UNA CRISIS RESUELTA TARDE

Cristina Cifuentes se va sin dejar el acta y Mariano Rajoy planea recurrir a una gestora en Madrid

La exdirigente pretende mantener el escaño, mientras que la dirección nacional cree que habrá que «intervenir» si no se aparta

Cristina Cifuentes se va sin dejar el acta y Mariano Rajoy planea recurrir a una gestora en Madrid
Cristina Cifuentes durante la rueda de prensa ofrecida hoy en la que ha anunciado su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid. EF

El control de los tiempos ha sido fallido y ha causado un daño personal a Cifuentes totalmente evitable, tan severo como el que ha sufrido el propio PP, que hubo de forzar su dimisión en la polémica del máster

CRISTINA Cifuentes puso este 25 de abril de 2018 fin a su agonía política, que había adquirido tintes de tragedia tras la difusión de una grabación de videovigilancia de 2011 en la que aparecía retenida por un agente de seguridad por haber hurtado dos botes de crema.

Es incomprensible que Cifuentes no tomara la decisión de renunciar en cuanto se hicieron públicas las irregularidades del supuesto máster que dijo haber cursado en la Universidad Rey Juan Carlos.

Durante semanas apelamos a su sentido de la responsabilidad personal e institucional, que comprometía igualmente al PP, temerario en un cierre de filas con Cifuentes que no conducía más que a hacer más doloroso el resultado inevitable de su dimisión.

El control de los tiempos ha sido en este caso fallido y ha causado un daño personal a Cifuentes totalmente evitable, tan severo como el que ha sufrido el propio PP. La actividad política no puede vivir al margen de la opinión pública y esta dictó un veredicto inapelable con el caso del máster, ejecutado cruelmente ayer con la difusión del vídeo del hurto.

Cifuentes se expuso innecesariamente a unas críticas que han acabado en un linchamiento personal. Tiene razón al afirmar que en su caída ha habido un propósito de arrasar su imagen, pero debió hacer autocrítica desde que accedió a la Delegación del Gobierno en Madrid y luego a la Presidencia autonómica para medir los riesgos que implicaba asumir cargos públicos con unos antecedentes personales que podían salir a la luz en cualquier momento.

Puede que se hayan traspasado líneas rojas de forma inadecuada pero ella no ha ayudado nada. No se puede tener un techo de cristal tan débil y lanzarse al debate político como si fuera de piedra.

La misma autocrítica debe hacer el PP, porque si es cierto que conocía la existencia de hechos como los que refleja el vídeo difundido este miércoles, resulta incomprensible que auspiciara la carrera política de Cifuentes como una estrella emergente.

El enrocamiento se ha convertido en un signo distintivo del PP. Por no querer dar una baza política a Ciudadanos con la dimisión de Cifuentes hace un mes, los populares pueden haber concedido al partido de Rivera aún más rédito, porque con su dimisión la expresidenta de la Comunidad de Madrid arrastra las recientes imágenes de la ovación que recibió de la Convención del PP y los apoyos explícitos de sus más altos responsables en la reunión de Sevilla.

Todos han vuelto a llegar tarde a la solución del problema y el problema les ha estallado. El precio puede pagarlo el proyecto político de centro-derecha que necesita España, no atendido por el PP como requería la coyuntura. Es hora de aprender de estas amargas lecciones.

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