Con gestos aislados no se arregla nada

Llegó el ‘Aquarius’, se hicieron las fotos los del PSOE, salió Sánchez en TVE, ¿y ahora qué?

En 48 horas han llegado a Cádiz más de mil inmigrantes irregulares, sin pancartas de bienvenida ni seguimiento mediático

Llegó el 'Aquarius', se hicieron las fotos los del PSOE, salió Sánchez en TVE, ¿y ahora qué?
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE). EP

La UE debe actuar, pero lo único que preocupa a Pedro Sánchez es salir mucho en los telediarios

TRAS ocho días en altamar, los tres barcos que han acogido a los 630 inmigrantes del Aquiarius llegaron ayer al puerto de Valencia, después de que el Gobierno de Pedro Sánchez haya sido el único en toda Europa que ofreció una solución inmediata a la inhumana e impresentable conducta mantenida por los Ejecutivos de Italia o Malta.

Había una prioridad humanitaria, que era rescatar a esas 630 personas, 126 de ellos niños desprotegidos y solos, y el país ha cumplido con creces.

El gesto es sin duda hermoso humanamente y pone en valor la solidaridad del pueblo español.

Pero no es menos cierto que ha abierto paso también a una inquietante grieta política, en la medida en que se ha desmarcado de la pauta general de la Unión Europea, que carece de una política homogénea, específica y eficaz para abordar el auténtico drama que supone la salida masiva de personas de países africanos huyendo de la guerra, la persecución, la miseria y el hambre.

Ni con Sánchez ni sin él, la política migratoria va a resolverse en dos días. Ni en dos años. El gran peligro de todo este peliagudo asunto es incurrir en una demagogia carente de realismo (El ‘Aquarius’ activa una avalancha de pateras y Carlos Herrera lanza una pregunta que deja tieso a Pedro Sánchez).

Es cierto que esos 630 inmigrantes están a salvo, pero el efecto llamada que va a producirse es evidente. Como lo es también que otras rutas migratorias se están reactivando gracias a este «buenismo», que está calculando mal las consecuencias de una política ajena al corpus jurídico colectivo que se está imponiendo en Europa.

En estos últimos días han llegado a las costas de Cádiz y Canarias 1.300 inmigrantes, que sin pancartas de bienvenida ni seguimiento mediático masivo, fueron alojados en un polideportivo y otras dependencias improvisadas porque los centros de internamiento no dan abasto.

Necesariamente, muchos de ellos tendrán que enfrentarse finalmente a la expulsión porque, ese es su drama, no podrán acreditar su condición de refugiado político para la tramitación de peticiones de asilo.

Cerca de cincuenta más han muerto ahogados en las últimas horas antes de ser rescatados por Salvamento Marítimo. El Mediterráneo se ha convertido en una ominosa tumba para la conciencia de Europa. Multitud de seres humanos están ahora mismo en camino a merced de las corrientes, la incertidumbre y unas mafias contra las que Europa permanece de brazos cruzados.

Es es el día a día, el minuto a minuto en el Estrecho, como lo es en la frontera de Ceuta y Melilla, donde miles de personas esperan para entrar ilegalmente en el país. Esta inmigración proviene de una esclavitud moral vergonzosa y humillante que remueve todas nuestras conciencias.

Pero las soluciones parciales y los parches gestuales de populismo sirven de muy poco. Dar solución a todos los Aquarius en marcha será imposible. Europa ha de reaccionar.

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