EL PSOE ELUDE SU OBLIGACIÓN DE ESTADO

Pedro Sánchez cava su tumba echando tierra a los ojos de todos los españoles

Puigdemont y sus cómplices son los instigadores de un auténtico golpe de Estado, y como tal deben ser tratados

Pedro Sánchez cava su tumba echando tierra a los ojos de todos los españoles
Pedro Sánchez (PSOE). PS

Si el PSOE justifica, ampara o comprende que pueda plantearse un diálogo con la Generalitat sin que antes regrese a la senda de la ley, es porque Pedro Sánchez se hace trampas al solitario

LA reacción que está teniendo el PSOE en la crisis catalana es inexplicable. En esta disyuntiva histórica, no está demostrando estar a la altura exigible al partido que más responsabilidades de Gobierno ha tenido en España durante la democracia.

En estos momentos en los que la desolación está mermando anímicamente a muchos millones de españoles, no ya con el golpe separatista sino también con una falta de liderazgo en el Estado que solo el Rey ha conseguido evitar, el PSOE no puede permanecer ausente ni un solo minuto más.

Basta de ambigüedad táctica, basta de pócimas milagrosas para fomentar un diálogo que el independentismo desprecia con su rebeldía, y basta de equilibrismos ridículos con la sedición.

Si el PSOE justifica, ampara o comprende que pueda plantearse un diálogo con la Generalitat sin que antes regrese a la senda de la ley, es porque Pedro Sánchez se hace trampas al solitario.

No puede decirse que relevantes socialistas como González, Guerra, Fernández Vara, Bono, Redondo Terreros, Leguina, Rodríguez Ibarra, García Page o Susana Díaz sean fervientes admiradores del Gobierno del PP, o sospechosos de ser derechistas a ultranza.

Pero tienen unos criterios de la legalidad, de la protección de la democracia frente a las embestidas de la irracionalidad y el odio, y del constitucionalismo como herramienta garante de la convivencia, de los que carece Pedro Sánchez.

Es lamentable el abandono moral al que Sánchez está abocando al Gobierno de la nación cuando éste se ha visto impelido por el propio Jefe del Estado a encabezar la defensa que las instituciones deben hacer de la Constitución.

El PSOE no solo está incurriendo en una calculada ambigüedad tacticista. Desatiende sus obligaciones de partido de Estado y pone en riesgo la credibilidad de unas siglas con casi 140 años de historia en la defensa de España.

No es baladí que González sostenga que ya habría aplicado el artículo 155 de la Constitución, suspendiendo competencias de la autonomía catalana. Tampoco lo es que Guerra se refiera a los «progres de pacotilla» con tanto desdén si se observan las traiciones de Podemos, o si se percibe que buena parte del núcleo duro de Oriol Junqueras pertenece a la vieja guardia de un PSC reconvertido al independentismo y al odio a España.

Es evidente que el PSOE está secuestrado por el PSC más errático de la historia cuando algo tan elemental como la defensa de la unidad de España se convierte en un incómodo argumento para cosechar votos.

Es no entender en absoluto el alcance de la violenta agresión a la que la Generalitat está sometiendo a España. No se puede ser cómplice ni por acción ni por omisión.

Al PSOE le faltan sensatez, sensibilidad y aplomo con los millones de españoles que, más allá de su ideología, reconocen en España un sentimiento común de pertenencia, arraigo y orgullo.

Tanto se ha estigmatizado el patriotismo como modo inclusivo de fomentar la convivencia, que el PSOE ha hecho suyo este estigma renunciando al más cabal orgullo de sentir a España como una nación común, de todos los españoles sin excepción, e indivisible.

Sánchez debe expresarse públicamente con claridad porque no es momento de dudas. Pero hasta ahora sigue suscitándolas irresponsablemente. En esta tesitura en la que se están violentando las cuadernas de nuestra democracia, el titubeo del socialismo solo contribuye a generar confusión y desaliento.

Su trayectoria al servicio de la Constitución durante la democracia exige del PSOE que honre su historia reciente evitando tanta lenidad como complejos. Anoche, Carles Puigdemont se reafirmó en la virulencia de su desafío. Desobediencia, sedición, rebelión, prevaricación, malversación de dinero público… El catálogo de delitos crece sin que el Estado haya conseguido incomprensiblemente despojarle de sus funciones ejecutivas.

Su desprecio por la democracia se agrava sin límites mientras consiente a la CUP anunciar una declaración unilateral de independencia para el próximo lunes que necesariamente el Estado tendrá que conjurar. No por repetir las palabras, estas pierden su valor.

Puigdemont y sus cómplices son los instigadores de un auténtico golpe de Estado, y como golpistas deben ser tratados.

La imputación del Mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, por sedición en la Audiencia Nacional debe ir en esa línea porque su inacción para impedir una ilegalidad flagrante el pasado domingo más merece una severa condena penal que nuevos calificativos sobre su indecente conducta.

Carece de sentido que el PSOE se mantenga de perfil, temeroso del coste que le suponga apoyar a Mariano Rajoy. Entre otros motivos, porque buena parte de su electorado no le perdonaría nunca la ruptura de España.

González Pons, al Parlamento Europeo: «España no es Yugoslavia»

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído