OPINIÓN / Afilando columnas

Méndez-Monasterio: «Si de verdad Mas se cree sus comparaciones con Luther King, Mandela y Ghandi, puede acabar como para que le encierren»

Joan Barril (El Periódico): "Siglos antes de que el COI zanjase las pretensiones madrileñas, la España castellana había demostrado con creces su permanente conflicto entre el deseo y la realidad"

Si hubiera que hacer un mapa de España basándose en las secciones de opinión de la prensa de papel española del 11 de septiembre de 2013, llegaríamos a la conclusión de que está formada tan sólo por dos comunidades autónomas: Cataluña y Andalucía. La cadena humana independentista y las pre imputación de Griñán y Chávez acaparan las columnas de los periódicos de Madrid y Barcelona. Para ser justos, en los de esta ciudad tan sólo tiene cabida el primero de esos temas, incluyendo algún artículo que merecería ser calificado como discurso del odio anti-español.

En el autoproclamado ‘diario de la Catalunya real’ encontramos un artículo del periodista-intelectual orgánico de Uniò y hombre de Duran i Lleida en El Periódico, Joan Barril, titulado El orgullo de no querer conocer, toda una muestra de prepotencia antiespañola:

Siglos antes de que el COI zanjase las pretensiones madrileñas, la España castellana había demostrado con creces su permanente conflicto entre el deseo y la realidad.

El alto y no siempre justificado sentido del honor de la España oficial le impide acometer las causas de sus derrotas.

Gracias a esta actitud altisonante España ha sido un país a punto del rescate -toca madera- y ahora solo forma parte del G-20 como invitado y como «tómate unas copas, Mariano».

Añade:

Contra la soberbia española hace falta un poco de humildad, que se cimenta en el respeto y el afán de conocimiento.

Y sigue:

Cuando no se quiere entender el conflicto que ella misma ha creado, la autosuficiencia española se encastilla en el tópico y a lo más que se recurre es a fomentar el lamento por lo poco que nos quieren los antiespañoles del mundo y los de dentro de su pequeño mundo.

A este humilde lector de columnas no le deja de hacer gracia que este tipo, en cuyos artículos no es raro encontrar el típico discurso victimista típico del nacionalismo y que al mismo muestra un desprecio absoluto por el resto de España, denuncie la «autosuficiencia española» que «se encasilla en el tópico» y los lamentos. Si esto existe, nada más español que sus artículos. Y terminamos con una última perla:

Madrid será una isla rodeada de obras inacabadas acechadas por el matorral. Pero siempre nos quedará un «relaxing cup» de café con leche con el azúcar amargo de la altisonancia y el empecinamiento en no querer entender a los que nos rodean.

Algo nos dice que si alguien escribiera un artículo similar sobre Cataluña en un periódico de Madrid, enseguida los medios catalanes montarían en cólera y el tema hasta podría acabar en el Congreso de los Diputados de la mano de CiU o ERC.

En La Vanguardia, Pilar Rahola escribe Vamos haciendo vía. Está contenta ante el día que se presenta:

Ha llegado el día, nuestro día. Después de meses de preparación ciudadana, con centenares de personas dedicando horas e ilusión para que la Via Catalana sea un éxito, hoy es el día D. Y la hora H será las 17.14, cuando, emulando a la vieja campana Honorata, sonará la campana de la Seu de Lleida y centenares de miles de catalanes enlazarán las manos para mostrar nuestras razones al mundo.

Pilar Rahola.

No faltan comparaciones al más puro estilo Artur Mas:

Y todos aquellos ciudadanos del mundo que quieran mirarnos con ojos de mirar, y no con la mirada oscura de la intolerancia y la imposición, verán un pueblo que lucha con la fuerza del testimonio pacífico. No somos Bolívar, somos Gandhi.

Al menos pide que no se caigan en gestos como la quema de banderas.

Si hoy un solo tonto quema banderas o hace cualquier acto incívico en nombre de Catalunya, que quede escrito que la absoluta mayoría lo rechazamos, porque nada, en nombre de la pacífica reivindicación catalana, justificará sus burradas.

Esperemos que, si se queman banderas de España, sea coherente y lo denuncie en un artículo o lo critique en alguna tertulia.

Y, para conluir, una dosis de victimismo preventivo:

Por supuesto, lo tergiversarán, mentirán, dirán pestes de nosotros. Pero hoy daremos una lección de civismo político, y haciéndolo honraremos la mejor tradición catalana. Feliz Diada.

Seguimos con el mismo tema, pero cambiamos de ciudad y de periódico. Nuestro recorrido madrileño arranca en esta ocasión con La Gaceta. El periódico de Intereconomía publica en su contraportada un artículo de Kiko Méndez-Monasterio titulado Nos aburre Mas, que no hará ninguna gracia a los columnistas reseñados más arriba. Tras afirmar que el catalanismo se ha convertido en «desencanto y un plomo. Entre pueril y delirante», añade:

Artur Mas se compara con Luther King, con Nelson Mandela, con Ghandi. Si de verdad se lo cree, es un síntoma que a sus allegados debería preocupar, porque el pobre hombre puede acabar como para que lo encierren. No le queda nada para soñar que es Napoleón, o el arzobispo Makarios. Y, en cualquier caso, aburre con su cantinela de obsesivo compulsivo tanto como despilfarra en banderitas.

Continúa:

Todos los años igual: la Diada como la canción de Mecano, el aniversario de septiembre en el que cuentan una especie de cómic de Tintín, cuyo parecido con la historia real es equiparable a las similitudes de Syldavia y Cataluña. Que sí las tienen, por ejemplo: las dos son naciones imaginarias.

Propone, en clave de humor, una peculiar estrategia para enfrentar el nacionalismo:

Quizá la solución pase por crear una terapia de grupo, donde ellos por turnos cuenten sus frustraciones y sus sueños de grandeza, y poco a poco procuren enmendarse y corregirse. «Me llamo Arturo. Un buen día le dije a mi mujer que en nuestra casa había que abandonar el español en el que hablábamos, y emplear desde entonces el catalán. Luego he utilizado el Gobierno para obligar a todos los catalanes a que hicieran los mismo. Pido perdón. Llevo un par de días sin insultar al resto de españoles ni proclamar memeces». Muy bien Arturo, dirían los demás, enhorabuena. Después podían ir levantándose los otros tarados y contar también su historia. A Otegui habría que llevarlo como a Hannibal, atado y con bozal, para que no muerda. A lo mejor con este sistema se iban desenganchando de la droga dura del nacionalismo, que destruye vidas como la peor adicción, y cuyas secuelas tardan generaciones en cicatrizar.

Cerramos el tema dcon la contraportada de El Mundo, donde Raúl del Pozo publica Diada: el progromo.

Hay que comprobar si hay coacciones a los ciudadanos que quieren seguir siendo españoles, si insultan, pegan o acorralan a alguien, si se observan maneras de pogromo; cualquier pulsión vengativa confirmaría que el nacionalismo sigue siendo la vía más corta para llegar al fascismo. Y también hay que recordar a los de aquí que los catalanes ya no son aquellos «aguiluchos» convertidos en «polacos», viruela de la Monarquía, ladrones a tres manos, chulos de la vieja ramera de la Rambla, sino unos ciudadanos sitiados por la crisis, a los que les han dicho los políticos mentirosos que los ladrones somos nosotros.

Añade:

Cataluña, la puerta pirenaica, no puede dar este portazo a la razón europea; por eso Mas busca un acuerdo con Junqueras para redactar un texto que no choque con la Constitución, lo cual es imposible.

Concluye:

Aquí resulta muy ofensivo ver a los ladrones y evasores envueltos en la farfolla de la patria. Muchos de los patriotas de paraísos fiscales son sucesores de las familias que hacían colectas que Cambó entregaba a Franco para bombardear Barcelona.

También el diario de Unidad Editorial, Victoria Prego escribe sobre las novedades del socialismo andaluz bajo el título de La reputación dañada:

La juez Alaya ha dado un paso de consideración extrema hacia los miembros del gobierno andaluz hasta hace tres días que, sin embargo, puede volverse en su contra, más aún de lo que lo está ya, entre la opinión pública andaluza de la izquierda socialista.

Tras señalar que el PSOE ha denunciado que la actuación de la juez Ayala daña la reputación de Chávez y Griñán, añade:

Pero no se engañe Soraya Rodríguez: primero, la reputación de los dos políticos está seriamente dañada hace mucho tiempo. Y, segundo, este auto de la juez permitirá quizá, sólo quizá, despejar las incógnitas en torno a ellos e incluso podría dejarles libres de posteriores investigaciones.

Y, sobre todo, les permitirá hacerse presentes en un procedimiento en el que estaban metidos de hoz y coz pero en el que no estaban presentes. Bien vale el trago de hoy en aras de las posibles ventajas futuras.

Termina repasando cómo quedan Susana Díaz y Rubalcaba:

Susana Díaz ha heredado el poder de José Antonio Griñán. Pero el poder que hereda lleva también consigo la obligación de afrontar ante los ciudadanos la responsabilidad de lo perpetrado por gobiernos anteriores de su mismo partido. El caso de los ERE no ha terminado aún y a Susana Díaz le tocará dar las explicaciones como presidenta de una Junta que en tiempos no tan lejanos permitió un robo tan descomunal de dinero público. La dimisión de su antecesor la deja a ella al frente de esa tarea inexcusable.

Y Rubalcaba, como secretario general del PSOE, tiene la obligación de asumir también tan pesada carga. Fueron gentes de su partido las que se dedicaron al saqueo de las arcas públicas de un modo desvergonzado. Y, por lo tanto, es él quien deberá dar la cara cuando este caso termine.

Susana Díaz y José Antonio Griñán.

Y terminamos en ABC, donde Ignacio Camacho trata el mismo asunto con el título de La boda estropeada:

Por si quedaba alguna duda: ¿se entienden o no se entienden ahora las prisas de Griñán en su saga-fuga abdicatoria? Informado de lo que se cocía en los juzgados por su consejero de Justicia -el fiscal Llera, el mismo que ayer se cubrió de gloria al afirmar que el nuevo gabinete de Susana Díaz importaba más que el auto de Alaya-, al expresidente de la Junta le entró este verano un ataque de pánico político. Por poco no le da tiempo a casar con el poder a su ahijada; la providencia de preimputación pilló ayer a la nueva nomenclatura dirigente en plena celebración de la tornaboda.

Apunta:

Se avecina un lío jurídico considerable, una batahola de casuismos, un aquelarre leguleyo. Pero la bomba política ya ha estallado y su estruendo ha roto los cristales del salón noble en que Díaz festejaba su neonato Gobierno. Mientras la flamante presidenta se esfuerza en levantar el horizonte retórico de un «tiempo nuevo», el índice de la togada ha señalado con sombras de culpa a todo el viejo régimen: una década larga de chavismo y sus secuelas.

Concluye:

En su urgencia por desembarazarse de la túnica de tribuno, a Griñán se le ha olvidado, sin embargo, desprenderse de otras orlas simbólicas que aún lleva puestas como dirigente del Partido Socialista. Ha conseguido evitar por los pelos la imputación de un presidente en activo de la Junta, pero no la del líder regional del PSOE ni la de presidente federal. Ahora el problema es de Rubalcaba. Cada vez que suba al ambón del Congreso a fustigar a Rajoy por el caso Bárcenas le van a recordar que a su derecha en la Ejecutiva, en el sitio de honor, se sienta un imputado. (Por cierto, aunque la comparación sea odiosa: Bárcenas, el hipermalvado, el archiladrón, fue literalmente obligado por el PP a «desaforarse» renunciando a su acta de senador. Si no lo hubiese hecho aún estaría litigando su procesamiento en el Supremo). Mal día era el de ayer para anunciar una oposición más dura; la va a tener que ejercer con una seria brecha en la retaguardia y una mano atada a la espalda.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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