El divorcio entre mercado laboral y universidad es un hecho.
Las empresas culpabilizan a las instituciones de licenciar un número de periodistas al año que son incapaces de absorber y las universidades cargan contra los medios por despreciar la profesión contratando mano de obra barata y no titulada.
Y la pregunta que debemos hacernos es evidente: ¿Formamos profesionales para engrosar las listas del INEM?
Buscando una respuesta, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) dedica el número 29 de la revista Periodistas a analizar las claves de la formación de los periodistas españoles ante la triple crisis -coyuntural, tecnológica y de modelo- por la que atraviesan los medios.
Hay en la revista muchas piezas interesantes pero, por su valor para todos los meimbros de esta profesión tan fascinante como desventurada, así como para los que intentan acceder a ella, reproducimos el artículo de Marta Molina.
Se titula ‘Crónica de una profesión en tránsito‘ y merece la pena leerla:
‘Aventuras de una graduada de la Escuela de Periodismo de la Columbia en paro’. Así tituló Sonya Rehman la crónica de su experiencia, publicada en The Express Tribune de Pakistán, después de haber cursado un máster en la escuela de periodismo más prestigiosa del mundo.
Conscientes de que aspiran a ingresar en una profesión en tránsito, los alumnos de Periodismo critican los planes de estudio de universidades y escuelas, por desatender las materias prácticas y tecnológicas, y culpan a las empresas de precarizar su futuro, haciendo más con menos.
Es la misma patata caliente que el mundo académico y el
laboral se pasan sin rojeces. El uno achaca al otro el origen de la alta tasa de desempleo entre los recién licenciados, y viceversa.
La actual coyuntura laboral, con una destrucción de empleo de casi 7.000 puestos de trabajo periodísticos en los últimos tres años, plan- tea varias interrogantes y una de ellas es la relación entre formación y empleo en periodismo.
Burbuja académica
Las universidades españolas gradúan a más de 3.000 periodistas al año, pero el mercado solo emplea a 600 de ellos. Las cifras lo corroboran: la amplia oferta formativa no se corresponde con la escueta demanda laboral.
¿Círculo vicioso, burbuja o simple libertad académica y de empresa?
En el curso 2011-2012, 41 centros públicos y privados ofrecen en España grados en Periodismo a unos 19.000 alumnos, según datos de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca).
«El número de titulados generado por el sistema educativo desde mediados de los años setenta se acercaba en julio de 2011 a los 75.000», cifra Miquel Moragas, presidente de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, en Periodismo: formación desorientada.
- ¿Hacia dónde se encamina la oferta universitaria?
- ¿Cuántos títulos, cuántas facultades y dónde?
- ¿De qué tipo?
- ¿Disciplina o transdisciplina?
- ¿Más prácticas o más formación intelectual?
- ¿Qué oportunidades de empleo?
Ramón Salaverría, director del departamento de Proyectos Periodísticos de la Universidad de Navarra, considera que esa circunstancia invita a bastantes medios a practicar una rotación constante entre los jóvenes:
«Como hay muchos aspirantes y casi todos tienen el mismo nivel, las empresas los relevan tan pronto como superan el periodo de prácticas».
«Esta burbuja académica», como la califica Aurelio Martín, vice- presidente de la FAPE para Formación y Tecnologías de la Información, parafraseando al catedrático y autor de El libro negro del periodismo en España Bernardo Díaz Nosty, «debería sentar a las partes implicadas a construir».
Consciente de la desmesurada oferta académica, Fernando González Urbaneja, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Antonio de Nebrija y expresidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, es sin embargo contrario a limitar la cuantía de universitarios a través de cupos.
«En periodismo, el número de estudiantes no determina el de profesionales, son ámbitos distintos, el mundo es más complejo».
Alfonso Armada, director del máster de Periodismo de ABC, lo resume en una panorámica:
«Hay varios desastres encadenados que alimentan esta noria absurda en la que todos braceamos en el aire, un tiovivo semejante al de Mafalda: el mercado no regula bien (la mano invisible era un espejismo perverso), la universidad (y la española especialmente) está desconectada de la sociedad y la empresa (algunas empresas, muchas empresas) están aprovechando la crisis para menguar su masa salarial, incrementar la tarea de los que que- dan y volver todo el tinglado más precario».
Profesión u oficio
Antes del nacimiento de la Escuela Oficial del Periodismo en 1942, las redacciones sonaban a camposanto hasta primera hora de la tarde.
Volvían a bullir una vez que los periodistas colgaban el traje de aquel otro puesto de trabajo con el que se ganaban la vida por la mañana.
Elevar el periodismo a rango universitario llevó tiempo, hubo que esperar a 1971 para que nacieran las facultades de Madrid, Barcelona y Navarra y a 1976 para conocer el primer plan de estudios oficial que siguió en vigor hasta 1994.
Entre aquel modelo de redacciones vacías en horario de mañana, el de la escuela y el actual de la universidad se sostiene una vieja disyuntiva: Periodismo: ¿profesión u oficio?
«Esta carrera no define profesión como la medicina, esta es una profesión con todos los sacramentos, que tiene un lex artis, que se aprende pero que requiere vocación y principios», responde Fernando González Urbaneja.
Esta profesión es también «el mejor oficio del mundo», como lo califica Gabriel García Márquez, quien en su discurso ante la 52 Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en 1996, lamentó la transformación de la práctica del Periodismo en Ciencias de la Comunicación, con el abandono de las aulas informales de la redacción y las tertulias diarias entre colegas a las cinco de la tarde.
«Se aprendía en las salas de redación, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes«, recordó en su parlamento.
«En su opinión, las universidades ofrecían en ese entonces cursos y materias irrelevantes a la práctica de un periodismo de calidad y desvinculadas de la realidad del trabajo y los problemas vitales de la gente, quejándose de la exigencia de rapidez y de la dependencia de la tecnología (en ese entonces, la malvada grabadora) que hacía que los periodistas oyeran pero no escucharan», recuerda James Breiner, director de Global Business Journalism en la Universidad china de Tsinghua.
«¿Le suena familiar?», ironiza.
García Márquez abogó por talleres prácticos en pequeños grupos, 16 años más tarde, este fue el modelo de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que preside el premio Nobel colombiano.
Cambio de paradigma
Estudiantes, profesores y empresas coinciden en cambio en que una buena formación humanística es requisito sine qua non para ejercer.
Disienten, en cambio, cuando toca definir si el paso por la universidad debe hacerse a través de las facultades de Periodismo y Comunicación o son igualmente válidas otras disciplinas.
Alfonso Armada se arrepiente, inclinándose por la segunda opción, de no haber atendido el consejo que Álvaro Cunquerio dio a su padre:
«Que estudie una carrera de verdad».
Grado o Máster o Grado y Máster son requisitos indispensables para el ingreso en el registro profesional de periodistas de la FAPE.
Los másteres nacen hace 26 años con la primera promoción de la Escuela de Periodismo UAM-El País para ofrecer conocimientos especializados a egresados de otras carreras que aspiran a convertirse en periodistas y, sin embargo, son muchos (40% en el Máster UAM-El País) los licenciados y graduados en Periodismo y Comunicación que optan por realizar uno de estos posgrados.
«He contratado bastantes licenciados con o sin máster adicional y en términos generales he encontrado jóvenes preparados, capaces, con futuro», razona concluyente Fernando González Urbaneja.
«La formación del periodista está en línea con las demás; quizá sea incluso mejor».
Estudiantes y empresas observan, sin embargo, carencias en los estudios universitarios por lo que respecta a actividades prácticas, idiomas y tecnología.
La universidad se defiende: la reforma de los planes de estudio está sujeta a la voluntad del Ministerio de Educación, las actividades prácticas son cada vez más y se organizan en grupos reducidos y los convenios para la realización de pasantías en empresas se han multiplicado en la última década.
Reinventarse
Con todo, el cuerpo académico reconoce que evolucionar al ritmo del periodismo en este principio de siglo representa una tarea ciclópea y así lo constató el Pew Research Center en un informe de septiembre de 2001, donde predijo que la educación, al mismo tiempo o después que los medios, también enfrentaría esta tormenta perfecta que nos tiene a todos despeinados.
«El futuro de la enseñanza del periodismo es el futuro del periodismo mismo, uno está atrapado en el vértice del otro», señala Howard Finberg, expresidente del Poynter Institute.
«Sin un futuro sólido para la enseñanza del periodismos, es más difícil ver un futuro sólido para el periodismos y eso es malo para la democracia y para los ciudadanos».
El futuro del periodismo y el futuro de las empresas informativas.
«La mayoría de los medios ha demostrado que no tiene idea de cómo responder a los cambios sin mencionar su escaso interés por formar a sus empleados», apunta James Breiner.
En el I Sondeo Janssen Observer 2.0 Periodismo y Medios Sociales, en colaboración con la Asociación Nacional de Informadores de la Salud y la FAPE en junio de 2011, 88 de los cien periodistas consultados declararon no haber recibido nunca formación por iniciativa de su empresa.
«Un medio que no pro- mueva y facilite la actualización constante de sus profesionales está cavando su propia fosa», asiente Ramón Salaverría.
Relevo generacional
Cortas en talento promotor pero millonarias en descaro, muchas empresas informativas excusan el despido de los periodistas más veteranos, que por lo general también son los que mejores salarios disfrutan, acusándoles de incapacidad para adaptarse al presente tecnológico.
La historia demuestra, sin embargo, que el periodista viste piel de camaleón por su rápida asimilación de los cambios.
«La sustitución de periodistas experimentados por becarios y jóvenes licenciados incide en la calidad pero también supone el ahorro de hasta un 75% por empleado», calcula Bernardo Díaz Nosty. He ahí una importante motiva- ción para las empresas.
Preocupada por esta tendencia, la FAPE se ha dirigido a la Inspección de Trabajo instándola a que dedique mayores esfuerzos al control de las circunstancias en que se llevan a cabo las prácticas en medios de comunicación y, para facilitar la adaptación de los profesionales de la información al presente digital, ha puesto en marcha una batería de iniciativas de formación como son un campus virtual, convenios con entidades académicas y sindicatos para proporcionar formación gratuita o a muy bajo coste a sus asociados, la promoción de becas parciales y totales en varios másteres y talleres gratuitos para desempleados menores de 30 años.
«Estamos en medio de una revolución y las revoluciones destruyen mejor que construyen», certifica James Breiner.
«La formación es la solución más práctica a la devastación».
«La otra posibilidad es abandonar la profesión».
«El periodismo es el mejor oficio del mundo, dijo Gabriel García Márquez, el mejor y uno de los más ingratos, si no inventamos algo», alienta Breiner.
NOTA.- PDF de la revista en la web de la FAPE.