Los políticos nos engañan. A esta conclusión ha llegado usted ya hace tiempo. No me refiero en esas ocasiones en que nos prometen que llegaremos al cielo con mil huríes al alcance de cada ciudadano y luego no cumplan. Me refiero a que hacen trampas, lo sabemos, saben que lo sabemos y a nadie le importa.
Por ejemplo los políticos cuneros. Aquellos que sin tener ninguna relación con una provincia descubren súbitamente un tatarabuelo que era precisamente de esa provincia donde le interesa a su partido. Cuneros: se inventan una cuna donde más les conviene. Sabemos que es mentira, que es trampa. Y aún así salen electos. Dicen representar a una provincia pero en realidad solo representan a la ejecutiva de su partido. A los intereses de la ejecutiva de su partido. Pero los votantes se encogen de hombros y lo votan. Por costumbre. O porque qué más da si es mi partido.
Pero son elegidos al fin y al cabo. Bautizados en la democracia, así es ella, con todos los derechos propios de cualquier electo. Catecismo demócrata. El caso de Maroto es distinto. A Maroto lo empadronaron en Sotosalvos no para que lo votasen sino porque no lo habían votado. Porque no lo habían votado en su circunscripción vasca.
Así, por cataplines, sin ser votado, ha sido nombrado senador del PP en representación de Castilla y León. ¿Para defender los intereses de Castilla y León o los del PP? Nombrado a dedo por Pablo Casado, palentino, hijo de palentinos. Senador vasco al servicio de Castilla y León. Y usted me entiende que donde acabo de decir Castilla y León usted debe entender Partido Popular. O pablo Casado.
Me gustaría saber si el PP se habría atrevido a hacer senador en representación del País vasco a alguien de Sotosalvos. O de Segovia. A un castellano.