Pasear por España, salir a comer, intentar sentarse en una terraza segura, es volver a casa con la convicción de que el coronavirus ha de volver forzosamente. Somos un país de inconscientes desinformados e indisciplinados. Nos pasamos por las guirnaldas inguinales las órdenes, consejos y normas que deberían dificultar el rebrote de la maldita enfermedad que todos tememos.

A ello colabora este desgobierno que no previó lo que nos iba a pasar ni aún presenciando en tribuna lo que ocurría en Italia dos semanas antes. Regiones cerradas, cientos de muertos, carencia de mascarillas y protecciones para los sanitarios… Dos semanas antes, pero no se pudo prever. Las melodías que esta semana han empezado a hablar de acuerdos con PP que incluyan los próximos presupuestos, las suculentas limosnas europeas (a devolver con intereses, claro)  y otros asuntos pueden derivar en un sistema de protección del gobierno. Todo depende de qué sean esos “otros asuntos”. 

¿Qué grado de impunidad alcanzarán? La acción del gobierno va en ese camino, salvar su responsabilidad como sea. Para ellos solo cuentan las 450000 vidas supuestamente salvadas por el confinamiento mientas niegan los 45000 muertos habidos por las dos semanas de retraso en ese mismo confinamiento, en la toma de decisiones oficiales, en la compra de mascarillas o trajes de protección. El premio Castelar (¿Tenía que ser el premio “Castelar”?) otorgado a Fernando Simón avanza en ese proyecto de auto protección, por si no fuera ya poco tener en una mano a la Fiscalía General del… gobierno. 

Y mientras tanto por los aeropuertos entran turistas de países que ya han sufrido ese rebrote.. sin ningún tipo de control sanitario. España está encantada de volver a la pandemia, de volver a enclaustrarse y de volver a arruinarse… si es posible arruinarse más.