El asunto de los títeres proetarras está centrando toda la política nacional, hasta tal punto que el podemita en la sombra por excelencia, Juan Carlos Monedero, ha salido de su escondrijo para dar sus consejos a la alcaldesa Manuela Carmena, ahora en el disparadero por el asunto de su concejala de cultura, Celia Mayer.
Lo que quizás no sepa Carmena es que los consejos de Monedero no son lo mejor para su dañada imagen, pues hasta Podemos tuvo que prescindir del más radical de todos sus dirigentes. Así hablaba el ideólogo podemita en el podcast en la red con Fernando Berlín, otro que tampoco le iba a poner muy difícil del debate de los titiriteros —Así defiende la izquierda mediática a los titiriteros etarras: «¡Es carnaval! ¡Son marionetas y es transgresor!»–:
El Ayuntamiento también se ve un poco sorprendido por la beligerancia de gente que no acepta el resultado de las urnas. El PP desde el comienzo está intentando desde un nuevo ‘Tamayazo’ a buscar cualquier tipo de excusa para tumbar al gobierno. Y de repente hacen un falso caso con una obra de títeres que en toda la tradición son espectáculos de denuncia… Utilizan eso para acabar con la libertad de expresión. Lo que hay detrás es intentar montar un escándalo para intentar tumbar a un gobierno porque han perdido la capital de Madrid. Estamos volviéndonos locos.
Y aquí el consejo de Monedero, que «no se deje asustar» por los ‘orcos’ del Partido Popular, aunque llueva sobre mojado en Podemos con el tema proetarra —Titiriteros, el rapero Hasél, Alfon y el papelito del 78; llueve sobre mojado en Podemos–:
El Ayuntamiento también tiene que salir de esta situación de shock. Y Manuela Carmena no tiene que ser ingenua y tiene que darse cuenta de que tiene enfrente gente capaz de poner en marcha otro ‘Tamayazo’, que lo dijo textualmente Esperanza Aguirre. Manuela Carmena es una señora con mucha experiencia y con profunda sensibilidad democrática, y yo le diría que no se deje asustar por esta estrategia. Y le pediría a todos los concejales de Madrid que sean conscientes que les tienen declarada una guerra, y que no tengan éxito obligándoles a renunciar a profundos compromisos democráticos.
