La orden que han recibido de sus mandos es apretar los dientes, mantener el tipo y aguantar lo indecible, antes de ponerse a repartir estopa.
Y disciplinados como son, policías nacionales y guardias civiles, cumplen a rajatable. Jovenes que cobran una miseria -un tercio menos que esos Mossos incapces de frenar los disturbios callejeros o de proteger unos coches- han soportado a pie firme insultos, escupitajos, descalificaciones y hasta empellones.
Desde su llegada a Cataluña, los agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil, han sufrido muchas calamidades para mantener el orden y la ley.
Y lo seguirán haciendo, como han demostrado este 1 de octubre cuando se les ha ordenado entrar en los colegios ocupados por manifestantes independentistas y evitar que se perpetrara en eso locales una ilegalid más: votar en un referéndum sin garantía alguna, para separar Cataluña de España.
Los agentes han dejado sus bases y se dirigen a distintos puntos de Cataluña. En total, en torno a 12.000 efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil se encuentran movilizados en Cataluña de cara al referéndum convocado por el gobierno catalán.
Mientras, patrullas de los Mossos d’Esquadra que acuden a los centros de votación del 1-O con la orden judicial de cerrarlos se limitan a levantar acta sobre las concentraciones de personas desde primera hora y se marchan entre aplausos de los allí congregados, según recoge LaSexta.
En algunos centros de votación se concentran desde primera hora de la mañana centenares de personas para impedir su cierre y ya hay urnas y papeletas para la votación del 1-O en algunos locales.
