Y mire usted por dónde, el exclusivón de El País sobre las supuestas torturas de supuestos soldados españoles a supuestos insurgentes islámicos ha terminado estallándole en las manos a… ¡José Bono! Ya sabe usted de qué hablamos: este fin de semana El País difundía un (supuesto) vídeo donde pasaban todas esas cosas y las fechaba en 2004, el año anti-Aznar -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
“Prudencia”, pedía el editorial de LA GACETA. Pero ayer Twitter se incendiaba con las manos de Gervasio Sánchez, periodista de larga trayectoria en asuntos bélicos, del que ya hablamos ayer, según el cual El País tenía ese material desde el año 2005 y Miguel González, el mismo que firma la información de este fin de semana, lo tapó. ¿Para qué? Para proteger al entonces jefe del CNI, Jorge Dezcallar (ah, vaya, vaya) y al entonces ministro… José Bono.
Al parecer, y según la versión de Gervasio, uno de los insurgentes apaleados era un traductor iraquí que trabajaba para El País –ya es casualidad– y al que se usó como chivo expiatorio, y nunca mejor dicho, después del atentado que costó la vida a siete agentes españoles del CNI en aquel país. Gervasio pone como chupa de dómine al colega Domínguez: le acusa de no haber preguntado nunca a Dezcallar en varias entrevistas por ese asunto y añade que el compañero de El País “viajaba siempre en lugar preferencial con el ministro de Defensa”.
Larga tradición de ese ministerio, me temo. El caso es que El País se ha quedado solo en el seguimiento de su exclusivón, y esto ya es llamativo. Hubo un tiempo en que El País sacaba algo y todo el mundo seguía su estela, pero, visto el conjunto de la prensa española, parece claro que ese tiempo acabó. Nadie ha entrado al trapo del vídeo. Bueno, con la excepción de La Sexta, que ayer dedicaba unos minutillos al asunto como siempre que hay carnaza antimilitar.
¿Por qué ninguna gran cabecera nacional ha seguido la estela de El País? Porque la historia de las supuestas torturas tiene muy poco recorrido. Para empezar, es sorprendente que a estas alturas aparezca un vídeo de aquella época con un contenido tan combustible. Es sorprendente también que lo haga en un periódico que goza de los mayores parabienes en el Ministerio de Defensa. Y es sorprendente, en fin, que lo luzca la misma cabecera que ha sido generosamente reflotada por el Gobierno Rajoy.
POR PONERNOS SUSPICACES
Tan sorprendente es todo esto que las malas lenguas –que en Defensa también las hay– apuntan a una versión retorcida de los hechos, a saber: dado que Morenés vive horas bajas en el ministerio, el vídeo en cuestión le vendría de perlas al ministro para sacudir en la cresta a los militares de carrera, esa gente tan engorrosa, y así asentar sine díe en la poltrona al lobby políticoindustrial, que es en realidad quien corta el bacalao en Defensa desde los tiempos de Eduardo Serra.
La hipótesis está un poco traída por los pelos, pero no deja de ser verosímil. Y, en todo caso, incide en el nulo liderazgo de El País, que ya ha dejado de ser el medio de referencia de la prensa española. Como la prensa española no le hace caso, El País lo intenta por otras vías y apunta ahora a convertirse en medio de referencia del Papa Bergoglio, que día sí y día también sube a los altares de Prisa. No sabe usted el mosqueo que hay en medios católicos tradicionales por este intensísimo sahumerio al Pontífice en los mismos medios que hasta hace una semana cubrían de vituperios a la Santa Madre.
La izquierda mediática insiste en ver a Francisco como un Papa de sus hechuras y no se priva ni de lo más insólito. Por ejemplo, volviendo al amigo Manuel Vicent: “La Iglesia católica no va a salir de la crisis hasta que no acepte el sacerdocio de las mujeres. Nada más lógico. El cuerpo de la mujer está más estructurado que el del hombre para servir de médium hacia ese sustrato misterioso de las energías espirituales, que según Jung es más profundo que el sexo, contra la teoría de Freud. En las iglesias luteranas está creciendo el número de sacerdotisas”. Hay que suponer que el Papa Bergoglio estará tomando buena nota de todas estas sugerencias. La verdad es que, hasta ahora, todo lo que ha hecho este Papa son gestos muy ostensiblemente dirigidos a la galería. Pero hay algunos que han llamado sobremanera la atención, como despojarse de vestiduras litúrgicas o abstenerse de dar la bendición a los periodistas “para no molestar”.
En fin, como dicen los prudentes: esperar y ver… Por otro lado, no todo es miel para el Pontífice en la orilla izquierda del río que nos lleva. En El Plural siguen erre que erre con el asunto de las relaciones de Bergoglio con la dictadura argentina: “A pesar de que Francisco, por Francisco de Asís, está girando con rapidez y eficacia hacia posiciones que apenas tienen nada que ver –para bien de la humanidad– con los mandatos de Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI, la sombra de la sospecha respecto a su actitud durante la criminal dictadura del general Videla no parece que se disipe”, escribe Enric Sopena.
A don Enric no le convencen las explicaciones que ya ha hecho públicas el portavoz Lombardi y pide al Papa una prueba suprema de limpieza de sangre: “Las sombras del pasado tienden a proyectar a un Papa que, si no ayudó directamente a los golpistas en sus torturas y en sus asesinatos, sí optó por el silencio en cierto modo culpable. No protestó que se sepa, ni acusó en público a los autores de las mayores tropelías y múltiples matanzas de miles y miles de personas. Esperamos, sin embargo, que –cuanto antes mejor– explique punto por punto en la televisión y ante periodistas especializados en su biografía que le puedan responder por qué en su país y en otros muchos lo critican con severidad”.
O sea, una rueda de prensa multitudinaria donde el Papa se hinque de rodillas y pida perdón personalmente a Enric Sopena. Y todo, por supuesto, por el bien de la institución: “Eso iría en bien suyo –rubrica el jefe de El Plural– y en el de la Iglesia católica que usted, Francisco, pretende con buena voluntad, que sea la de Jesús de Nazaret y no la de los fariseos”. Precaución, Bergoglio: Sopena vigila.