Dice que contrasta con la Alianza de Civilizaciones de Zapatero

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The Wall Street Journal compara la valla de Melilla con el Muro de Berlín

PD, Martes, 27 de septiembre 2005
The Wall Street Journal» criticaba en su edición europea del lunes al presidente Zapatero, por promover una Alianza de Civilizaciones mientras las autoridades españolas levantan «un muro del apartheid» en Melilla para evitar la entrada de inmigrantes subsaharianos.

 El diario -considerado la biblia del empresariado occidental- subraya en uno de sus editoriales que la actual valla que separa la ciudad autónomoa española de Marruecos vaya a ser elevada «hasta llegar a ser más alta que el antiguo muro de Berlín.

Hace hincapié el rotativo en que mientras España y gran parte de Europa condenan a Israel por construir un muro de seguridad en Cisjordania, el Gobierno socialista, «que habla grandiosamente» de Alianza de Civilizaciones, hace lo mismo. «Sin embargo, a diferencia de Israel, este muro no está destinado a detener terroristas y a salvar vidas. Pretende mantener alejados a los subsaharianos que buscan una vida mejor», indica a sus lectores.

Como subraya en un artículo de opinión Diario de Sevilla, el problema de las palabras es que son oídas por quienes nos juzgan a partir de la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.

Los analistas de WSJ parecen ignorar la realidad de lo que ocurre en el Estrecho y la naturaleza española de Ceuta y Melilla, pero no yerran el tiro cuando ponen en evidencia, con extrema dureza, el clamoroso contraste que hay entre propuestas como la Alianza entre Civilizaciones y lo que las circunstancias obligan a cualquier gobierno digno de ese nombre.

Acierta el WSJ al confrontar esa dolorosa necesidad con los floridos discursos de nuestro presidente.

Lo peor del proyecto de la Alianza de Civilizaciones propuesta por José Luis Rodríguez Zapatero no reside en su carácter propagandístico, sino en que se trate de una propaganda voluntaria o involuntariamente engañosa (según sea resultado de una cínica operación de imagen o de un erróneo convencimiento). Un político está en su derecho de dar publicidad a sus acciones para obtener mayor credibilidad personal, reforzar su liderazgo y afirmar las posiciones del partido al que pertenece. Pero si lo que dice no se corresponde a lo que hace y entra en contradicción con los datos de la realidad, la propuesta se hace sospechosa de ser propaganda engañosa o ilusión de bobo.

Es lícito preguntarse qué correspondencia hay entre las palabras y la realidad en la cuestión de la Alianza entre Civilizaciones. Si Moratinos ha dicho que "va más allá del diálogo y del conocimiento mutuo, al intentar establecer un programa de actuaciones concretas en educación y juventud, medios de comunicación, emigración y un amplio espectro de cuestiones sociales y económicas", ¿cómo se propone desde uno de los países educativamente más atrasados de la Unión Europea, con una política comunicativa caótica, un gravísimo –por su situación geográfica– e irresuelto –por mal planteado– problema de inmigración que obliga a tomar medidas tan duras como la de Melilla y tantas asignaturas pendientes en cuestiones sociales y económicas?

Es cierto que entre los cinco objetivos prioritarios de los Presupuestos Generales del Estado para 2006 el Gobierno ha situado "la formación de capital físico, humano y tecnológico, a través de la inversión en I+D+i, educación e infraestructuras" junto a la mejora de la protección social, el incremento de la ayuda oficial al desarrollo, la sanidad y los servicios públicos de calidad.

Pero, al margen de que el incremento es insuficiente con relación a las carencias, nuestro retraso es tal, el problema de la inmigración incontrolada tan grave, la situación educativa tan caótica y la inducción ambiental tan adversa al esfuerzo y al ideal educativo, que es sospechoso que la propuesta a la comunidad internacional de la Alianza entre Civilizaciones nazca en este país tan necesitado de alianzas más modestas y menos grandilocuentes pero no menos importantes.