Que Javier Cercas estuviese en un lupanar, de Arganzuela, la madrugada del domingo es mentira y de la buena
Arcadi Espada ha respondido a todo el revuelo periodístico —El País suelta su artillería para desmentir a Arcadi Espada sobre la detención de Javier Cercas en un prostíbul— que se ha montado desde que el martes publicara su artículo Gato al agua en El Mundo y en su blog. Texto que contestaba a un artículo de Javier Cercas (Rico, al paredón) y en el que Espada se hacía eco de la detentición de éste por un asunto relacionado con la prostitución.
Este jueves, 17 de febrero de 2011, Arcadi Espada ha hecho lo propio y ha publicado De vuelta del burdel donde explica que su intención no era otra que «dar una lección» a Javier Cercas.
Eran sus absurdas excrecencias de siempre. Pensé que merecía una lección y que iba a dársela. La lección consistiría en aplicar sus premisas a un caso concreto. A una ficción concreta.
El colaborador de El Mundo reconoce que el hecho de «que Javier Cercas estuviese en un lupanar, de Arganzuela, la madrugada del domingo es mentira y de la buena». Espada es consciente del daño que su bulo ha hecho, ya que, según sus palabras «era inevitable que sufriera alguna molestia, que en cualquier caso sería ligera y breve», pero recuerda el daño que han hecho otras informaciones que colaboradores de El País ha publicado a lo largo de los años:
Las de Juan José Millás, el primero. Y no, desde luego, por lo que se refiere a sus cuentos industriales tipo, para seguir a Cercas en su paráfrasis, «abre la nevera y se encuentra dentro a su madre enana, con un cubata de Bacardí en una mano y un porro en la otra.» Nada de eso. Algo aún más aéreo. Cuando observando una foto de Rajoy con amigos Millás sentenciaba que la distancia de seguridad que guardaban se debía probablemente a la halitosis. Un cálido ejemplo de ficción con nombres propios. (Las dos Españas)
Cuando su maestro, Francisco Rico Manrique, se instalaba en el ambigú y en la posdata de un suelto sobre el fumar declaraba que no había fumado nunca un pitillo (Teoría y realidad de la ley contra el fumador) mintiendo sobre su condición largamente nicotina para que al menos uno de sus argumentos sobreviviera.
O qué decir, en fin, de uno de sus héroes antepasados, el fotógrafo Javier Bauluz, cuando adjudicó toda la indiferencia de Occidente ante la desdicha a una inerme pareja de bañistas cazada en la cercanía -trucada- de un cadáver.
Arcadi Espada asume que ha cruzado la raya. Dice que es «un lugar fácil y da un poco de asco»:
Como un burdel. Sólo ahora comprendo de verdad los nervios permanentes de Cercas. El peso que lleva. Mal oficio.