse, puesto que los independentistas, mucho menos polarizados, despues de armar mucho ruido, hubieran buscado una salida al envite por miedo de perder la Autonomía, podría haberse negociado algo, pero con el Estado en una posición de fuerza.

Parece una medida extrema, pero no hay otra, no queda nada sobre lo que negociar, no hay terceras vías que no constituyan un agravio comparativo a las otras autonomías, ni cambios de constitución posibles sin renunciar a la soberanía de los españoles. El Estado debe defenderse, y solo usando sus armas con contundencia, nada de amagar y ver que pasa; se debe cortar de raíz, aplicar el 155 CE, y después ya negociaremos, si quieren.

Habría cuatro manifestaciones multitudinarias, cuatro lecturas de los independentistas, para ignorantes, sobre su equivocado concepto de democracia, y las consabidas ingenuas, o interesadas, protestas de ZP2, y los radicales de izquierdas, y a renglón seguido, ocurriría lo que ocurrió cuando Tony Blair suspendió la autonomía de Irlanda del Norte: nada.

Claro que para eso hace falta valor, el de un hombre de Estado por supuesto, y de esto nosotros no tenemos.

Al cabo de un par de semanas todo el mundo tranquilo, alguna polémica por aquí y por allá, pero España bien vale una tonelada de tinta. El PP, triplicaría sus opciones electorales, quizás incluso en Cataluña, aunque ahí tampoco debieran preocuparse mucho puesto que poco mas pueden bajar.

A todos esos tertulianos y sesudos articulistas que hablan de hacer política, de terceras vías y negociaciones, -no se sabe lo que se puede negociar, pues el pastel ya está repartido y al Estado solo le quedan las migas-, solo recordarles una afirmación que se atribuye a Einstein:

«Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes».

Nuestros inteligentes políticos, llevan haciendo lo mismo durante los últimos treinta años: ceder una y otra vez.

No es broma.

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