La novela ‘Todo empezó con Obdulio’, de Bosco Esteruelas, editada por Garaje Narrativa, cuenta la historia de un periodista llamado Joseán Sanchiz, que es víctima de un ‘moobing’ en el diario en el que trabaja después de escribir un cuento en el que dos personajes ‘Obdulio, el canario’ y ‘Amadeo el académico’ fueron considerados por la empresa como una alusión a veterano redactor del diario y al director general de la compañía, respectivamente.
Pero la novela alcanza otra dimensión si se tiene en cuenta que Bosco Esteruelas fue periodista y editorialista del diario El País hasta que, en 2008, salió tras una serie de incidentes, originados igualmente por un cuento. Por lo que es inevitable hacer la pregunta: ‘¿Es la historia de Joseán Sanchiz, el relato de la historia de Bosco Esteruelas?’. El autor lo niega y aclara que la novela ‘es ficción’, aunque reconoce que el cuento sí es el mismo:
En este libro hay una parte de autobiografía, que es la primera parte, que es un cuento, no que escribió Josean Sanchiz, sino que lo escribió Bosco Esteruelas. Ese cuento, que era un divertimento literario que yo hice, y que no tenía ninguna intención de difundirlo, por una serie de circunstancia desafortunadas se filtró. ¿Dónde está la privacidad y dónde está lo público? Es muy peligroso.
«HE QUERIDO DENUNCIAR EL PROBLEMA DEL ACOSO LABORAL EN EL PERIODISMO»
Es inevitable que un lector que siga la actualidad periodística a leer ‘Todo empezó con Obdulio’ no crea identificar a varios de los personajes de la novela con miembros de la cúpula de El País u otros medios. En atención a sus cargos el lector podría visualizar en el insoportable Antonio Dieguez (‘Gran Hacedor’) a Juan Luis Cebrián, en el director Fabio Nules a Javier Moreno, en el jefe de Opinión Lalo Terrón a Javier Valenzuela, en el canario Estalisnao Saavedra a Juan Cruz, y en el siniestro Zoia a Jaume Roures. También podría identificar Vicente Jiménez en ‘el subdirector’, así como en Edualdo Centella ‘Tirantes’ podría distinguirse a Pedrojota Ramírez, en Tono y Nando a los hijos de Polanco y en Cleto Barragán a Daniel Gavela.
Bosco Esteruelas rechaza estas identificaciones y reitera que su obra no es un ajuste de cuentas, sino un relato de ficción didáctico.
«Es una novela periodística. Lo que yo he querido, es una novela que tiene partes de realidad y partes de reacción, es un problema que fuera del mundo periodístico no se conoce mucho y es el problema del acoso laboral. Se tapa bastante en las propias redacciones, los empleados a veces tienen miedo de denunciarlo. Eso en vez se avarse suavizado, se ha acentuado».
UN ACOSO POR ALGO PRIVADO
En la novela, Josean Sánchez se ve apartado de todos sus cargos y maltratado profesionalmente por sus superiores ante el silencio cómplice de toda la redacción, incluyendo los que hasta hace poco eran sus amigos, todo, por un texto que no debía haber salido de su esfera personal.
Eso no solo ocurre en los medios de comunicación. La prensa, como la política, es un sector donde primero unos se dice que son grandes amigos, luego amigos pero no tan grandes, luego conocidos y al final el frío de la calle. Eso ocurre mucho en prensa y en política.
Unas personas llaman a otra no para saber cómo está, sino para pedirle un favor. Cuando alguien es declarado por la empresa como ‘sospechoso’ la gente sabe que a esa persona es mejor no saludarla.
FICCIÓN Y REALIDAD
«Hay partes que sí coinciden con la realidad. El cuento de Obdulio se filtró y la dirección del periódico tuvo acceso a esos 20 folios. El director [Javier Moreno] me acusó de poner en peligro la estabilidad de la empresa. La segunda parte de la novela es ficción, aunque se hable de cosas que no son ficción, pero la primera parte sí que se ajusta a lo que ocurrió».
«Las empresas pueden rastrear los mails, a veces parece un tema escolar, alguien hace un comentario de un superior no muy agradable y ese comentario se puede utilizar por parte de la empresa como una falta grabe».
«Al final los propios personajes te llevan en un libro. No está claro que Josean quiera escribir una novela, o un ensayo».
En la novela Joseán Sanchiz es traicionado por su hasta entonces amigo, Lalo Terrón. Preguntado sobre si esa parte es ficción, el autor reconoce que no.
«Eso es una realidad. Por desgracia ocurrió. El acto de ese compañero, un gran amigo mío, me dañó muchísimo».
UNA SOCIEDAD POCO ACOSTUMBRADA A LA LIBERTAD
«La teoría que sostengo… yo vengo de una generación que termina la universidad en el tardofranquismo. Toda esa generación mía, hizo el proceso de transición desde una sociedad autoritaria a una sociedad de libertades, pero ese proceso lo hemos hecho muy rápido».
«Y, a veces, la gente de nuestra edad – yo mismo me hago esa autocrítica – somos intolerantes con opiniones contrarias a la nuestra».
«COMO EDITORIALISTA, HABÍA LÍNEAS QUE NO SE PODÍAN CRUZAR POR INTERESES DE LA EMPRESA»
En mi caso mi experiencia periodística fue fuera de España. Todo mi período profesional en Efe, fue fuera. Cuando volví a España en 2004 cuando la dirección del periódico me lleva a la sección de opinión y podía escribir editoriales. Y observé que, en algunas reuniones, había principios que no se podían cuestionar, había como líneas rojas que uno no podía traspasar.
Y veías que esas líneas rojas no se debían a la ideología de la empresa, sino a intereses económicos de la propia empresa. Había puntos delicados que había que apartarlos, porque a la empresa no le gustaba cuestionar determinadas cosas de los gobiernos, para no poner en peligro determinados intereses.
Tú, sin ninguna maldad, hacías una observación contraria y ellos te tapaban la boca, como diciendo, ‘no sabes de lo que hablas, porque has vivido fuera de España’. Lo que podía ser un punto a favor, se convertía en un punto en contra. Mi generación hizo una digestión demasiado rápida entre el autoritarismo a la sociedad de libertades. Lo observamos en la política.
«EN ITALIA O EEUU NO HAY GUERRAS MEDIÁTICAS COMO LAS DE ESPAÑA»
En opinión de Esteruelas, que ha ejercido gran parte de su carrera en el extranjero, las guerras mediáticas en otros países no son comparables con las de España.
Los italianos no podían entender las guerras mediáticas que tenemos en España. En la prensa de Estados Unidos el ‘New York Times’ o el ‘Washington Post’ no se tiran degüello’. En un país tan pasional como Italia, ‘La Reppublica’ y ‘El Corriere de la Serna’ no se atacan con esa brutalidad entre ellos. Cuando yo llegué a España no quería ponerme una camiseta de esa guerra.
Probablemente, en Europa o en EEUU no haya peleas tan brutales como las de España, aunque quizá en latinoamérica vemos casos muy parecidos (véase Argentina, por ejemplo).
PRADERA Y UNZUETA
Esteruelas recuerda con cariño a varios profesionales de El País con los que coincidió como el fallecido Javier Pradera:
Lo que siento es que a Javier le conocí ya en su última etapa y congenié muy bien con él. Javier asistía a las reuniones de los editorialistas, que teníamos una reunión diaria con el director adjunto y luego había una reunión en la que participaba todo el staff del periódico. A mí me gustaba mucho el humor y la ironía de Javier Pradera, congeniamos muy bien, su despacho estaba muy cerca del que compartíamos Patxo Unzueta y yo. Y lo pasábamos muy bien. Había química. Pero le conocí demasiado tarde.
EL COMITE DE REDACCIÓN Y JAVIER MORENO
Según Esteruelas, el director de El País, Javier Moreno, no tiene una posición demasiado favorable del Comité de Redacción de El País:
El periódico tiene un Comité de Redacción, que estaba constituido por redactores. 6 u 8. Los elegía la propia redacción, no tenía nada que ver con el Comité de Empresa.
Pero cuando el Comité iba a transmitir una propuesta al director de El País, el director desechaba cualquier tipo de reivindicación.
En el caso de este maldito cuento que yo escribí, el Comité vio los límites a los que podían llegar. Ellos me decían que el actual director de El País ni los recibía, porque le molestaba cualquier tipo de queja de los de abajo.
En la novela ‘Todo empezó con Obdulio’ hay un hecho real en la que el director, cuando yo decido hacer llegar al Comité una queja contándoles lo que me está ocurriendo después de que se filtrara mi texto, apartándome de la redacción. Inmediatamente el director me dice: ‘acabas de cometer un grandísimo error, porque el comité profesional es un comité constituido por redactores muy radicales y, en media hora, todo esto está en manos de los periódicos digitales’. Había una obsesión por cerrar las ventanas.
No sé si en todas las empresas es así, pero al poder no les gusta que haya gente discrepante.
EL EDITORIAL DE EL PAÍS LLAMANDO ASESINO AL ‘CHE’
En 2007, en el aniversario de la muerte del ‘Che’, el diario El País sorprendió con un editorial calificando a unos de los mitos de la izquierda revolucionaria como un asesino, en un estilo más propio de un periódico de derechas. Esteruelas era editorialista de El País en aquel momento y recuerda el incidente.
Yo no tuve la suerte o la desgracia de escribir ese editorial, no lo quería escribir nadie, lo escribió una persona que ya no está en el periódico.
Desde 2007 han abandonado el periódico varios periodistas destacados como Ernesto Ekaizer, Félix Monteira o Hermann Tertsch, ese último, estaba precisamente en la sección de opinión.
Es la primera vez en la historia del periódico que la redacción se levanta contra un editorial. Y se publica una nota en la cual manifiestan que discrepan de ese editorial.
Es muy curioso lo que pasa en algunos periódicos supuestamente progresistas, hay profesionales magníficos, pero muchas veces se ponen la camiseta del progre.
Ahí ensalzar al PP no te va a granjear muchas amistades. Pero en comentarios privados, la gente sí discrepa más, yo llego a la conclusión de que la prensa progresista y El País, ahora no tiene ninguna ideología.
Se le da un derecho al pataleo a la redacción, pero si este periódico tiene que apoyar a Rajoy lo apoya, pero no porque se identifique con él, sino porque les venga bien a sus intereses, igual que si fuera Zapatero. Y de ese tipo de personas, que son puramente empresarios sin ideologías, te irrita que se suban a un púlpito y te quieran dar lecciones de moral progresista. Por ahí prefiero ser cínico, prefiero a un director conservador.
SOBRE ‘EL GRAN HACEDOR’ DE EL PAÍS
Preguntado por la situación actual del Grupo PRISA y el diario El País, Esteruelas no puede evitar hacer una referencia clara al presidente y consejero delegado del grupo, aunque evita citarle por su nombre:
Igual que Joseán Sanchís recuerda el artículo del diario ‘Madrid’ de ‘Saber retirarse a Tiempo’ de De Gaulle, referido a Franco, pues digo lo mismo, sin necesidad de citar el nombre, todos sabemos a quién nos referimos.
Creo que el ‘Gran Hacedor’, un profesional que ha sido de lo mejor que ha habido en la historia contemporánea del periodismo español, está manchando su prestigio resistiendo contra cualquier tipo de coherencia a dejar el poder.
Se está desprestigiando, él, como empresario, tendrá muchas cualidades, pero la providencia no le ha dado la de ser buen empresario. Está dañando su prestigio fuera de la empresa y también dentro. Si se hiciera una encuesta en PRISA sobre la opinión que tienen sobre este señor, el resultado sería muy negativa.
Esteruelas no entra a valorar le tema de las ganancias millonarias del CEO de PRISA, ‘Seguramente en la otra casa pasen cosas similares. Ha habido hace poco un ERE en la otra casa’ (en aparente referencia al grupo Unidad Editorial y su cabeza visible).
Cuando tú te vas de una empresa tienes que tener la suficiente generosidad para dejar a otras personas que dirijan la empresa. El éxito de la empresa no se debe sólo a él. Pero cuando él deja la dirección de El País, en 1988, no se entiende bien qué es lo que hace. Primero ordena que a partir del día siguiente deje de aparecer el nombre del director en la portada de El País, si no era él, ya no podía figurar.
Si no lo entiende [que debe retirarse], algún día lo entenderá aunque sea por motivos biológicos, pero cuanto más se resista, cuanto más esté allí, más daño estará haciendo al grupo.
DIRECTORES-VICARIO EN EL PAÍS
Esteruelas también alude a los tres directores posteriores que ha tenido el diario El País, Joaquín Estefanía, Jesús Ceberio y Javier Moreno, aludiendo a la fórmula del ‘director-vicario’, en alusión a los vicarios, siempre pendientes de las órdenes de su arzobispo.
Yo he conocido a todos los directores que ha habido después en El País, son excelentes profesionales, pero si te ponen de director y no te dan libertades para dirigir, pues difícilmente, aunque seas un gran profesional, puedas ejercer con criterio.
Yo los llamo directores-vicarios. Directores buenos, pero que no tienen la autonomía suficiente para dirigir el periódico, porque ese periódico siempre está en manos de ese señor, que se resiste a dejar el poder. Es la vida de esas gentes que no quieren dejar el poder, porque creen que son imprescindibles.