Las ediciones de papel apenas se han hecho eco del paro indefinido iniciado a medianoche por los camioneros y que ya ha puesto patas arriba Mercamadrid y el abastecimiento de media España. Un único y rocambolesco asunto, coincide en todas las portadas: Maragall y su baile de consejeros. El Periódico cifra en 5 los que relevará hoy. Es un desafío al tripartito, según La Vanguardia. El ABC dice que el PSC los ve innecesarios y que Artur Mas reta al President a una moción de confianza. El Mundo afirma que Montilla está contra ese cambio. El País lo niega todo: "Maragall aplaza todo, incluido el nombramiento de su hermano, por falta de apoyos". 

 José Antich,  director de La Vanguardia habla de "Una crisis con formato de vodevil", y se queja porque, cuando no viene la crisis por la incomprensión en el resto de España de las peticiones del Estatuto, provocan una crisis los propios políticos catalanes:

Está visto que en la vida política catalana puede haber de todo menos tranquilidad y sosiego. Cuando los líos no vienen dados por la incomprensión que ha producido en amplias capas de la opinión pública española el proyecto de Estatut, somos capaces de organizar la polémica nosotros mismos.[...] ¿Pero puede alguien tomarnos en serio?

ABC lleva un editorial titulado "Maragall se despeña" donde sin ambages se afirma que el Presidente ha perdido la imagen y el crédito político:

LA capacidad de Pasqual Maragall para crear problemas está adquiriendo dimensiones homéricas. En sólo cuarenta y ocho horas y con un único movimiento (una consulta a ERC para remodelar su Gobierno y colocar en el nuevo gabinete a su hermano) ha conseguido soliviantar a su propio partido, a sus socios en el tripartito y a la principal fuerza política de la oposición en Cataluña.

Tal es el tamaño de la brecha abierta y tantos los flancos de queja que ha desatado que ya resulta difícil encontrar en la política actual alguien que propenda a crear convulsiones de ese tamaño y de manera tan habitual. Baste recordar el episodio que protagonizó al pronunciar la famosa frase («Ustedes tienen un problema que se llama 3 por ciento») con la que venía a acusar de corrupción a CiU.

Ahí es nada. Para salir del atolladero en el que se encontraba por el escándalo del barrio del Carmelo, y agobiado por las acusaciones de negligencias de todo tipo que señalaban a su gobierno en aquel hundimiento, lanzó semejante cortina de humo (en sede parlamentaria) que multiplicó por seis el revuelo, la confusión y el desconcierto en la opinión pública.

Es decir, y dicho de manera más sencilla, Maragall tiende a crear un problemón para salir de un problema. Ahora, vuelve a ocurrir lo mismo con el intento de abrir una crisis en su gobierno. 

En El Mundo, hay un folletín firmado por Casimiro Garcia Abadillo donde se cuenta que Maragall se sorprendió cuando Zapatero pactó a escondidas con Mas, después de haber sido cuestionado, al formar gobierno con ERC, y haberle plantado cara a los jefes del PSOE. Ahora da pruebas de ruptura con el PSC y desconfianza hacia el PSOE.

Esta polémica llega después de la decisión de Zapatero. Como informa El País, ofrece un pacto financiero a Cataluña: le otorga más del 50% del IRPF a cambio de seguir controlando de IVA e Impuesto de Sociedades.

 La Vanguardia interpreta esto como un intento de variar el Estatuto para que el estado mantenga su recaudación.

El Mundo entrevista a José Blanco. Las preguntas las hace -como siempre- Esther Esteban y el secretario de Organización del PSOE responde como puede. Entre otras cosas, afirma sin pestañear que cuando finalice la reforma del texto, "Cataluña será más España y España estará más unida. El PP sólo se siente cómodo en el fango. El Estatuto catalán debe ser, además de constitucional, razonable":

P.- ¿Usted tiene una ligera idea de cuáles son esas ocho fórmulas a que se ha referido Zapatero? Porque Rajoy ha dicho que decir eso es una burla a los ciudadanos

R.- La opinión del PP sobre este tema, y en especial la de Rajoy, me resulta poco importante. Aznar acostumbró al PP a resolverlo todo a portazos, pero eso no es lo que España necesita. No es la hora de dar un portazo al Parlamento de Cataluña, como quiere el PP, que sólo estimula la división y el enfrentamiento entre comunidades.

P.- Perdone que insista. ¿Podría adelantar alguna de esas fórmulas?

R.- No, porque no es el momento. Primero debemos planteárselas al resto de fuerzas parlamentarias.

P.- ¿Y si el PP se queda al margen, qué pasa? ¿Una reforma de este calado se puede hacer sin un partido con 10 millones de votos?

R.- Se puede hacer al margen del PP, porque se exige una mayoría que es posible sin su concurso. Dicho esto, me gustaría contar con ellos porque significaría que abandonan sus posiciones más inmovilistas. Pero temo que ellos no quieren.

P.- Admita que las discrepancias no sólo son del PP. De puertas adentro de su partido hay opiniones tan dispares que algunos hablan de ruptura.

R.- No hay ningún riesgo de fractura en el PSOE. El partido que se va a fracturar si se aprueba un Estatuto razonable es el PP, donde hay dos posiciones enfrentadas: una es la de Rajoy, que representa el peor inmovilismo y se niega a pactar; la otra es la de una minoría que quiere la solución pactada. Si fuera por los que hoy dirigen el PP, España seguiría en el posfranquismo más reaccionario.

P.- Yo preguntaba por el partido del que usted es el número dos

R.- En el PSOE existen expresiones y matices diferentes con un texto que acaba de llegar del Parlamento de Cataluña, pero los socialistas defendemos lo mismo: la cohesión de España y el derecho de las comunidades a tener su propia identidad; sobre este principio básico no hay ninguna discrepancia.

Extraño el optimismo de Blanco. Sobre todo si se lee El País, cuyo peso sobre las decisiones de cualquier gobierno y en particular sobre las de Zapatero es más que notable, destaca un artículo sobre el Estatuto catalán firmado por Enrique Gil Calvo con el título "Plan B":

La luna de miel entre Zapatero y los españoles acaba de concluir, súbitamente cancelada por los efectos demoscópicos de la crisis del Estatut. Y si esta pérdida de confianza se debe al reciente debate en el Parlament de Cataluña, ya puede imaginarse lo que ocurrirá en el tormentoso invierno que se avecina, cuando las Cortes de Madrid estén casi a diario okupadas por los comisionados que debatirán a tres bandas (Gobierno, oposición y delegación catalana) la reforma de la reforma del Estatut. Pues por mucho que La Moncloa insista en su inverosímil optimismo, lo cierto es que las cuentas no cuadran, y lo más probable es que resulte imposible llegar a un consenso satisfactorio.{pag}

Vemos en ABC el plan “B” de Rajoy. Firma el artículo J.L. Lorente y dice que el líder del PP ha decidido que su partido no se vaya de ningún foro político. Seguirá en los debates, pero irá al Constitucional si se tramita el Estatuto como una reforma estatutaria y no como un cambio en la Carta Magna. Y esperará a pactar con el PSOE si no se pone de acuerdo con las minorías.

El PP se empleará a fondo en dos frentes. Por un lado, obligará a la Mesa a debatir la propuesta de los populares de que exista un pronunciamiento previo del Consejo de Estado, el CGPJ y el Tribunal de Cuentas, que son tres de los órganos constitucionales afectados por la reforma. Por otro lado, el PP llevará al TC la decisión de la Mesa de aceptar la tramitación del texto catalán como una reforma estatutaria y no como una modificación de la Carta Magna. Fue lo que los populares no hicieron con el plan Ibarretxe, conscientes de que ese proyecto iba a ser derrotado por el Pleno de las Cortes.

Luis María Ansón, desde su Canela Fina, le pide que dimita y convoque elecciones, pidiendo perdón. Titula su pieza "La urticaria de los españoles": 

Desde su inequívoca posición socialista, Paco Vázquez suele conectar certeramente con el sentimiento general de los españoles.

El Mundo -de la mano de Antonio Rubio- cierra el círculo del 11-M, acusando a los servicios de inteligencia de, al menos, conocer algo, porque sus tres jefes estaban controlados por guardia civil, policía y CNI. Explica que ‘El Pollero’ controlaba cada paso de Lamari. Opina que los agentes no fueron capaces de impedir la masacre ni detenerlos con vida. Quiere conocer las causas de los errores:

«Tenéis que darnos 48 horas. No podéis detener a Sabagh Safwan hasta que hablemos con él. Es uno de nuestros hombres más importantes». Esta fue, más o menos, la conversación que se produjo entre el responsable del área Contraterrorismo-Islam del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y el jefe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía el 22 de marzo de 2004, 11 días después de los atentados del 11-M.

La Policía aceptó la petición del CNI a medias y, finalmente, otorgó un margen de 24 horas para que los agentes de los servicios secretos hablaran con su confidente, el sirio Sabagh Safwan, apodado El Pollero, antes de ser detenido por su relación con el comando Lavapiés, que actuó contra los trenes de la muerte.

El informador de los servicios de Inteligencia vivía y vive en Valencia, y allí fue detenido por inspectores de la Comisaría General de Información de la Policía el 24 de marzo de 2004 por su relación y apoyo al miembro del GIA (Grupo Islámico Armado) Alekema Lamari, considerado por el CNI el jefe militar del 11-M.

Efectivamente, Sabagh Safwan se había convertido en uno de los principales agentes o infiltrados del CNI en el mundillo de los radicales islamistas en España y tenía el encargo especial de controlar y seguir a Alekema Lamari. Ese control sobre el terrorista argelino era total, hasta el punto que el 2 de abril, un día antes del suicidio del comando Lavapiés, Sabagh se encontraba en Madrid con el único objetivo de ayudar al CNI a descubrir dónde se ocultaba Lamari y el resto de los terroristas que cometieron los atentados del 11-M.

Por ese motivo, el 22 de noviembre de 2004 el juez Juan del Olmo solicitó al CNI y al Ministerio del Interior la desclasificación de todos los informes y documentos que estuvieran en su poder relacionados con el terrorista argelino. Pero hasta el pasado día 16, el magistrado de la Audiencia Nacional no recibió el visto bueno del Consejo de Ministros para que los servicios secretos remitieran a su juzgado cuatro informes elaborados por el CNI sobre Alekema Lamari.

Vemos en El Correo que ETA lleva la acción armada a Francia para reabastecer su aparto logístico. Están acumulando explosivos y material para matrículas y carnés y compran subfusiles en los Balcanes, como explica hoy La Razón. En El Mundo, Defensa asciende a coronel a un oficial de la Guardia Civil condenado a 6 años de cárcel por narcotráfico. {pag}

ABC da cuenta de la alarma en la Unión Europea por el paso clandestino de 25.000 subsaharianos desde España, con destino Francia, Bélgica y Holanda. Una cifra similar se ha quedado aquí después de la última regularización. El País explica que Rabat estudia crear un campamento para inmigrantes cerca de Melilla.

Se queja el editorial de ABC que España hace el “Juan Palomo” y que eso trae riesgos, sobre todo cuando se juega en equipo en Europa.

En cambio, todos opinan que estuvo bien arropada España en la cumbre iberoamericana, aunque Juan Roldán explica que fue el Rey quien terció para limar asperezas en la declaración contra el bloqueo a Cuba. Esta gestión gustó a Estados Unidos. 

Todos se hacen eco del vicepresidente de Calabria, asesinado a tiros cuando iba a votar.

Y saludan a Dani Pedrosa, tricampeón del mundo de motociclismo, con el hombro roto. A él se une la victoria de Alonso y la llegada de Nadal a Madrid para el torneo de esta semana. ABC cataloga de ‘Gran operación triunfo’ el éxito de estos jóvenes.

En este diario, un satélite espiará a los osos panda para estudiar su escasa actividad sexual.

 El Mundo se hace eco de la petición de calma, desde la OMS, por la gripe del Pollo. Aunque en El País vemos que el sureste asiático lleva dos años luchando sin conseguir frenarla. Aquí vemos que se buscan 60.000 científicos para que España suba al tren tecnológico. Entrevistan a Joan Massagué: está en el futuro, con la investigación del cáncer. Y en la educación, padres, docentes y centros exigen un pacto.

El Periódico afirma que los pisos nuevos llegan a 6.000 euros por metro cuadrado en casi toda BCN.