Hagan el cálculo. Imaginemos que los cazadores se ponían a disparar en cuanto amanecía y no dejaban de hacerlo hasta que comenzaba a flaquear la luz
La crónica es jugosa y refleja detalles bastante chuscos del regimen que controló con mano de hierro el general Francisco Franco durante 40 años.
El veterano Jaime Peñafiel, que es quien firma en El Mundo «LA CACERÍA: EL DÍA QUE FRANCO MATÓ 4.601 PERDICES«, comienza diciendo que la auténtica realidad «siempre es inverosímil, sorprendentemente inverosímil y extraña«.
Añade que toda la prensa española de aquella época era un gigantesco botafumeiro «que, a diario, incensaba a la primera escopeta nacional» y nos realta una cacería celebrada en la Encomienda de Mudela (Ciudad Real) del 16 al 18 de octubre de 1959, en la que participaron varios ministros, doña Carmen Polo -esposa de Franco- y el Caudillo.
Hasta ahí casi todo bien, incluyendo la referencia a la «La escopeta nacional» del gran Luis Berlanga o la tesis -no verosimil- de que las fotos de la cacería ojeo nunca vieron la luz ya que fueron secuestradas por orden superior.
Lo que no es recibo es el titular con el que El Mundo de Pedrojota destaca la imagen que abre a cuatro columnas su portada este sábado 23 de enero de 2010.
Titula El Mundo: «El día que Franco mató 4.601 perdices«. Y explica en el pie que . La imagen fue tomada por el fotógrafo manchego Eduardo Matos Cuesta durante una cacería de tres días «de cuyo récord, por copioso, solía jactarse el propio caudillo».
A Pedrojota le falla la aritmética o se la han metido doblada. Hagan el cálculo. Imaginemos que los cazadores se ponían a disparar en cuanto amanecía y no dejaban de hacerlo hasta que comenzaba a flaquear la luz.
A mediados de octubre de 1959, cuando no se aplicaba eso que conocemos ahora como horario de verano, salía el sol a las seis de la mañana y se ponía a las cinco de la tarde. Es decir, que el Caudillo y sus acompañantes disponían de 11 horas de luz.
Llevaba el Generalísimo ayudantes que le cargaban las escopetas, pero parece lógico suponer que, a pesar de sus «sobrehumanas» facultades, tendría que engullir algo para reponer fuerzas, mear de vez en cuando y tomarse ocasionalmente un respiro. Y que todo eso, a lo largo de toda la jornada, sumase una hora.
Pues quedan 10 horas hábiles por día. Si la cacería duró tres días y no restamos el tiempo dedicado a recoger las piezas, atender otros asuntos y a hacerse fotos, Franco estuvo cazando 30 horas.
Cada hora tiene 60 minutos, lo que da un total de 1.800 minutos de cacería. Basta dividir 4.601 por 1.800 para llegar a la asombrosa conclusión de que el Caudillo tuvo que matar dos perdices y media por minuto o lo que es lo mismo una cada 24 segundos. Y eso, sin fallar un cartuchazo.
¿Les parece a ustedes verosimil que Francisco Franco no errase un tiro durante tres días? ¿Es creible que aguantara sin descansar 10 horas seguidas, apretando el gatillo cada 24 segundos? ¿Y que hiciera eso tres días seguidos?
¡Venga ya!