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«El Defensor del Lector no se ha extendido por el temor a reconocer el error»

Óscar Gutiérrez, Jueves, 22 de septiembre 2005

"Los periodistas, me incluyo, acabamos siendo un poco arrogantes". Arrogancia que está reñida - dice el nuevo Defensor de Lector de La Vanguardia, Carles Esteban - con el reconocimiento de los errores. Dieciocho años después de su fichaje por el periódico catalán y tras haber pasado por las áreas de Economía, Sociedad y Vivir e Internacional, este barcelonés se sienta ahora en la oficina del lector para "mantener una comunicación fluida con cualquier lector que se dirija a la oficina del defensor". Esteban sustituye a Josep Maria Casasús después de cinco años en el puesto.

{p}¿Por qué cree que le han elegido para asumir la defensa del lector en La Vanguardia?{/p}

{r}He cumplido una trayectoria profesional bastante amplia. Llevo 30 años en el oficio. He pasado por diarios pequeños, otros medianos y finalmente por un diario importante como La Vanguardia. He sido redactor jefe de Economía durante siete años, redactor jefe de Sociedad durante casi siete, y los últimos cinco, redactor jefe de Internacional con lo que eso conlleva. En estos últimos cinco años, el mundo ha dado un cambio muy espectacular desde la elección en 2000 del presidente Bush, los atentados de Nueva york, Afganistán... Después de ese periodo, la dirección pensó que valía la pena poner en el cargo de Defensor del Lector una persona que hubiera estado en primera línea de fuego durante muchos años y conociera bien los mecanismos del diario.{/r}

{p1}¿Qué perfil tiene que tener un periodista para asumir la defensa del lector?{/p1}

{r1}Tiene que ser una persona que conozca a fondo los mecanismos de realización y confección del diario, la urgencia del cierre, el peso de la información, la selección de las noticias, etc. para poder orientar a los lectores que no tienen que ser expertos en esos temas cuando se dirigen quejándose de que una noticia no ha salido ese día o no la han visto. El Defensor tiene que tener unas determinadas dotes de relaciones personales. No se puede poner a una persona que pierda los nervios fácilmente porque a veces hay llamadas un poco extemporáneas o quejas o incluso insultos.

Pero el lector casi siempre tiene la razón cuando se queja. No quiero decir que haya que darle la razón porque sí siguiendo el esquema comercial. Cuando el lector se queja es porque ha entendido mal algo o algo no se ha explicado bien. Cualquiera de las circunstancias es fallo del periódico.{/r1}

{sumario}Mi idea es mantener una comunicación fluida con cualquier lector{/sumario}
{p1}¿Qué retos le plantea esta nueva ocupación?{/p1}

{r1}Tengo el encargo por dos años. Mi idea es mantener una comunicación fluida con cualquier lector que se dirija a la oficina del defensor, tanto por correo electrónico, llamada o carta manuscrita. Desde el 1 de septiembre se ha contestado a todos los lectores que se han dirigido al defensor, bien comunicándole que su queja va recogida en el artículo de cada domingo o bien aclarándole si se ha dirigido al departamento adecuado.{/r1}

{pag}{p1}¿Y con artículos de opinión?{/p1}

{r1}En el caso de los artículos de opinión, que por el estatuto del defensor yo no puedo entrar a debatir puesto que los articulistas pueden expresar libremente sus opiniones, cuando hay una queja o sugerencia, en primer lugar, se le pasa al autor del artículo y, según como, se envía a cartas de los lectores donde hay un foro donde los pueden expresar sus opiniones libremente.{/r1}

{p1}¿Qué diferencias encuentra entre la prensa de Cataluña y Madrid desde su papel como defensor del lector?{/p1}

{r1}La prensa catalana desde siempre ha sido menos taxativa en sus pronunciamientos porque en los diarios que tenemos hay un poquito de todo. En el caso de La Vanguardia, siempre ha habido un intento de preservar ese carácter de cierta independencia o tendencia al centrismo. La prensa de Madrid está mucho más decantada. La catalana, con matices, me dá la impresión que está menos mediatizada o que sus tendencias se expresan mucho más suaves.{/r1}

{p1}¿Por qué la figura del Defensor del lector es excepcional en la prensa española e incluso prescindible?{/p1}

{r1}Creo que los periodistas, me incluyo, acabamos siendo un poco arrogantes por la sencilla razón que nuestro trabajo consiste en manejar información. Aunque no quieras, se va construyendo un ego que te aleja de la gente normal. La arrogancia siempre está reñida con la autocrítica y  con el reconocimiento de que todos somos humanos y nos equivocamos. Los norteamericanos se dieron cuenta de que se estaba generando una cierta distancia y que los periodistas y las empresas estaban adoptando un papel un poco prepotente ante los lectores. Ante un error costaba mucho reconocerlo. Fueron los primeros en crear la Fe de Erratas y, posteriormente, se dieron cuenta de que había que ir más allá y crear una figura que ejerciese la labor de autocrítica.

Pero aquí, la figura del Defensor no ha acabado de extenderse en las empresas periodísticas españolas porque queda un temor a reconocer el error. Reconocerlo es una ventaja, pero hay quien cree que reconocer los errores puede afectar la credibilidad del diario.{/r1}