"Con este libro no busco nada. No intento llegar a ningún sitio", escribe Ángela Rodicio en el prólogo de Acabar con el personaje. "Nunca he sentido, en toda mi vida, ni rencor, ni deseos de venganza."
A pesar de sus dulces palabras, Rodicio, que mañana miércoles presenta su libro en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, ha intentado vengarse y de qué forma.
Dice de su ex jefe Alfredo Urdaci, que tiene "un servilismo sin límites". A su ex cámara durante quince años José Luis Márquez, le llama Mastuerzo --"majadero"-- durante toda la obra. A Arturo Pérez Reverte lo tilda de "espía". A Fran Sevilla lo llama "farsante". A Jiménez Losantos lo equipara a "Goebbels" y así... hasta Aznar.
{ladillo}URDACI: "El ser más odiado"{/ladillo}
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El director de informativos es el ser más odiado en amplios estamentos sociales. Por una vez me alegro de estar con la mayoría. Aunque no le odie. Su grado de servilismo no conoce límites. (pág. 281)
Todos los periodistas acusamos el golpe [la muerte de Couso] con una fatiga general y mental, que llevaba a personalizar la guerra, algo de lo que siempre he huido por pudor profesional. En la conexión de la noche, tuve que responder a una de las habitualdes y tramposas preguntas retóricas de Urdaci:
--Buenas noches, Ángela... ¿No sabíais los periodistas, porque os lo había hecho llegar el ministro de Defensa, Federico Trillo, que el Palestina se hallaba entre los objetivos militares de la ofensiva aliada?
--Buenas noches a todos... (--Siempre subrayaba lo de todos, porque sí podía pasar gramatical e intelectualmente de él--) (...)
Meses después, Miguel Ángel Moratinos y Javier Solana (...) me describían la cara de horror de Urdaci aquella noche. Entonces comencé a pensar que, definitivamente, tenía los días contados, Sobre todo, porque ni mi jefe directo, el sin labios, light, ni el mismo Urdaci, habían tenido ya no la deferencia, sino el detalle formal, de mencionar para nada mi labor durante aquellos meses; como si no hubiera existido, ni la guerra, ni yo misma. (pág. 106)
"Estás cesada"
18 de diciembre de 2003. Me hallo en Hebrón para filmar las actividades de restauración del casco viejo. (...) Entonces recibí la llamada. Mi "viaje", también estaba a punto de terminar.
--Dicen en Madrid que tienes que presentarte el jefe de informativos mañana mismo por la mañana.
No podía entender tanta celeridad. (...) Entre medias Urdaci me había llamado.
--¿Cómo llevas el programa? Es muy importante que quede bien. Mañana nos vemos. ¿A qué hora llegas?
Era la segunda llamada de Urdaci en años. (...) No puedo estar en el despacho de Urdaci antes de las cuatro y media de la tarde. (...) No hace falta ser muy intuitiva. Es el acto final de una tragedia anunciada desde mucho tiempo atrás. Ahora está a punto de consumarse. (...)
Urdaci, un joven prematuramente viejo, me acerca una hoja en la que hay una relación de gastos realizados con la tarjeta Visa de la empresa en Roma, el pasado mes de octubre. (...)
--Entréganos tu pasaporte y la tarjeta Visa de la empresa; no regreses a Israel. Firma este documento.
El documento, una página, está redactado en inglés. (...)
--¿Qué es esto? --me atrevo a preguntar. Las miradas de los tres [Urdaci, la jefa de personal y el director económico-financiero] reflejan una cierta preocupación que ahora interpreto como temor a que no accediera a sus deseos.
--Más te vale firmar. --Urdaci se dirige a ellos como si aquello estuviera totalmente bajo su control. (...)
Decido firmar pensando que me parece perfecto que Inmaculada [Inmaculada Pérez Minocci, administradora encargada de auditar ls cuentas de TVE en Israel] vuelva a comprobarlo todo una vez más.
--Estás cesada. --Apenas le paso el papel con mi firma estampada con un rotulador precario que se halla sobre la mesa, Urdaci pronuncia el veredicto, con tono triunfal. Se me niega el derecho, fundamental para cualquier trabajador, de disponer de una copia del documento. (págs. 174 a 177)
Los abogados [José Manuel Gómez Benítez y su hermana Alicia, laboralista] piden por la vía judicial el "documento" que firmé en el despacho de Urdaci. Nunca lo entregarán. (pág. 279)
Cada vez que salgo de casa [en Jerusalén], me hago la loca pero veo que un coche blanco --Fiat, para continuar la tradición-- me sigue. (...) Regreso a mi casa el día de Nochebuena sobre las once de la noche. Unos segundos después de haber cerrado la puerta a mis espaldas, el ruso del Fiat la aporrea gritando mi nombre. (...) Es muy tarde. Es Nochebuena. Estoy sola. No abro. A la mañana siguiente el ruso con la cazadora tres cuartos de piel negra vuelve a las andadas. Llamo al cónsul. Pienso que, al menos, puedo tener un testigo. Responde a mi llamada y viene pero, para entonces, el ruso se ha ido. No sin antes dejar pegada a mi puerta al nivel de la calle una hoja, el estilo de un "bando". Es una nota de la empresa donde se me comunica, después de una semana de acoso y derribo, ¡mi cese! (pág. 192)
{pag}Regreso a Televisión Española. Tras el cese, aguardo el despido, como habían adelantado las orcas por los pasillos. (...) Por el momento me han destinado a Informe Semanal. (...) El número dos de Urdaci, Pedro Roncal, me ha comunicado mi nuevo destino laboral confesando que no ha querido saber ni tomar cartas en aquel asunto tan "desagradable". (...) Al parecer, Urdaci y Roncal no se hablan dsede hace meses. Lo mismo me sugiere Baltasar Magro, el director del programa para el que tanto he trabajado todos estos años. Magro tampoco se fia de Urdaci. (pág. 272).
Febrero comienza con la recta final hacia mi despido. Se me ofrece una salida pactada, si reconozco deudas en mis tres años y medio como corresponsal en Jerusalén por valor de 36.000 euros, menos de la mitad del presupuesto de un mes sin mucha información en la oficina. (pág. 274)
4 de febrero de 2003. En un periódico de derechas se publica que mi empresa me ha despedido. Vuelven a insistir en los gastos de la tarjeta de crédito y me desprestigian desgranando la versión de la empresa, según la cual yo estoy dispuesta a irme, admitiendo implícitamente mi culpa. Llamo a Urdaci. Le pregunto que qué más pretende. Se lava las manos como Pilatos. Como si no fuera con él. Poco después su secretaria me convoca en su despacho para las cinco de la tarde. (...) Se trata de otra encerrona, como la de diciembre. (...) El jefe de administración de corresponsalías, José Miguel González, el antiproductor que siempre dice a todo que no para no dar clavo, actúa como si no tuviera que ver con él. (...) Dos de sus ayudantes asienten. Uno de ellos es una vieja amiga que me sugiere, primero, que si firmo mi propio despido, ponga la hora: las cinco y media; después pregunta si tengo buenos abogados. (...) Me había referido, anteriormente, que Mastuerzo [José Luis Márquez] era el espía de González y Urdaci, a quienes les chivaba todas mis idas y venidas. (...) Al mismo tiempo que recibo, por personas interpuestas, la comunicación de mi despido, supongo que Alfredo Urdaci está siguiendo (...) a José María Aznar hablando ante el Congreso norteamericano. (...) Ver a Aznar dándoselas de gran líder (...) sólo viene a subrayar más si cabe lo abyecto de mi desgracia; su "despreciable vileza", habría dicho Julio [Fuentes]. El día después los periódicos, menos El País que se ha mantenido siempre al margen, recogen la noticia del despido. (págs. 291 y 292).
Las chaquetas de Armani
Urdaci, con un sueldo de muchas decenas de millones de pesetas al año, se había blindado con una cláusula denominada "derecho de imagen", lo mismo que otros de la empresa, para comprender gastos de vestuario. En esos contratos se refleja cómo se adjudican partidas de dinero especiales a todos los que "salen en pantalla". Nunca, en quince años, se me ha ocurrido pedir absolutamente nada. Una estilista reclutada por el mismo jefe distribuye consejos y prendas de firmas de prestigio entre todos ellos. Las chaquetas de Urdaci suelen ser de Armani. (pág. 180)
{ladillo}Alfredo Urdaci responde a Rodicio{/ladillo}
PERIODISTA DIGITAL se ha puesto en contacto con Alfredo Urdaci para conocer su opinión sobre el contenido del libro de Angela Rodicio. Estas han sido sus respuestas:
Vi en su libro que achaca su despido a una conspiración israelí. Eso es un delirio. Ella viene a decir que hubo una reunión en mi despacho con el embajador de Israel en España, en la que se pactó su sustitución. Pero en TVE hay controles de absolutamente todas las personas que entran y salen, y puedo asegurar que jamás ha entrado en mi despacho. Ni siquiera hablé con él por teléfono.
En cuanto a que Márquez estaba allí para vigilarla o espiarla, es un disparate. Para empezar, Márquez estaba en la delegación de TVE en Jerusalén mucho tiempo antes que ella, ya con Daniel Peral, actual jefe de Internacional. Yo no sabía que Ángela y José Luis Márquez tenían malas relaciones hasta que en una visita de ella a Madrid nos pidió que sacáramos a Márquez de allí, a lo que nos negamos, por supuesto.
Al parecer, ellos tenían malas relaciones desde hacía mucho tiempo, creo que desde que coincidieron en Bosnia. Y también se vieron en Budapest, en la época de María Antonia Iglesias, y aquello debió de acabar mal. Sí que se peleaban como niños, a veces él grababa imágenes muy buenas y ella no las utilizaba y tenían peleas constantes en las que yo tenía que poner paz a miles de kilómetros de distancia.
Pero decir que le habíamos pedido que la espiara o vigilara es una locura, un disparate. No había nada que vigilar, porque su vida privada no tenía el menos interés para nosotros, y en cuanto a sus cuentas, era ella quien tenía que dar cuentas, como administradora que era, además de corresponsal, cada mes.
Dice que le pedí a Federico Jiménez Losantos que pidiera su cese en una columna de El Mundo, pero ¿de verdad piensa que Federico puede hacer algo por orden del Gobierno o mía? Él siempre ha disparado contra la televisión pública, y en mí época recuerdo que escribió un artículo titulado Las Huríes de TVE en el que hablaba algo de Ángela Rodicio y criticaba, sobre todo, a Almudena Ariza por cubrirse con un pañuelo cuando cubría información desde Afganistán.
En cuanto a lo que ella llama encerronas en mi despacho, ella fue convocada en mi despacho por un tema económico, por lo que también estaban en esa reunión Milagros Hernández (jefa de Personal) y Manolo Esteve (gerente), que tenían que estar presentes por tratarse de una cuestión económica. Ella, además de corresponsal, era la administradora de las cuentas de TVE allí, por lo que se le pidió que firmara un poder a la abogada del caso para que pudiera acceder a ellas. Ángela Rodicio tenía que autorizar a otra persona.
{pag}El documento estaba en inglés porque era necesario para poder presentarlo en Israel. No puede calificarlo como una encerrona, ni dar a entender que como estaba en inglés no sabía lo que firmaba, porque ella sabe mucho más inglés que cualquiera de los que estábamos allí, y la reunión duró tres horas y media, así que tuvo tiempo suficiente para saber lo que firmaba.
La relación que yo tenía con ella era exactamente la misma que podía tener con cualquier otro corresponsal. Nunca podrá decir que se le censuraran sus crónicas o que se dejara de emitir alguna de ellas. De hecho trabajaba con total libertad e independencia y profesionalmente nunca se ha alegado nada contra ella. Lo que ha pasado ha sido exclusivamente por una cuestión económica. Los gastos de TVE en Israel se dispararon por tres o por cuatro veces cada mes.
En cuanto a la cuestión laboral, el juez le dio la razón calificando su despido como improcedente, pero su gestión de las cuentas sigue en manos del Tribunal de Cuentas.
Yo hice lo que tenía que hacer, que era cesarla como corresponsal. Le dije que dejaba de ser corresponsal pero que podía seguir en Madrid como redactora, siempre que devolviera todo el dinero que había cogido. Pero ella se negó, por lo que se le abrió un expediente que acabó en despido.
Durante esos años recibí muchas referencias de ella, de gente que había coincidido con ella en los lugares desde los que trabajaba, pero lo que me dijeron es información privada que no voy a desvelar. De todas formas, lo que pudieran haberme contado de ella nunca influyó a la hora de considerarla como una profesional, ni cuando decidí cesarla por este tema económico.
Nadie de la dirección filtró la información de su despido ni las causas a la prensa. Yo no tenía ningún interés en que saliera a la opinión pública. Es verdad que se podía haber llevado de forma más discreta, pero aún así, lo que se dijo fue lo que sucedió.
{ladillo}El cámara José Luis Márquez "Mastuerzo", espía, profesional de las bajas laborales y putero a cuenta de TVE en La Habana{/ladillo}
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A pesar de ser la única representante de la prensa española [octubre de 2002, escándalo de las torturas en Abu Greib], entre un puñado de enviados especiales, TVE no quería mis crónicas. Sobre la liberación de los presos de Abu Greib no pude hacer más que una, y sólo porque era domingo. Una continua decepción y una continua amargura. Yo seguía insistiendo en cubrir la información del país del que más sabía; sin pararme en pensar en ningún momento que me estaba poniendo a tiro del gobierno y de la peor calaña de mi propia casa:
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{pag}Ahi debió ser [Rodicio y José Luis Márquez tienen un accidente de coche sin consecuencias camino de Mosul a finales de 2002] cuando a Mastuerzo se le ocurrió una de sus rentables ideas. A escondidas, aquella misma noche, se fue a un médico privado. Pidió que le hiciera un certificado por una vieja lesión que tiene en la espalda y que le garantiza parte de sus continuas bajas laborales, planeó el enésimo desembolso del seguro y, aprovechando que ya llevaba quince días en Bagdad, anunció que se marchaba. El jefe de internacional, su amigo, decidió que Irak carecía de interés y me ordenó que regresara con él a Jerusalén. (pág. 62)
Jaled me tiene informada por el móvil israelí pinchado. Las dos orcas asesinas [Inmaculada Pérez Minocci y Dolores de la Morena, enviadas para auditar las cuentas] han aparecido en la oficina con un cerrajero para forzar la entrada en mi despacho. Que, antes de que hubieran hecho acto de presencia, él, Jesica y Tali, la montadora --Mastuerzo [José Luis Márquez], el cámara, se hallaba aquellos días en Madrid, con otra de sus bajas que le tenían alejado del trabajo una media de diez meses al año--, habían acordado desentenderse de todo. (pág. 181)
Como siempre, Mastuerzo [José Luis Márquez] se había adelantado a los demás en las cuestiones prácticas. Un buen día, tomó a Jaled, se fue a comprar una caja fuerte y sacó todo su dinero del banco y lo guardó en ella. Una cantidad tan ingente que había escandalizado a Jaled. Mastuerzo, con sus tejemanejes, se había vuelto rico. (pág. 184)
Han estado esperando [para destituirla], con información desde la propia oficina, más que presumiblemente de Mastuerzo, el amigo de Urdaci que presumía a mis espaldas de haber sido puesto allí para "vigilarme", a que diese un paso en falso para poder organizar mi destitución. (pág. 179)
Así escribe sus historias gente como Mastuerzo. Nunca he podido discernir, a pesar de haberlo pensado mucho, si viene primero la cobardía o la mentira. Ambas son inconmesurablemente interdependientes. En su caso [José Luis Marquez] el ensamblaje de sendas armas de demagogia es la obra maestra de su vida. (pág. 356)
{ladillo}Arturo Pérez Reverte "Turí", el espía que pagaba a los soldados, y la "niña Rodicio" {/ladillo}
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{pag}{ladillo}Miguel Gónzález, reportero de El País, puntualiza{/ladillo}
El periodista de El País Miguel González, tras ser contactado telefónicamente por PERIODISTA DIGITAL para conocer su opinión sobre el párrafo que le dedica Rodicio en su libro, ha remitido por correo electrónico a nuestra redacción el siguiente texto:
Si la memoria no me traiciona, en una cena en Split (Croacia), en el otoño de 1992, empezó a hablarse sobre distintas maneras de informar sobre la guerra.
Yo dije que me gustaba más el estilo de Ángela Rodicio, que prestaba atención a la vida cotidiana de la gente, que el de Pérez Reverte, que siempre aparecía en medio de una batalla. Añadí que el verdadero drama de aquella guerra (Yugoslavia) no estaba en las escaramuzas armadas, sino en la retaguardia; y que si uno quería grabar disparos bastaba con pagarle unos pocos dólares a cualquiera que tuviese un Kalashnikov.
Y había muchos candidatos. No dije que Pérez-Reverte pagase por ello, porque no tenía pruebas, pero Márquez así lo entendió y lo fue contando.
Han pasado los años y, aunque ya no me gustan ni Reverte ni Rodicio, sigo pensando, como entonces, que determinado periodismo de hazañas bélicas, nos lleva o al riesgo innecesario (y el periodismo español ha pagado ya un precio demasiado alto) o al mercadeo. Por lo demás, no recuerdo la conversación que ella narra, pero desde luego no pude utilizar esos apodos al referirme a Pérez Reverte y Márquez, porque los desconocía hasta hoy mismo
{ladillo}Tres jefes de Internacional de TVE: Carmelo Machín "el mediocre", Fernando Giles "el ultraderechista" y Daniel Peral "el light"{/ladillo}
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Tres jefes de internacional sucesivos, desde 1996, me habían visto como una especie de cometa incómoda. El primero [Carmelo Machín] era un mediocre; el segundo [Fernando Giles], un ultraderechista, ex empleado del diario El Alcázar. Su máxima aspiración era llegar con la mayor cantidad de ingresos posibles a la jubilación; para ello se había convertido en la mano derecha del director de informativos, un ex militante de la Liga Comunista Revolucionaria, reconvertido en portavoz de José María Aznar. El tercero [Daniel Peral], mi sustituto del 96 en Jerusalén, el light, no podía soportar haber estado de brazos cruzados cuatro años y que, en agosto de 2000, cuando yo tomé el relevo, estallase la Segunda Intifida y la zona se convirtiese en el punto más caliente, informativamente hablando, del planeta. (...) Después de languidecer, profesionalmente, durante cuatro años, en agosto de 2000 regresaba de corresponsal a mi oficina de Jerusalén, para tomar el relevo del colega que se había cansado de Oriente Medio. (págs. 42-43)
{ladillo}El "colega" de RNE, Fran Sevilla, un auténtico farsante, y la delirante historia de un chaleco antibalas{/ladillo}
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El colega de RNE se me acercó la noche que nos cambiamos del hotel al-Rashid al Palestina, en medio del caos general --no teníamos habitaciones suficientes, y habíamos desembarcado en el hall con centenares de litros de agua y provisiones, además de todo el equipo técnico--, y me pidió "su chaleco". Le dije que esperase a que tuviésemos dormitorios y pudiésemos abrir las cajas. Días después le dimos un chaleco. Al parecer, ese chaleco, precisamente ese, no era el suyo. Yo no tenía ni idea de que hubiera encargado uno específico. Como él nunca salía de un hotelucho en el que se alojaba y donde, incluso, se encerraba sin mandar crónicas para hacerse el interesante, no le volvimos a ver hasta casi acabada la guerra. Entonces, de repente, me acusó nada menos que de haberle robado su chaleco y ¡haber destruido una carta que le había escrito su hija! El "colega", en ningún momento se había dignado ayudarnos a recuperar el envío, ni se había ofrecido a pagar al menos parte de los sobornos que nos había costado el rescate del cargamento. Se dedicaba a despotricar, no contra el equipo, sino contra mí, como si yo tuviera tiempo para dedicarlo a hacerle la pascua. De vuelta a España, buscó cómplices, con la ayuda de su íntimo amigo Mastuerzo, para hacer llegar al periódico El Mundo una historia falsa, una calumnia por la que, en su delirio, me hacía responsable de ¡haber puesto en peligro su vida por no haberle dado el chaleco con las letras PRESS en blanco en vez de en verde! Un auténtico farsante. (pág. 82)
{pag}{ladillo}Jiménez Losantos, el Goebbels ario y ex comunista reciclado, y el misterioso artículo desaparecido de los archivos del diario El Mundo{/ladillo}
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Una destitución [19 diciembre 2003] que ya ha sido anunciada, hace menos de dos semanas, en su columna de El Mundo, por Goebbels Losantos. "Pido al director general de TVE la distitución de Angela Rodicio", había escrito, presumiblemente a instancias de alguien desde Moncloa --¿el secretario de comunicación?-- y del mismo Urdaci. Me han llamado para advertirme. Ahora esta columna ha desaparecido de los archivos del diario. (pág. 179)
Recuerdo las peticiones de destitución del pequeño Goebbels local en el diario El Mundo, en un artículo publicado pocos días antes del estallido del escándalo en el mismo diario al que luego filtrarían "fuentes solventes" mis supuestos delitos. El artículo de marras ha desaparecido muy curiosamente del archivo de El Mundo. Como tantas otras cosas. (pág. 354)
Desde Madrid, noticias de varios colegas me advierten que en El Mundo se prepara un artículo demoledor con "información" de Televisión Española. El diario, conocido por su servidumbre a la hora de publicar los dossieres que le hacen llegar poderes fáctivos empeñados en acabar con algo o con alguien, se dispone a lincharme definitivamente, con la ayuda de los Mastuerzo [José Luis Márquez] y Turí boys [Arturo Pérez Reverte]. Una constupración en la que son expertos. (pág. 195)
{ladillo}"Algunos de mis propios compañeros parecían no pararse ante nada"{/ladillo}
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{ladillo}EL ESTILO NAZI DE TVE Y LOS LEGIONARIOS DE CRISTO DEL GOBIERNO AZNAR{/ladillo}
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{pag}{ladillo}LAS ORCAS ASESINAS: Inmaculada Pérez Minocci y Dolores de la Morena{/ladillo}
Jaled me tiene informada por el móvil israelí pinchado. Las dos orcas asesinas [Inmaculada Pérez Minocci y Dolores de la Morena, enviadas para auditar las cuentas] han aparecido en la oficina con un cerrajero para forzar la entrada en mi despacho. Que, antes de que hubieran hecho acto de presencia, él, Jesica y Tali, la montadora --Mastuerzo [José Luis Márquez], el cámara, se hallaba aquellos días en Madrid, con otra de sus bajas que le tenían alejado del trabajo una media de diez meses al año--, habían acordado desentenderse de todo. (pág. 181)
Se supone que las orcas asesinas están investigando las cuentas. Pero se concentran en cortes de sumnistros y servicios que me sirven para mi trabajo de periodista. Su objetivo es mostrarme que ya nunca más podré volver a mis tareas informativas en este lugar. Me están obligando a irme. Este parece ser el fin primero y último. (pág. 189)
Orca número uno. Es directiva y está casada con un directivo de TVE; lo mismo que la orca número dos. El puro establishment, la nomenclatura del régimen que debe defenderse a sí mismo. (pág. 347)
Las orcas, auténticos holdings de colocación familiar, sirvieron voluntariosas como peones de un diseño al que ellas venían como anillo al dedo. (pág. 352).
{ladillo}LA APUESTA CON RICARDO ORTEGA: al primero que echen gana una cena{/ladillo}
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--No me cuentes los detalles. ¿Qué tal estás? --me decía Ricardo Ortega, desde Nueva York--. Ahora me tienes que pagar la cena. He ganado la apuesta. A mí me han echado antes. No montes ningún escándalo. Ya verás, todo se pondrá en su sitio.
--No sabes cómo me gustaría estar en tu lugar. Al menos contigo no han empleado tanto escarnio.
Recuerdo aquella conversación a menudo. Yo quería estar en su lugar. El tampoco había montado ningún escándalo y ahora está muerto. Mi personaje acababa de ser asesinado. (pág. 198)
7 de marzo [de 2003]. Ricardo ha sido asesinado en Haití. (...) Había ido solo, intentando sentar las bases para un futuro regreso a Antena 3, la empresa que le había echado, ahora que se había ido Ernesto Sáenz de Buruaga. Como en el caso de Julio [Fuentes], me asquea que ahora todos, empezando por la propia Antena 3 en su caso, se rasguen las vestiduras. ¿Cómo pueden atreverse a lloarle? (...) Otra vez veo a personajes que Ricardo despreciaba, como antes Julio con los suyos propios, en la primera fila de los que se quieren hacer ver para lavar sus culpas de las que , seguramente, no quieren ser conscientes. (...) No puedo soportarlo más. Hablo con José Manuel [Gómez Benítez], mi abogado, y le digo que las verdaderas armas de destrucción masiva están en La Moncloa, bajo el asiento de Aznar. Que quiero hablar. Me recomienda calma y silencio. (págs. 295 y 296)
{ladillo}Críticas a los corresponsales de guerra "pata negra"{/ladillo}
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Lastimada por los ataques inesperados de dos periodistas [Arturo Pérez Reverte y Alfonso Rojo] que consideraba, si no amigos, al menos colegas, había tomado la decisión de relacionarme lo menos posible con los "pata negra" españoles. Eran hombres que pertenecían al grupo de los expedientistas y/o atajistas. Pensaba que si no sabían nada de mí, me evitaría problemas en el futuro. No caí en la cuenta de que se lo iban a inventar; mi alejamiento voluntario iba a ser interpretado como arrogancia y esnobismo. (pag. 34)