Trasgo: "No sé cómo voy a seguir justificando que el diario de Berggruen es de izquierdas"

Mientras El País perdona la vida al Gobierno, Público sigue arreando

Los de Rajoy están haciendo lo que hubiera hecho un hipotético Gabinete de Rubalcaba

¿Qué está pasando en Prisa, por qué quieren boicotear al Trasgo? Dávila me tiene prohibidísimo limitarme a ‘Público’, pero no sé cómo voy a seguir justificando que el diario de Berggruen es ‘de izquierdas’.

¿A qué juega El País, a liderar el PSOE y ganarse el PP? Fíjense en el titular de primera: «Rajoy subió el IRPF para evitar otra crisis de la deuda por el déficit al 8%». Creo que sólo en ‘La Razón’ he encontrado una interpretación tan benévola de las medidas del PP. Haga usted la revolución caviar para esto… A este paso voy a tener que pasear por el Gabinete de Rajoy.

Dentro, «Rajoy subió impuestos para frenar a los mercados y en contacto con Berlín«. Ya saben los lectores del Trasgo que para el diario de Liberty lo de estar «en contacto con Berlín» es lo más. No nos extrañaría que los de Prisa le atribuyeran 500 días de indulgencia para quien entrare en contacto con algún Gabinete europeo antes de tomar decisiones políticas.

Oh, vaya. Sólo una persona de mente muy retorcida podría relacionar esto con la renegociación de la deuda de Prisa -la friolera de 5.000 millones, a ojo, lo que sería quiebra para cualquier otra firma de su volumen- la semana pasada. Nada, pero nada que ver,

Además, no piensen por eso que a los de Liberty les gustan las medidas de Rajoy. Ya dijimos ayer que no. Y eso lo recogen en un titular que me suena gramaticalmente fatal, ustedes juzguen: «Los recortes agravarán el pronóstico de recesión entre los expertos». Que alguien me explique ese futuro.

¿»Agravarán»? Los pronósticos son siempre a futuro, pero se hacen hoy. ¿O sabe El País, con su inestimable infalibilidad mediática, qué van a opinar los «expertos» (etiqueta lábil donde las haya) de aquí a unos meses?

Oh, bueno, siempre nos quedará Público. «Rechazo general al recortazo de Rajoy», abre nuestro diario rojo favorito. No importa lo rico que sea Roures, que los euros le salgan por las orejas o que tenga que aplicar los ERE que sean necesarios: nada va a apartar a nuestro hombre del fin último, la revolución.

Para empezar, no van a dejar quieto el tema de la Corona, ya saben, las Cuentas del Gran Capitán (General). La ocasión de derrocar el régimen la pintan calva, que a España le ha ido siempre tan bien con la república que vale la pena darle otra vuelta, ¿no? «Las incógnitas sin despejar de las cuentas de la Corona», titulan en primera.

Seamos justos: no es que el PP se lo esté poniendo demasiado difícil a los medios de la zurda. Los de Rajoy están haciendo, medida arriba o abajo, lo que hubiera hecho un hipotético Gabinete de Rubalcaba, incluyendo Ley Antitabaco o la ley Sinde.

Pero lo que aplicado por el partido amigo sólo provoca aplausos, promovido por la derechona hace salivar a la izquierda husmeando la presa herida.

Así, Jesús Maraña, a quien antes de ayer no había apenas impuesto que no le gustara, puede relamerse en su billete de Público, «La carta que también oculta Rajoy«. Don Jesús se despacha a gusto: «Han bastado diez días desde su investidura como presidente del Gobierno para que Mariano Rajoy se tragara uno de los sables fundamentales del ideario del PP: «Subir impuestos es un disparate estratosférico». Eso era antes. Ahora, bajo el tragicómico eufemismo de un «recargo complementario y temporal de solidaridad», el nuevo Gobierno considera imprescindible subir de inmediato el IRPF a todos los contribuyentes con la justificación de que el déficit público (sobre todo el autonómico) va a ser mayor del previsto». Eso duele, don Jesús…

Es que los peperos se han puesto a los pies de lo leones con tanto complejo. Un ejemplo: Ana Mato. Habló de «violencia en el entorno familiar» y aquí echamos las campanas al vuelo: ¡al fin, se acabó la dictadura infame del lenguaje ideológico! La alegría, ya lo saben, duró un día: al siguiente la ministra rectificó. Y la izquierda, que huele la debilidad, se ha lanzado a la yugular.

En Público, Juan José Téllez alecciona a la ministra a través de su columna «Me alegro por Ana Mato«: «Una de las primeras medidas de Su Ilustrísima no debiera ser la de modificar la ley de violencia de género, como ya ha anunciado, y sustituirla por otra que satisfaga a la caverna que aún habla de dictaduras feminazis. Tendría que modificar la Ley de Igualdad. O, en caso contrario, obligar a cumplirla al presidente Rajoy: según su articulado, es ilegal un gobierno con tan sólo cuatro ministras». ¿Ve usted, señora ministra? Basta un momento de debilidad y la cohorte de feminazis habrá triunfado.

Aprenda de Téllez, grábese sus palabras: «Las palabras sí importan. Y no es lo mismo la crítica democrática que los chascarrillos cuarteleros y los escupitajos de taberna. Claro que ese distingo lo ignoran muchos de quienes auparon a sus actuales señores, señoras y señorías hasta el banco azul». Deles usted la mano a estas fieras y se le comerán el brazo.

 

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Autor

Juan F. Lamata Molina

Apasionado por la historia en general y la de los partidos políticos y los medios de comunicación en particular.

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