Echando un vistazo a Público nos llamaba la atención la crónica de María Jesús Güemes sobre la presentación de la denuncia del PP por lo de Bono
La culpa de todo lo que le que está pasando a José Bono es de María Dolores de Cospedal. Lo decía este jueves pasado Luis María Anson en El Mundo, en un artículo titulado “Cospedal acosa a Bono” (y no me hagan bromas rijosas…) y cuyo comienzo abría unos párrafos al más puro estilo del académico: “No hay duda de que gentes del entorno de Zapatero se frotan las manos con el acoso que sufre José Bono”.
El hombre destapaba así la mano que mece la cuna: “Sería injusto atribuir al entorno zapateresco, como han hecho algunos columnistas atolondrados, la campaña de acoso y derribo contra Bono, aunque el periódico más cercano a Moncloa haya derramado abundante leña encinar sobre la fogata. Tras la operación anti-Bono se adivina la mano hábil y sinuosa de María Dolores de Cospedal”. “Son muchos los hilos que está moviendo […] al margen del acierto periodístico de algún medio pujante y de jóvenes periodistas que devoran con fruición la carne olorosa”, continuaba Anson, al que hay que darle las gracias por –intuimos– la parte que nos toca.
Eso sí, era inevitable pasar de largo ante el cúmulo de excelsas virtudes que atesora el Rey Midas de Salobre, según la descripción salida de la pluma del maestro: “España necesita al frente del PSOE a un hombre de Estado con sentido nacional […] Con Bono nos hubiéramos ahorrado lo peor de la crisis económica, la indignidad nacional de la negociación política de tú a tú entre el Gobierno y ETA, los aspectos secesionistas del Estatuto de Cataluña, las concesiones a los partidos nacionalistas, la persecución contra la Iglesia Católica, las piruetas del radicalismo social y un largo etcétera de despropósitos”.
Es una opinión, sin duda. Aunque habría que haberle recordado a don Luis María que su admirado Pepe fue el que se cargó, para empezar, en el Ministerio de Defensa, el lema de la Academia de Suboficiales: ‘A España, servir hasta morir”. Ya puestos, y visto lo que en su edición de ayer llevaba La Gaceta sobre los tiempos en que La Razón sacaba a relucir el patrimonio imobiliario del ahora presidente del Congreso, podría ilustrarnos sobre el por qué del ‘cerrojazo’ que, hace más de una década, se dio a esas investigaciones.
COMPLEJO DE PROTAGONISMO
Éramos pocos y parió la abuela. Echando un vistazo a Público nos llamaba la atención la crónica de María Jesús Güemes sobre la presentación de la denuncia del PP por lo de Bono, ya que en ella leíamos lo siguiente: “Este diario trató de conocer la opinión de José Bono, pero sus colaboradores no respondieron a la petición”. Y eso que, según El Siglo, se están prestando a atender a todo el mundo… Más curioso era ver cómo un individuo que durante años ha vivido de la mamandurria pública española –Congreso y Senado–, que tanto denigra en su condición de nacionalista periférico y meapilas salía en apoyo de Bono desde su ‘blog’ particular. “Cacería” por “envidia”, aseguraba el ‘prenda’, conocido por sus obras de ingeniería capilar. Se ve que desde que ya no está en el machito se pirra por algo de protagonismo. Pues al menos, en esta página te quedas sin postre. ¡Agur!
EL MUNDO DE LEIRE
En TVE nos desayunábamos con la secretaria de Organización socialista Leire Pajín, que remachaba que “hay crisis económica pero no política”. Sobre las palabras de Felipe González acerca de las rectificacionesy los necios, se dedicó a difundir la versión esperada: no iba por José Luis Rodríguez Zapatero porque “son más las cosas que unen a González y a Zapatero que las que les separan”. Diga usted que sí. No extraña entonces que José Blanco se suba por las paredes con la gestión de la ‘miembra’ en el PSOE. Como siga así, lo hunde desde dentro.
EL ERROR DE ZAPATERO
Hablando del inquilino de La Moncloa, en El País volvían a sacarle los colores. Le tocaba esta vez a Josep Ramoneda: “El principal error del plan de ajuste de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido la congelación de las pensiones”. Según el excelso columnista de Prisa, “el Gobierno va acumulando días sin decidir cómo se concreta el aumento de la fiscalidad de los que más tienen –cuando a la vista están figuras escandalosas como la Sicav– y, en cambio, no ha vacilado en apretar las clavijas a los pensionistas”. Aunque para Ramoneda todo tiene cierta disculpa en la “derrota de la socialdemocracia europea”, lo que supone que “podemos encontrarnos con que la elección política en Europa quede limitada a liberales y conservadores o neofascistas”. ¡Qué fino análisis, caballero!
DESAYUNO CON EL ‘ENTREGADOR’
Aunque para pasmo, el de la última. Y no por Maruja Torres, cuyo grado de ‘gagaísmo’ va en aumento –sobre Israel, aseguraba: “Aquí sólo les han defendido los medios que, llegado el momento, también defienden a los falangistas”. Todo olvidándose de que la España de Franco y esos mismos no reconocieron al Estado de Israel, con lo cual los que ahora se manifiestan contra él deben ser franquistas, siguiendo la lógica de Maruja–, sino por el desayuno del relamido Juan Cruz con, tachán tachán, Máximo Cajal –«El diplomático no tiene por qué ser un hipócrita».
Y todo ello en el hotel Santo Mauro, nueva meca de la izquierda zapateril gestionada por Antonio Catalán, que lo mismo le pone una vela a Zapatero en Madrid que a Miguel Sanz en Pamplona. Así de repente, a lo mejor no les suena. Pero el tipo en cuestión es todo un personaje. Ha escrito unas memorias y le reconocía al cautivado entrevistador que tiene “muy mala memoria”. Al final la cosa se convertía en una especie de litros de baba mutua, pasando de puntillas sobre los escritos que se mencionaban, sobre su polémico papel en el incendio de la embajada española en Guatemala, sobre el por qué del “desplante” de José María Aznar en 1997…
Y es que Cajal es el mismo que en 2003 publicó ‘Ceuta y Melilla, Olivenza y Gibraltar. ¿Dónde acaba España?’, en el que se reivindicaba la entrega de las ciudades autónomas a Marruecos para presionar y conseguir la devolución del Peñón a España. De ahí lo de ‘entregador’. Luego Zapatero lo nombró su correveidile oficial para lo de la Alianza de Civilizaciones. En el intermedio, lleva publicados algunos artículos que se resumen, básicamente, en que le den dos duros a los saharauis.
Por cierto, Cajal se incorporó a la carrera diplomática en la década de los sesenta y fue el traductor del encuentro entre Francisco Franco y Charles de Gaulle. Es de suponer que, como al fiscal ahora ‘rojo’ Francisco Jiménez Villarejo, le debieron poner la Astra del nueve largo en el pecho para obligarle a ello.