Parece actuar como un PSOE light

Zapatero llena TVE de comisarios ideológicos y el PP no hace nada

Almodóvar y Bardem, dos exponentes del mundo del cine español, activo en política, que ve rebajadas sus subvenciones

Uno entiende que la gente se exaspere con el PP. La gente de derechas, digo, que la otra no va a darle en ningún caso la menor oportunidad. Y es que parece actuar como un PSOE light, haciendo la misma política que los otros, pero sólo una pizquita: ni una señora mayoría absoluta es capaz de convencer a esta gente de actuar desacomplejadamente como derecha.

No se deciden, por ejemplo, a privatizar RTVE -ninguno de los defensores de la televisión pública ha sabido explicarme por qué no una Prensa estatal-, pero tampoco se atreven a desactivar la demagogia agresivamente izquierdista que pasa por información en esa casa. Llega Zapatero e inunda la Corporación de verdaderos comisarios ideológicos; llega el PP y… no hace nada.

En otro idioma

Es común hablar de diálogo de sordos para describir el debate ideológico en la plaza pública. Ojalá. El ejemplo de un diálogo de sordos sería, digamos, un húngaro y un coreano que hablaran sin conocer otro idioma que el propio. Habría una perfecta incomunicación, pero no confusiones; el problema es cuando dos personas usan aparentemente el mismo idioma pero cada uno da un significado distinto a las palabras, de modo que el término que uno usa para teléfono significa mesa en el lenguaje del otro, y cuando uno dice saltar el otro entiende reír.

El potencial de malentendidos es gigantesco. Y, más o menos, estamos en esas. Así, la izquierda llama solidaridad a que el Estado nos quite dinero para darlo a sus causas favoritas después de quedarse con una parte.

O, por ejemplo, la Cultura. De creer a la izquierda, este vago concepto corresponde a un tipo de bien, al mismo tiempo totalmente necesario pero tan poco valorado que nadie pagaría por él en el mercado abierto. De ahí que la palabra, en vez de designar toda creación intelectual y artística, designe frecuentemente una rama de la Administración, como en el titular de primera de El País: «El recorte de Cultura pone al cine español en una situación crítica«.

Todo en ese titular es mentira, porque ni la Cultura es el Ministerio de Cultura, ni el cine español va a dejar de estar en una «situación crítica» por mucho que el Gobierno nos vacíe los bolsillos para repartir dinero entre los cineastas, si la calidad es bajísima y el público evita las películas españolas. Es lo más parecido a un impuesto de protección mafioso para favorecer a un puñado de tipos con nombre y apellidos, nada que ver con la Cultura.

Público.es insiste: «Histórico recorte social para apaciguar a los mercados». Suena a sacrificios humanos para apaciguar a Huitzilopochtli, ¿verdad? O también: «El recorte en gasto social castiga a la educación, la cultura y la sanidad». Es curiosa la elección del verbo. De hecho, seguimos hablando de medidas «generosas» cuando los políticos gastan alegremente nuestro dinero a manos llenas. Así yo también soy generoso, aviso.

Y el PP, que tiene toda la legitimidad democrática y un abrumador respaldo ideológico para eliminar sencillamente esa partida absurda y, con déficit, sangrante, se limita a recortar, cabreando en el proceso a propios y a extraños. Qué cruz.

La crisis insoluble

La izquierda caviar, la que maneja presupuesto, lleva meses reflexionando, perpleja, sobre lo que llama «crisis de la socialdemocracia» o «la necesidad de replantear la izquierda». Ni por un momento se plantean la posibilidad de que, no sé, quién sabe, a lo mejor la socialdemocracia está en crisis porque es el modelo que nos ha llevado a la actual situación y porque su respuesta a todos los problemas consiste en dejarnos con menos dinero, menos libertad y más deuda. Dios nos libre.

El penúltimo intento, en el diario de Liberty, lo firma Ignacio Urquizu, «La opinión pública de la izquierda«. Urquizu, sin duda un hombre inteligente, nos ofrece un excelente ejemplo del pensamiento mágico de la izquierda, según el cual todo problema en política es una cuestión de comunicación, nunca de recursos.

Comenta perplejo don Ignacio que, según los estudios, «las clases medias y altas y las personas con mayores niveles educativos apoyan mucho más el Estado del Bienestar que las clases bajas y los ciudadanos con escasos estudios», lo que debería hacerle reflexionar y concluir que esa izquierda ya está lejos de ser el adalid del proletariado y es ya la coartada de las élites, el modo de arrasar con los bolsos modelo Amazona sin dejar de sentirse solidarios. «Los ciudadanos, al igual que los expertos -concluye la tribuna-, esperan cambios en la oferta programática de la socialdemocracia». Puede apostar por ello, señor Urquizu.

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Autor

Juan F. Lamata Molina

Apasionado por la historia en general y la de los partidos políticos y los medios de comunicación en particular.

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