En un esclarecedor artículo titulado ‘El País’ y el capitalismo de casino y publicado en Eldiario.es, el ex Público Pere Rusiñol recuerda aquella premonición de Enric González cuanod, es un artículo censurado por la dirección de El País, pronosticó: «Cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños».
Ruiseñol analiza el hundimiento del periódico al que Jesús Polanco bautizó como su ‘cañón Bertha’ fruto de la expansión del capitalismo de ruleta que llegó en el caso de Prisa a generar una deuda de 5.000 millones de euros, equivalente a la que suman todos los clubes de fútbol españoles.
La expansión derivada del ‘capitalismo de casino’ llegó en el caso de Prisa a generar una deuda de 5.000 millones de euros, equivalente a la que suman todos los clubes de fútbol españoles. Esta deuda descomunal generada por razones que nada tienen que ver ni con el periodismo ni con ‘El País’, dejó a la cúpula de Prisa sin oxígeno cuando la crisis global cerró los mercados y hundió los ingresos en todas las áreas de negocio.
También advierte que la operación Liberty no fue más que una maniobra especulativa donde se forraron tres espabilados a costa de hundir la compañía y despedir a más de 2.000 trabajadores de la plantilla.
Fue entonces cuando Wall Street olió la sangre y el polémico financiero Nicolas Berggruen se ofreció para el rescate. La revista satírica ‘Mongolia’ publica este mes un artículo sobre el agresivo ‘modus operandi’ de los ‘hedge funds’ del hombre que en 2010 facilitó la inyección de 650 millones en Prisa que ayuda a entender la auténtica naturaleza de la crisis del gran diario español.
Cebrián tenía los mercados cerrados y una deuda de 5.000 millones sin la ayuda ya de Jesús de Polanco. Y Berggruen tenía que gastar con urgencia 650 millones si no quería perder la comisión de los inversores que se los habían prestado para una gran operación.
Este acuerdo se ha entendido muy mal: Liberty no es el accionista de referencia de ‘El País’. Fue sólo el instrumento creado para una operación financiera que, una vez perpetrada, suponía en la práctica la disolución del vehículo.
El pacto fue redondo, pero siguiendo la misma lógica de las grandes operaciones del ‘capitalismo de casino’, no era necesariamente bueno para Prisa, sino sólo para los ejecutivos que la realizaron. Dentro de la empresa de comunicación, se beneficiaron básicamente Matías Cortés, que pasó una factura millonaria por el asesoramiento jurídico, y, sobre todo, Cebrián, que se blindó durante tres años con un salario estratosférico -en 2011, se embolsó 14 millones de euros, pese a que Prisa perdió 450- y bonus extra por el acuerdo.
Del lado de los inversores, Berggruen facturó también una suculenta comisión en lugar de tener que devolver el dinero con los intereses generados. Y se aseguró una retribución del 7% de sus acciones durante tres años, pese a que los accionistas de Prisa de toda la vida hace más de un lustro que no perciben dividendo y que sus viejas acciones valen apenas el 2% del valor que tenían cuando empezaron a cotizar. A Berggruen no debe de importarle demasiado si Prisa acaba hundiéndose: el negocio ya lo ha hecho.
La última fase del ‘capitalismo de casino’ también es aplicable a ‘El País’: ante la evidente imposibilidad de devolver la deuda -pese a todas las desinversiones y la inyección de Liberty y de Telefónica, sigue superando los 3.500 millones-, la banca acreedora ha transformado los créditos en capital y ya es accionista de referencia.