«¿Alguien en esta sala se cree que nuestro presidente y primer accionista Jesús Polanco no hubiera estado en esa reunión de Zapatero con los empresarios más poderosos de España?», encasquetó Juan Manuel Gil -accionista y jefe del comité de empresa de El País- a los gerifaltes del Consejo de Administarción de Prisa en la Junta General Extraordinaria de Accionistas que tuvo lugar este 27 de noviembre de 2010 en Ifema.
Fue la única voz que se alzó tímidamente contra las votaciones a favor con porcentajes aplastantes que rindieron pleitesía al Consejero Delegado Juan Luis Cebrián y su propuesta de acuerdos, que no encontraron resistencia entre los accionistas.
Gil no hablaba por los engominados que ocupaban los asientos reservados de las diez primeras filas sino por aquellos pequeños accionistas que no llamaban la atención de las azafatas, desperdigados en las últimas filas y que apostaron hace años algunos eurillos al que creían con honestidad que era el mejor diario de lengua hispana y no por negocio sino por sentimentalismo.
Pese a la contundencia del mensaje que le lanzaron los accionistas más modestos -«Prisa está perdiendo imagen, influencia y poder por vuestra culpa»- la propuesta de acuerdos fue un mero trámite para los intereses de Liberty y el nuevo babélico Consejo de Administración, logo incluido.
CEBRIÁN Y LAS CUENTAS DE LA LECHERA
Salvar a Prisa exige tragar con la idea que un fondo de buitres especuladores te ha salvado el trasero. Por eso Cebrián, luego de culpar a los mercados de la ruina del grupo y no a sus excesos ególatras, se apuró en enmendarla diciendo que «esos mismos mercados son los que depositan su confianza en el futuro de nuestra empresa». ¿A quién culpará ahora de la crisis El País?
Cebrián les vino a contar a los accionistas que Prisa dejaba de ser una empresa familiar para transformarse en una multinacional cotizada en los mercados internacionales. Y que para dar ese paso necesitaban aprobar la entrada del fondo Liberty a cambio de la promesa de inyectar 1.132 millones de euros mediante una operación que el académico explicó así:
«Los inversores de Liberty recibirán por cada acción del SPAC (Special-purpose acquisition company) , 1,5 acciones ordinarias de Prisa y 3 acciones convertibles sin voto, amén de 150 centavos de dólar en efectivo. Los tenedores de warrants [opciones de compra] de Liberty recibirán por cada uno de ellos 0,45 acciones ordinarias de Prisa y noventa centavos de dólar en efectivo […] Si emitimos 224.855.520 acciones ordianarias y 402.987.000 de acciones convertibles sin voto. Los accionistas anteriores al 23 de noviembre tendrán derechos de suscripción de 1,1 nuevas acciones ordinarias por cada una que tengan en la actualidad a un precio de dos euros por título y podrán negociar mediante warrants sus derechos durante los próximos 42 meses»
Y aquí viene el plato fuerte: «De ejercerse estos derechos en su totalidad la compañía emitirá 241 millones de acciones nuevas y entrará un efectivo de 482 millones de euros, adicionales a los 650 millones que ingresaremos ahora».
Es decir, en tres años la operación Liberty habrá dejado -según Cebrián- 1.132 millones de euros en las arcas de la compañía. Esta leche vendida, en limpio me dará tanto dinero…
EL FIN DE LOS POLANCO Y EL MOSQUEO DE LOS ACCIONISTAS
Lo que oculta Cebrián, como comentaba un pequeño accionista a PD, es que esa multiplicación de los panes financiera entraña mucho riesgo para los Polanco porque «podría hacer que las acciones convertibles sin voto revalorizadas por los warrants acaben siendo la tumba de los Polanco al convertirse en acciones A con derecho a voto y así diluir el control de la familia en el Grupo». Prisa dejaría así ser una empresa española.
Así todo, los accionistas consultados por Periodista Digital dan su aprobación a la entrada de Liberty pero no ocultan su enfado por la penosa imagen de debilidad que evidencia el Grupo. Un accionista masticaba bronca poniendo como ejemplo la estampida de Paco González y los redactores de Deportes de la SER:
«Este Grupo comunica muy mal. Dejaron que se transmita la idea de que se fueron porque se los maltrataba. Nunca explicaron qué ocurrió. Y la culpa es de este Consejo que no ha parado los ataques de los enemigos de Prisa que difundían la idea de que la empresa estaba en quiebra cuando todos los años cierra con un resultado de explotación de 600 millones de euros y beneficios netos que casi todas sus filiales»
Esto se refleja en que la cotización de la acción de Prisa no deja de caer —La entrada de Liberty no logra evitar el batacazo en Bolsa de Prisa–pese a que sus resultados en términos de explotación (dejando a un lado su deuda) los quisieran muchos grupos de comunicación de este país.
«Eso el pequeño accionista no lo entiende y es por una nefasta comunicación de tipos que supuestamente valían para eso».
Con la colaboración de Raquel Durá y Roberto Marbán.