El ex presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid acaba de publicar un libro sobre la historia de Ferrovial 'Un viaje sin fronteras'

Fernando G. Urbaneja: «Nuestra generación de periodistas, la de Pedrojota, de Cebrián y mía, ha fracasado: el mapa informativo que dejamos es una porquería»

"La guerra de accionistas de El País terminó con la compra de Polanco de las acciones de Trevijano, en parte con dinero negro"

Nacido en Burgos en 1950, el periodista y analista Fernando González Urbaneja lleva 40 años trabajando en los medios de comunicación más destacados del país. Ha sido desde jefe de sección en El País, a presentador de las noticias de Antena 3, pasando por la dirección de publicaciones como ‘Cinco Días’ o ‘Cambio16’. Su último cargo importante fue la presidencia de la Asociación de la Prensa de Madrid.

Ahora el veterano periodista ha publicado con el grupo Planeta una obra que resume la historia económica de este país a partir de la de la historia de Ferrovial: ‘Un viaje sin fronteras’, en la que cuenta todos los detalles de esta constructora que acaba de cumplir los 50 años de existencia (1952-2012). El veterano periodista, que ha sido entrevistado por Periodista Digital, ha hablado largo y tendido de su obra y también de momentos destacados de su larga trayectoria periodística, en la que incluye un análisis crítico a la prensa. En su opinión uno de los problemas de la crisis de algunos medios de Madrid es que imitaron el modelo de Cataluña, de ir con complejo de superioridad.

Acaba de escribir un libro sobre Ferrovial en un momento en que las constructoras tienen mala imagen, porque se dice que logran sus adjudicaciones a cambio de financiar ilegalmente a los partidos.

El negocio de licencias y construcciones tiene amplios niveles de corrupción. Pero yo creo que hay una injusticia cuando se habla que las constructoras son todo corrupción. En España el sector de la obra pública y la edificación cuenta con compañías que saben hacer muy bien tu trabajo y lo prueba que ganan concursos de adjudicaciones fuera del país. Ferrovial es un gran contratista en Inglaterra, donde es la segunda en muchos lugares, en el metro de Londres, y no parece que sea por corrupción.

Borrell cuando llegó al ministerio llamó a las constructoras y le dijo: «se acabó esto de las mordidas y los sobres» y el de la patronal de las constructoras le dijo: «mira, ministro, es más fácil que reúnas a los partidos políticos y les digas a ellos que ‘nunca más’. Me gustaría señalar que tanto Dragados, ACS, FCC, Acciona y la propia Ferrovial son empresas que han demostrado que fuera, por ejemplo en Estados Unidos, son empresas muy competitivas.

Usted comenzó en periodismo en Doblón, una revista que sobre todo es recordada por el atentado contra su director, Martínez Soler.

Terrible atentado. Fue de los servicios de inteligencia – de poca inteligencia – de la Guardia Civil. Aquello fue muy brutal y se manejó con cierta discreción.

Doblón fue una revista desenfadada, crítica. Recuerdo algunas portadas dirigidas al ministro de Economía de la época, Villar Mir «las carambolas de Villar Mir». Mi primer contacto con Aguirre Gonzalo [presidente de Banesto] fue, tras un artículo que no le gustó, que llamó por teléfono, cogí yo el teléfono y me dijo «¿Es usted uno de los cuatro a los que invito a comer?». Yo lo dije ‘Sí, soy yo’. ‘¡Pues le voy a meter en la cárcel a los cuatro!’. Pero acabamos teniendo una buena relación. (…)

¿Cuándo se produjo su fichaje por El País?

Juan Luis [Cebrián] buscaba un jefe de sección de Economía. Tras tantear a varios, como Paco Mora, le propusieron que contara conmigo y me lo ofreció. Yo le dije que no, que escogiera a otra persona y que sí escogía a esa otra, yo entraba con él. Cosa que a Cebrián le molestó mucho. Ahora lo veo con perspectiva y lo entiendo. Pero al final le dije que sí. Me ofreció un sueldo, 65, le dije que era poco y entonces me ofreció un poco más, 75. Además le puse como condición que ‘la bolsa’ fuera en economía, para que no fuera publicitaria, eso era algo novedoso. Y que la sección laboral fuera también en economía y no en sucesos. Por eso auquella sección de El País nació como ‘Economía-Trabajo’.

He leído que ya en aquella publicó firmados por usted informes contra la RTVE del momento (UCD), por chanchullos, agujeros y sobrecontratos.

Pérez Ornia había conseguido una auditoría de TVE, muy exigente y muy dura, donde denunciaba todas las irregularidades y corruptelas. Era la TVE de Suárez, que era la TVE de siempre. (…) Juan Luis Cebrián estaba especialmente preocupado porque la auditoría afectaba a una etapa en la que él había estado en TVE. Teníamos unas relaciones raras. Tuvimos ahí una tensión entre redacción y dirección, subordinación irreverente, pero salió publicado. Además en El País pensábamos que en aquellas corrupciones podríamos implicar a Suárez y a lo mejor derribábamos al Gobierno. 

Se ha hablado mucho de la guerra de accionistas de El País del periodo 1979-1982, en que un grupo quiso cambiar la orientación de la redacción del periódico, redacción de la que usted formaba parte

Lo de El País fue una rebelión de los fundadores, que ante la influencia del periódico, querían disfrutar de esa influencia. Hubo una tensión entre los liberales, no liderados por José Ortega, sino por Miguel Ortega, su hermano. Donde, de alguna forma, el jefe intelectual, eran Julián Marías. Y ellos estaban frente al sector de los accionistas que representaba Jesús Polanco, que eran los que estaban con la redacción y con Juan Luis Cebrián. Yo tuve que hablar en alguna junta frente a Julián Marías y su gente. Recuerdo que uno dijo que los accionistas no habían ido a ganar dinero, sino a defender una plataforma y yo dije que la redacción quería que los accionistas sí debían ganar dinero y que la orientación era cosa de la redacción.

Luego apareció Trevijano que intentó conseguir una mayoría accionarial para controlar la redacción y despedir a Juan Luis Cebrián. Hubo una lucha de accionistas que se remató con la compra por parte del sector Polanco del paquete minoritario que Trevijano había logrado conseguir, era un veintitantos por ciento. Que se hizo un cambio amplio y que, en parte, se pagó con dinero negro.

Pero ganó la redacción aquella batalla

Ganó la redacción de El País en ese momento. Pero perdió años más tarde.

¿Cuándo la perdió?

Todo el prestigio que tenía la prensa lo arruinaron los políticos. Acosaron a la empresa con un arma: las licencias de radio y televisión, que son las que corrompen a los medios. Corrompe las líneas editoriales de los periódicos y corrompe sus cuentas de explotación. Fue un viaje al desastre. Con las televisiones los medios estropean sus balances y estropean sus conciencias.

¿Por qué dejó El País?

Por una discrepancia organizativa con Juan Luis Cebrián. Tema menor en apariencia, pero importante para mí. Yo había adquirido unos compromisos con una serie de personas y con Juan Luis Cebrián. Y cuando llegó el momento a Cebrián ‘se le olvidaron’ aquellos compromisos. Por eso me despedí, fui al jefe personal, dije «causo baja» y me fui. Cebrián dio una explicación cabalística de que yo me iba porque quería irme al ministerio con Calvo Sotelo. No, yo me fui a mi casa.

Volvió al periodismo en el Grupo16 como director de la revista donde el anterior director había salido mal, enfrentado al editor

Llegué para reemplazar a Pepe Oneto, era una situación compleja. Pepe salió fatigado por Salas, Salas fatigaba mucho. Injustamente olvidado. Juan Tomás de Salas por un lado era incorruptible, pero por otro era un niño grande fatigoso, difícil de gestionar. Lo que más le gustaba era el juego. Por eso Pepe se fatigó. Aquella colaboración nunca se debió haber roto. Era un buen tándem. A mí la redacción de Cambio16 me recibió fatal. Aquello lo reestructuramos con Víctor Marquez Reviriego. Fue una etapa interesante. Hasta que llegó Pedrojota.

En su libro ‘La Rosa y el Capullo’ (1989) Pedrojota habla de una guerra entre ‘los Albertos’ y Mario Conde y parece situarle a usted con ‘los Albertos’

Es cierto que tras dejar Cambio16, yo me voy a trabajar con ‘los Albertos’, por Rendueles y Cortina. (…) Pero no tenía nada que ver. La guerra interna en el Grupo16… Pedro lo ha contado de una manera, yo tengo una versión distinta de la suya. Cada cual vivió lo que vivió. Pedro pacta con Conde controlar el Grupo16 a través de Hersant.

Hubo una oferta de Hersant para comprar el Grupo16

Sí, pero yo siempre pensé que detrás de esa oferta estaba Mario Conde y no Hersant. Conde aparece en escena por esa época. Él quería prensa y el Grupo16 era apetecible. Hubo una guerra entre los hermanos Salas y todo, fue interesante. Luego viene la pelea de Pedrojota con Salas. Pedro hizo lo que tenía que hacer, por encima de su editor, no tenía problemas en meterse con los amigos de su editor. Hubo una bronca con Semprún, otra con el Rey. Y Juan Tomás, en un acto de niño grande, decide echar a Pedrojota. Se decían unas cosas de amor y de odio en las cartas, le despide. Y Pedro crea El Mundo. Ojalá esa guerra se hubiera hecho de otra forma. Es verdad que la Beautiful jugó un papel en esa guerra contra Pedrojota, porque eran los amigos de Juan Tomás, pero eran amigos de Juan Tomás antes de ser ‘beautiful’.

Pedrojota dice que ‘los Albertos’ vetaron a Jesús Cacho en Cambio16

De eso no soy conscientes. Sí recuerdo que Cacho sale de El Pais por una bronca con Cebrián por Javier de la Rosa. De esa historia sé algo, porque tuve algo que ver en que se requiriera a De la Rosa que aclarara el origen de una información y eso desató aquello.

¿Polemizó con Julián Lago por la Beautiful?

Es que Julián y yo tuvimos una polémica profesional, él dirigiendo Tiempo y yo Cambio16, porque su enfoque era más moderno y espectacular, yo hice un entrentamiento más clásico. Cuando Boyer sale del Gobierno, Julián Lago interpretó todo en que era por Preysler. Nosotros dijimos que era por su agotamiento por la recesión y no tenía el poder para estabilizar las cuentas. Teníamos razón los dos. El enfoque de Tiempo le dio mayor competividad a Tiempo que a Cambio16.

Años después, usted y el Sr. Badía fueron los últimos directores de Diario16

No. Nosotros quisimos sacar un periódico nuevo que se iba a llamar Público. Era el proyecto ‘tiza’. Y cuando estábamos captando accionistas, el grupo de Santiago Rey, el grupo Voz, que tenía Diario16 y estaba decidido a cerrarlo nos dijo que miráramos si aquel proyecto se podía hacer con ese diario. Y nos ocupamos seis meses al tema. Introdujimos reducciones de costes. Pero Santiago Rey no se atrevió a seguir sin nuevos accionistas y aquello fracasó. Tuve mucha frustración por aquello.

En el libro ‘la Dictadura Silenciosa’ de Losantos dice sobre los telediarios de Antena 3 de 1992 con el ‘caso Ibercorp’ que el de Luis Herrero lo trató con mucha visceralidad y el que hacía usted no.

Esa es versión de parte. Yo tenía conocimiento bastante profundo sobre la persona de Mariano Rubio. Sigo teniendo gran aprecio por él. Creo que ha sido un gran servidor del estado y una persona injustamente tratada. En aquel momento tirar contra Mariano Rubio era la venganza de mucha gente contra un Banco de España firme, el mejor que ha habido en la historia de España. Nunca quise trabajar con él, aunque me lo pidió. Es cierto que yo tenía una posición más blanda con el caso Ibercorp. Porque era un caso menor.

¿Qué le ha parecido la película biopic de Mario Conde, donde Mariano Rubio es un poco el villano?

Me ha hecho gracia. La caracterización de Mariano Rubio es disparatada. Cualquiera que conociera a Mariano Rubio un poquito sabe como era y no tiene nada que ver con ese. El ‘caso Ibercorp’ que destapa el diario El Mundo, fue la venganza de Mario Conde contra Mariano Rubio. Esa una historia que habrá que contar. Federico y Luis Herrero en aquel momento veían mucho a Mario Conde y tenían, digamos… ¿cómo se obtuvo la información de aquello? (…) Mariano Rubio cometió errores inadmisibles, por lo que es lógico que lo quitaran, pero también hizo grandes servicios al país.

Usted dirigió ‘La Brújula’ de Onda Cero con Martínez de Castro, que ahora es secretaria de Estado de comunicación.

La directora era Carmen, la prensa nos presentaba como un ‘tándem’ porque interesó hacerlo así. Pero era ella la directora informativa. Yo era el director editorial. Hicimos un programa interesante, pero en Onda Cero pasaron muchas cosas de seguido, Telefónica, la venta, Planeta. Fue una etapa interesante, pero compleja en las relaciones entre la política y la prensa. Empezó a haber un alineamiento muy claro.

Usted dejó ‘La Brújula’ después de que le eligieran presidente de la APM

Seguí con Alsina hasta que pasaron cosas que llevaron a una discrepancia entre la dirección de la casa y la APM por intentos de mezcla de cosas que no se podían mezclar.

¿Hablamos de formas diferentes de entender la información?

Hablamos de ‘tráfico de influencias’.

Usted dirigió a Mercedes Milá durante el año que dejó de presentar ‘Gran Hermano’ y volvió al periodismo en Antena 3

Quién la convenció fue José Velasco. Y Velasco y Mercedes me convencieron a mí para que les echara una mano en la dirección y asesoría. (…) Aquel programa no funcionó. Tengo admiración a Mercedes Milá. Creo que no ha sido una persona bien tratada en el universo informativo, cuando podía haber hecho cosas muy interesante a parte de ‘Gran Hermano’.

Cuando llegó Zapatero en 2004 se creó un ‘comité de sabios’ para analizar TVE y dio la impresión en ese comité que Urbaneja iba por un lado y el resto por otro…

A la hora de elaborar el informe final yo discrepé de las conclusiones de los demás e hice un voto discrepante. Argumentado. Y a mi voto discrepante se unió el asesor económico del ministerio de Hacienda, Miguel Ángel Arnedo. Eso causó incomodidad al resto de la comisión que querían que el voto discrepante fuera sólo uno. Para mí un trabajo muy frustrante el de aquella comisión de RTVE.

A usted le criticaron por decir que RTVE era el ente ‘más corrupto’ que conocía

Eso fue porque en una comparecencia en el Senado sobre RTVE fui más sincero de lo que se debe ser en los sitios. RTVE tenía un problema serio de corrupción interna. Hablaba de corrupción en sentido morfológico, pero se interpretó muy mal por gente que no tenía nada que ver. (…) El informe de la comisión fue un informe pastelero, influido – sin que los miembros de la comisión lo supieran – por las fuerzas tradicionales de la televisión, que tienen entidad en sí misma y que luchaban por mantener el momio y en buena parte lo consiguieron. (…) Ahora tenemos un riesgo de que a la televisión pública le pase lo que le ha pasado en Grecia.

¿Cuál fue su problema con Paolo Vasile?

Cuando dijo que la medida de la ética en televisión la daba la audiencia. ¿Más audiencia – más ética? ¡Era una frase terrible! Dije que ‘una persona así tendría que ser extrañada del país’, y eso causó que me calificaran de xenófobo.

Recuerdo que tanto ‘La Noria’ como ‘Sálvame’ hicieron programas contra usted

Hombre, ahí demostraron lo que llamamos la simetría. Yo estoy dispuesto a discutir con el Sr. Vasile, que dicen que es muy listo y muy tal. ¡Lo que no puede hacer es mandarme La Acorazada! ¡La Brunete de toda la cadena fue contra mí! Ante eso cierras en casa.

En esos programas de Telecinco se le criticó mucho por el tema Sara Carbonero

Podría decir que me ‘malinterpretaron’, pero no, no me malinterpretaron, me entendió perfectamente el Sr. Vasile, pero quisieron utilizar aquello para hacer una campaña de promoción. De Sara Carbonero sólo dije que había un problema de ‘conflicto de intereses’. Que igual que no estaría bien que el hijo de Botín haga la crónica de la Junta General, pues por eso dije que la novia de portero no podía hacer la crónica del partido. ¡Menudo lío montaron! Yo pensé ante eso que lo mejor era tirar el toldo.

En laSexta se molestaron con usted por lo que dijo durante la guerra Wyoming-Intereconomía

No. Nada. Eso fue nada. De hecho desde laSexta me llamaron y me dijeron: «Oye, vamos a armar un poco de ruido con lo que has dicho, pero no te molestes». En aquel momento lo que dije es que aquello estaba mal por ambas partes. Que Intereconomía hizo mal emitiendo el vídeo falso, pero también estuvo mal que laSexta hiciera un video falso y lo dejara correr el tiempo que lo dejó correr sin decir que era falso. (…) Y se dijo que yo tenía una gran bronca con Wyoming, es imposible que haya una bronca con ellos.

¿Cuándo se hundió el periodismo en España?

Es una pregunta interesante, ‘¿Cuándo se jodió el Perú?’ como dijo Vargas Llosa. La prensa se estropeó con las licencias de TV. En el caso de El País con el caso Filesa, ahí El País debilitó su instinto informativo por mor de no sé qué. Creo que tiene que ver con el periodismo que se hace en Catalunya. En Catalunya se creían que su periodismo era superior al de Madrid. Y esa tesis averiada se instala en El País y hace que el tema Filesa no se trate como debió. Desde entonces pa cá les ha pesado la púrpura. Los medios cuando triunfan, soportan mal el triunfo. (…) ‘¿Si soy tan listo por qué voy a ser simpático?’. Hay déficit de auto-crítica. En la prensa española no se analiza nada.

El periodismo va a seguir y con tiempos muy brillantes. Pero pienso al mismo tiempo que mí generación conviene que salgamos de escena, ya está bien. Llevamos 40 años dando la tabarra.

Podría pensar que se está refiriendo a Juan Luis Cebrián y Pedrojota Ramírez, que llevan mandando en la prensa desde hace 30 años…

¡También! Pero esa es mi posición. Por eso yo me estoy retirando. Debe haber nuevas generaciones y nuevas ideas. Nosotros hemos fracasado, el mapa informativo que dejamos es una porquería. Dejamos una crisis profunda en el sector y un déficit ético. La corrupción que se difunde no suele ser por ser fruto de una investigación diligente, sino fruto de ser instrumento de los distintos bandos en disputas. La política nos ha podrido, nos penetró hasta el tuétano. Somos una generación fracasada.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Juan F. Lamata Molina

Apasionado por la historia en general y la de los partidos políticos y los medios de comunicación en particular.

Lo más leído