Ser policía en España

Supongo que todos, déjenme darlo por supuesto, hemos visto ese video en que un facineroso ataca con un cuchillo a una policía que intenta detenerlo en las calles de Madrid. En esta ocasión no vale la excusa tantas veces invocada de que se trataba de un extranjero al que hay que recordarle que está acogido, o que es ilegal o que debería estar en su p*** casa trabajando por su país. Era español hasta las trancas y por eso, o a pesar de eso, delincuente con todas las de la Ley. A no ser que el juez decida lo contrario, que era un pobre infeliz que no podía hacer otra cosa, que la vida le abocó a comportarse así y que por tanto no era responsable.

El caso es que el malandrín se dirige a la policía y le lanza en vano varias puñaladas. En vano, insisto, que no consiguió su objetivo porque la policía era una profesional y mantuvo a la distancia adecuada. Ella empuñaba una pistola, siempre frente al agresor, siempre con calma. Nunca hizo uso de ella a pesar de las varias puñaladas al aire. Se habría buscado la ruina. En un país donde se condena a dos años a un chaval que ayuda a una señora atracada por dos delincuentes, en un país en el que los violadores si son extranjeros tienen apoyo de cierta prensa, donde los delincuentes se pueden apropiar de tu casa sin que puedas defenderte se habría buscado la ruina profesional y personal.

Admiro a la policía, a esa señora y a la policía en general, han buscado una profesión de riesgo en vez de quedarse detrás de un mostrador o de una burocrática mesa, poniendo estampillas, ya, ya, sé que esto ya no se usa, en los formularios de un consumidor, por ejemplo. Admiro que hayan escogido correr tantísimos riesgos para defender a una sociedad insensata, inmoral, que no los defiende a ellos. Que a la menor posibilidad les trata de esbirros del poder, permanentemente sospechosos de cualquier posibilidad. Una sociedad que prefiere mantener la presunción de inocencia para mangantes como el del video pero nunca jamás con la policía.

Puedo suponer ligeramente el miedo y la responsabilidad de esa agente en esos momentos, su tensión, su defensa a ultranza del derecho a la vida y a la salud del delincuente. Todo habría sido más fácil si hubiese tenido a su disposición los medios adecuados para reprimir a ese insensato. ¿Qué tal una pistola taser? “Ah, no, no; no podemos gastar tanto dinero en eso…. Ni en chalecos antibalas tampoco, ¡qué cosas tiene usted!”

PD Descubro releyendo la noticia que la agente estaba en prácticas, llevaba media hora de servicio, y que finalmente otro policía tuvo que frenar las agresivas acometidas del hombre con un disparo en la cadera. Eso, qué bien habría venido una pistola taser.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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