Les han pillado. No nos andemos con paños calientes: una audaz investigación periodística de El País ha desenmascarado al movimiento provida español, revelando las artimañas y esfuerzos de los voluntarios con las mujeres que se acercan a las clínicas de ‘interrupción voluntaria del embarazo’ con la siniestra intención de salvar la vida del hijo.
La inversión de los valores es ya completa, y de la manita con ella va la inversión de la realidad. Siento no empezar con las primeras de los periódicos o con la información de la campaña, pero este reportaje del diario global de Berggruen me ha parecido tan revelador que no puedo por menos que empezar con él. Todo lo normal y natural se pinta como aberrante, la intención de salvar una vida humana sin pedir nada a cambio, como una finalidad siniestra, y la actividad de matar niños antes de que nazcan, como el más respetable tratamiento sanitario. Esto sí es tocar fondo.
’40 minutos de terapia antiaborto’, se llama la macabra parodia inconsciente, con el subtítulo «Los activistas recurren a todo tipo de técnicas para convencer a las mujeres de que prosigan su gestación». «Todo tipo de técnicas», como políticos buscando el voto; ¿y para qué? Otra vida humana, uf. Segundo subtítulo: «Ya estáis conectados tu hijo y tú, les dicen». ¿A qué clase de bajezas no estarán dispuestos a llegar estos provida con tal de lograr sus nefandos fines? ¡Conectados! Si todo el mundo sabe que la mujer y su hijo en gestación van cada uno por su lado, que casi tienen que citarse en el abortuorio para llegar a la vez…
A lo mejor se pone de moda esta forma de periodismo y pronto leemos una impactante revelación contándonos cómo un siniestro particular impide a un inocente violador expresar su minoritaria sexualidad con una viandante. ¡Ah, no, que lo de antes es legal!
MEMORIA DE PEZ
Con esta curiosa forma de poner patas arriba la realidad, no es extraño que el PSOE, para evidenciar su renovación, haya sacado del armario a ese dúo cómico de los ochenta, Felipe González y Alfonso Guerra -el futuro de los socialistas es su pasado-, o que el diario de Berggruen titule lo presente en primera como «Rubalcaba saca a sus estrellas«. Pues uno no quiere pensar cómo serán sus estrellados…
Ya, ya sé que el respetable tiene memoria de pez, pero me niego a concluir que España ha olvidado completamente el patio de monipodio que montaron esos dos, la España del récord de paro -«nosotros aumentamos el desempleo cuando aún no estaba de moda», podría ser su lema-, de una corrupción tan generalizada que ahí se lo llevaba calentito hasta el tipo que firmaba los billetes o el encargado de enchironar a los (otros) ladrones, de un socialismo tan preclaro que uno de sus ministros de Economía, Carlos Solchaga, declaró que España era el país donde uno podía hacerse rico más deprisa, una señal evidente de que estamos llegando al paraíso del proletariado.
Manuel Rico me desengaña: sí, España lo ha olvidado todo. Nos lo cuenta el subdirector de Público en su billete «En busca del abstencionista«: «Es indudable que el todavía presidente tiene una imagen pública nefasta y que su antecesor sigue disfrutando de un importante tirón entre el electorado clásico del PSOE». ¿Cómo era eso del síndrome de la mujer maltratada?
Rubalcaba ha dicho que es «el momento de dar la cara», informa la Cadena SER, y «pide a los asistentes del mitin de Valencia que vayan a buscar a los «que se quedan en casa» para darles razones para votar por el PSOE el 20 de noviembre», algo que, por tratarse de don Alfredo, no debemos ver con el recelo de quien sólo quiere convencerte, el muy ruin, de que tengas a tu hijo.
DÍAS DEL PRESENTE PASADO
Allí en Valencia dijo Felipe González que «no puede ser que Rajoy sea el futuro y yo el pasado», porque los socialistas parecen creer que ellos, como las damas de antaño, no tienen pasado. Pues mira, Felipe, lo primero es abrumadoramente probable, y lo segundo, seguro, aunque algunos prefiramos piadosamente creer que sólo fue una horrible pesadilla.
Público, quizá porque nació cuando ellos ya se habían ido, prefiere hablar de «clásicos» y no de «estrellas» para referirse a la versión política de Popoff y Teddy. También es el manuscrito rouresí el que nos informa de que «Cospedal ve en González el regreso del ‘rencor». No creo que sea eso, doña María Dolores; es sólo que el fuerte olor a paro les pone nostálgicos.
También nos cuenta Público que ha dicho Rubalcaba en su poco lograda imitación del Alfonso Guerra más clásico que «González se reúne con Lula da Silva, Aznar con el Tea Party». No nos pongas los dientes largos, Alfredo. Y, sobre todo, no creo que haya pasado con Lula tanto tiempo como con su patrón Carlos Slim. ¿Qué mejor compañía para un ‘líder obrero’ que el que fuera durante tantos años el hombre más rico del mundo? No sé si la España de González era el país donde uno podía hacerse rico más deprisa; lo que sí me consta es con qué empeño lo procuraron los socialistas.
Luis García Montero juega en el diario que el multimillonario catalán vende a los ‘indignados’ a un juego que se está repitiendo mucho últimamente: Zapatero fue malo, pero no se le puede echar la culpa de todo. Dice en su columna «El rencor y el miedo«: «Se trata de convertir a un presidente del Gobierno en el culpable de todas las desgracias de la nación. Lo que ocurre en las calles, los hogares, las cuentas de los bancos, las finanzas internacionales y la intimidad de los bolsillos es culpa del malvado presidente». Te recordaré esta columna en su momento porque vosotros, naturalmente, no vais a hacer eso mismo con cada cosa que vaya mal bajo una Administración popular, seguro. Concluye: «El descrédito de la política separa de forma grave la vida real y su representación. Las elecciones no son ya una fiesta de la democracia». Traducción: si no ganan los míos, todo el juego es una trampa.
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