LA PROPAGANDA Y EL RIDÍCULO

El equipo de comunicación de La Moncloa alista un tuit oficial sobre los pies de Pedro Sánchez

Ana Rosa deja KO a 'posturitas' Sánchez por su última astracanada: "Hemos cambiado el plasma por las fotos"

El equipo de comunicación de La Moncloa alista un tuit oficial sobre los pies de Pedro Sánchez
Pies, dedos, descalzo. PD

Corre por las redes sociales el venenoso rumor de que Iván Redondo y los expertos en comunicación de La Moncloa, a los que tanto han alabado los catetos de los medios de comunicación por su supuesta ‘inteligencia propagandística’, alistan a toda prisa un tuit oficial sobre los pies de Pedro Sánchez (Ana Rosa deja KO a ‘posturitas’ Sánchez por su última astracanada: «Hemos cambiado el plasma por las fotos»).

No es coña, porque exagerar la propaganda y la cosmética de una gestión política suele entrañar un riesgo evidente porque, en términos de imagen de un líder, la línea que divide lo sublime de lo ridículo es muy fina (A falta de sustancia, los ‘fumados’ de La Moncloa nos atufan en Twitter con las ‘manitas’ de Pedro Sánchez).

Y desde su llegada a La Moncloa, Pedro Sánchez está incurriendo en un exacerbado culto al ego personal que no solo trasciende ya lo meramente político, sino que empieza a ser objeto de bromas sociales por lo artificial de su imagen.

Es legítimo que tras ganar la moción de censura Sánchez trate de fraguarse un perfil institucional y presidencial.

Sin embargo, la política no puede ser sustituida exclusivamente por la imagen, por muy presidente del Gobierno que se sea, y por muchos viajes que deba hacer en un avión del Estado a las citas europeas.

La sobreactuación en que está incurriendo Sánchez puede llegar a generar el efecto contrario que pretende, e incluso llegar a quedar caricaturizado.

Las recientes fotografías divulgadas en la página web de La Moncloa, con una sucesión de imágenes de sus manos bajo el eslogan «Las manos del presidente marcan la determinación de su Gobierno», rozan lo grotesco.

Como las cuidadas imágenes a bordo de un avión con unas gafas de sol emulando a J. F. Kennedy.

El jefe del Ejecutivo incurrirá en un error si pretende consolidar su imagen rindiendo un exagerado culto personalista a su figura, porque terminará convirtiéndose en un ególatra de manual para la mayoría de los ciudadanos.

Todos los presidentes han mostrado de una u otra forma su vida en La Moncloa al margen del trabajo presidencial. Cómo vive su familia, qué deporte practica, sus mascotas…

Pero exagerar la dimensión real de un presidente a costa del erario público, para fabricarle una coartada electoralista con técnicas de mercadotecnia más propias de un partido que de una institución como la Presidencia, roza lo absurdo. Sánchez ganó su moción de censura para gobernar, no para figurar ni convertir la política en un postureo maniqueo.

Lo que interesa es saber cómo va a gobernar y no una permanente campaña reivindicativa de un «yo» casi narcisita que termina siendo caricaturesca.

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