Nueva columna sobre lo de siempre: "El día que comenzó la Guerra Civil". ¿Nos dirán cuándo acaba?
Ha pasado lo que tenía que pasar: tengo un síndrome de Estocolmo como una casa. Es pasar las páginas y encontrarme a un rojo y como que me esponjo y me extasío. Me refiero al producto auténtico; digamos, en Público, un Isaac Rosa.
En realidad me veo como un nuevo Diógenes con mi linterna, exclamando: «¡Busco un rojo!», y apenas lo encuentro. Esto se llama ‘Paseo por la izquierda’ y uno esperaba, no sé, encontrar posiciones de izquierda que criticar o argumentar en contrario. Pero no hay nada de eso. No hay izquierda, no hay ideas: hay tribu, hay conservación del poder por ‘los míos’. El Gobierno del PSOE las ha hecho últimamente de todos los colores menos ‘rojo social’, más que suficiente para que, si en Público mandaran las ideas y no los intereses electorales, se rasgaran el mono obrero ante tanto ‘retroceso’. Como poco, y aunque no entrara a matar, lo suyo sería comentar lo que hacen los que mandan, pero no caerá esa breva.
En las páginas de ‘Opinión’, se habla de Francisco Camps («Lo que no hicieron jueces y fiscales», Manuel Rico), de las italianas, Berlusconi y Francisco Camps («El Gobierno de los imputados»), de un clásico, la Guerra Civil («El día que comenzó la Guerra Civil», de Josep Fontana; por cierto, sería un detalle que nos dijeran también qué día acaba), más mujeres y Berlusconi («Berlukistán’ a la deriva»), González Pons y Francisco Camps («Rebelarse como en Egipto», Joan Garí), un poquito más de Camps, no sea que el lector se lo haya saltado («Otro letrado para Camps», Javier Vizcaíno)… Por eso digo que es un alivio toparse con la ‘izquierda-izquierda’ de Isaac Rosa («A ver si nos moderamos esos sueldazos») criticando lo que se espera que critique un rojo: la «moderación» salarial, todo bajo una cita del ministro de Trabajo, Valeriano Gómez. También se porta Juan Carlos Escudier en «La mujer del otro César», hablando del escándalo de los falsos ERE.
SANGRE FRESCA
Tras tantos días de revuelta, Público ha olido la sangre y no puede cambiar de registro; se ha instalado en las barricadas y, a falta de Mubarak, ya caído, apunta ahora contra otro dos ‘tiranos’ favoritos en su primera: el primer ministro italiano –«Berlusconi será juzgado por prostitución de menores«- y Francisco Camps: «El PP se pliega ante Camps y lo apoya en bloque». «Se pliega»: qué bien elegido verbo, que evoca una vergonzosa cesión. En contraste, El País es la contención misma: «Rajoy sopesó dejar caer a Camps pero al final lo confirmó». Más informativo, quizá, pero mucho más soso. Pero es que ya he perdido la esperanza con este «diario global»de Liberty, que le reduces de tamaño y le pones grapas y es el ABC.
Que la izquierda mediática se lance sobre Camps y sus trajes con hambre atrasada estaba en los libros. Pero, como ya tenemos mili y todos hemos hecho un poco de todo, no deja de ser carcajeante ver a estos chicos exclamar como el Inspector Renaud en Casablanca: «¡Qué escándalo; aquí se juega!». Muy pío él, casi con rubores monacales, el subdirector Manuel Rico empieza su sermón diciendo que «es ciertamente preocupante que, para salvar al presunto delincuente Francisco Camps, el PP esté dispuesto a desprestigiar el sistema judicial español». ¿Se acuerdan de ‘Salvar al soldado Garzón’, un intento descarado de presionar al ‘sistema judicial español’ para que no inculpe a nuestro ‘juez estrella’ (roja)? Rico, al parecer, no. Y ese ‘presunto delincuente’ es, técnicamente, cierto, pero reconózcanme que suena como si, no sé, Camps hubiera organizado terrorismo de Estado o se hubiera llevado los fondos de la Guardia Civil o del Banco de España. ¿Les suena? Deje de preocuparse, señor Rico, que, después de los ‘Trece Años de Honradez’ de Felipe González, este sistema lo aguanta todo.
RANCIOS TICS
Y luego están esos rancios tics, al cabo casi entrañables por antiguos, de anticlericalismo visceral. «Hacienda entrega otros 250 millones a los obispos». ¿Imaginan ustedes un titular como «Hacienda entrega otros tropecientos millones a sus amiguetes del cine, o a sus causas favoritas y a sus colegas de tal o cual sector»? Chocaría, ¿verdad? Y, sin embargo, lo hacen. Sin consultarnos. Los españoles, teóricos ‘dueños’ de nuestro destino político, no tenemos voz alguna en cómo se gasta lo que hemos ganado con nuestro sudor y nos arrebatan cada año. Pero la única partida que, al parecer, ‘Público’ encuentra criticable es, exactamente, la única en la que se da a elegir al contribuyente. «La Iglesia apenas nota la crisis en sus ingresos», se ufanan en el subtítulo. Pues sí, sí la notan, aunque sólo sea en las crecientes colas de los nuevos pobres que alimentan sus comedores sociales mientras Cultura tira la casa por la ventana con los Goya.
Originalmente publicado en La Gaceta.