ANÁLISIS

Inmigrantes: El numerito de Pedro Sánchez con el Aquarius y la incapacidad de Europa

El presidente socialista está creando un desastre para España y un problema para la UE

Inmigrantes: El numerito de Pedro Sánchez con el Aquarius y la incapacidad de Europa
Pedro Sánchez en La Moncloa (PSOE). EF

Un millón de 'sin papeles' puede tener ya sanidad gratuita y trasplantes

El Gobierno socialista dio este 14 de agosto de 2018 un espectáculo deplorable queriendo demostrar a la vez que no volvería a recibir al Aquarius ni a dar directamente papeles a su tripulantes, por un lado, y que había liderado la recepción humanitaria del barco… en Francia.

El bochorno alcanzó cotas siderales al coincidir la proclama del autohomenaje de Pedro Sánchez con el mensaje de los presidentes de Francia y de Malta anunciando la resolución a un problema derivado, en buena medida, de la campaña de propaganda que el presidente español hizo de sí mismo a principios de verano, cuando adoptó dos decisiones unilaterales que han puesto en un brete a toda Europa.
¿Ya no son xenófobos los que pedían una regulación de la inmigración, presidente?

Acoger a los inmigrantes del primer Aquarius y darles documentación sin estudiar su situación y, al mismo tiempo, anunciar la sanidad gratuita y universal, con derecho a trasplantes incluida, a todos los ‘sin papeles’ que vivan o lleguen a España.

Son dos medidas que, emocionalmente, todo el mundo puede desear y compartir; pero que no se pueden adoptar sin tener en cuenta el coste, las repercusiones en otros países y el estímulo del efecto llamada, negado por Moncloa y confirmado ya con datos oficiales: la inmigración irregular a España se ha cuadruplicado mientras se reducía a la par en Europa.

La demagogia en este asunto no es indicar y prevenir las consecuencias de este fenómeno que mezcla aspectos humanitarios con otros políticos y económicos; sino prescindir de todas sus variables para hacerse publicidad a costa de negar la realidad y generar un estropicio como el generado por Sánchez en todo el litoral andaluz, donde cada día llegan mil personas por mar a un ritmo simplemente inasumible.

Lo que estimula la xenofobia es pretender que la comunidad con más paro juvenidl de Europa acoja a mil inmigrantes al día

La Comunidad con más paro juvenil de Andalucía no está capacitada ni técnica ni económicamente para atender estas oleadas cotidianas, como no lo están tampoco ni Ceuta ni Melilla, objeto de constantes asaltos a sus vallas incentivados también por los discursos de Sánchez.

Pero si La Moncloa debe entender que no es éste un asunto a politizar para intentar sacar rédito político, a costa incluso de tildar de xenófobos a líderes como Casado o Rivera por discursos que finalmente ha adoptado el propio Sánchez; Europa entera ha de aplicar nuevas recetas para gestionar un asunto que es una oportunidad y un problema al mismo tiempo.

La inmigración es clave para frenar el envejecimiento poblacional y rejuvenecer a su segmento cotizante; pero también es una amenaza para quienes llegan y para quienes están si se hace a golpe de fotografía y de sensacionalismo humanitario

¿O acaso van a tener que movilizarse cada día las cancillerías de media Europa para cada Aquarius que surque el Mediterráneo? ¿Y son distintos los subsaharianos que llegan en patera? ¿Y los que acampan junto a Ceuta para entrar mediante asalto?

Si algo estimula la xenofobia, con el consiguiente rechazo a los políticos tradicionales y el auge de dirigentes como Trump en Estados Unidos u Orban en Hungría; es la incapacidad de los Sánchez de turno para adoptar decisiones estructurales que ni sean la barra libre buenista ni tampoco el levantamiento de muros de hormigón como en México.

Simplemente, no se puede acoger a todo aquel que quiera venir ni meter en el epígrafe de refugiado o asilado a todo aquel que diga serlo ni, tampoco, ceder a ONG’s bajo banderas europeas la decisión de trasladar a Europa a todo aquel que se eche al mar, probablemente tras pagar una cantidad de dinero tremenda a alguna de las mafias que se llena los bolsillos con este drama.

Lograr que los países de origen contengan el flujo migratorio y ayudarles a que sus conciudadanos se queden en sus países, entre otras cosas para no despoblarlos de sus representantes más jóvenes y capacitados para trabajar allí, es clave. Y eso no puede lograrse sin establecer barreras de acceso claras ni sin recuperar las devoluciones rápidas: todos tienen que ver, por su propio bienestar, que la mejor opción es llegar a Europa de forma reglamentaria o trabajar en sus propios países en unas condiciones decentes.

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