OPINIÓN / Afilando columnas

Juan Luis Cebrián sacude una sarta de palos a El Mundo, Antena3 y laSextaTV

Ignacio Camacho: "El empeño de Bolinaga en vivir representa el más lacerante de los fracasos de la política penitenciaria del Ministerio de Jorge Fernández"

Ely del Valle (La Razón): "Bolinaga tuvo que molestarse en calzarse la boina para sentarse delante del Skype, que siempre es más engorroso que salir de chatos"

No es cosa habitual que el todopoderoso Cebrián abandone el Olimpo de la alta dirección de PRISA para ponerse delante de un ordenador y escribir un artículo. Suele reservarse para las grandes ocasiones, aquellas en las que prima su lucimiento personal o sacar pecho por la empresa.

Por eso llama la atención que el 4 de marzo de 2014 se publique en su periódico un largo artículo, dos páginas ni mas ni menos, firmado por él en defensa del Rey frente a Pilar Urbano. Bueno, luego veremos si en realidad ese es el objetivo final del texto.

Al margen de eso, el gran tema del día en los espacios de opinión de la prensa de papel es la situación del terrorista Bolinaga, ese que tiene un estado terminal tan prolongado que es difícil encontrar un caso similar en la historia de la medicina.

Hacemos sonar, como cada día, nuestra armónica de afilador y dejamos constancia de todo ello.

Comenzamos con el texto de ese directivo capaz de poner a los medios de su grupo a criticar con dureza la reforma laboral del Gobierno de Rajoy al mismo tiempo que la aplica en sus términos más duros. El artículo de Juan Luis Cebrián en defensa del Rey, aunque no sólo se trata de eso, se titula Gato por liebre.

El domingo pasado, por ejemplo, el mismo periódico que durante años ha tratado de convencer a sus lectores de que Aznar tenía razón y fue ETA, no Al Qaeda, la responsable de los actos terroristas de Atocha, anunciaba a toda página que en el caso del 23-F (el Ejército español contra la democracia) en realidad el golpe de estado no fue abortado por el Rey, sino más bien inducido. Se sugería, eso sí, que al írseles la mano a sus chapuceros ejecutores, el monarca habría rectificado sobre la marcha.

Ya vemos que la defensa del Rey sirve para atacar a El Mundo, diario al que no se cita por su nombre. Se obvia, por supuesto, que al día siguiente de que desde el momento mismo de la publicación de la información sobre el libro de Pilar Urbano, el diario ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo se ha dedicado a hacer un acto permanente de contrición, con editoriales y artículos de opinón durante varios días consecutivos llevando la contraria a Urbano.

Pero El Mundo no es la única pieza que se quiere cobrar Cebrián:

En consecuencia, el actual conductor de Izquierda Unida, que sin duda no ha leído a su predecesor Santiago Carrillo, se rasgó las vestiduras ante las cámaras de televisión, especialmente las que son propiedad del editor del libro en que se propagan dichas conjeturas.

Ahí, otra vez sin citar a los medios criticados, el mandamás de PRISA se lanza contra las dos principales televisiones de Atresmedia (Antena3 y laSexta) y, de paso, contra el conjunto de Planeta. Y vuelve con especial fuerza contra laSexta:

Por si fuera poco, la misma televisión que organizaba acalorados debates sobre idéntico tema había programado semanas antes un falso reportaje, una auténtica invención dolosa, que venía a defender tesis más o menos parecidas: el golpe habría sido algo simulado para tratar de reconducir a partir de él la caótica situación del país. En mi opinión la permisividad, que diría Carrillo, ante tantas vulneraciones de los más elementales principios profesionales y deontológicos del periodismo puede derivar, de hecho lo ha conseguido en parte, en que algunos sectores duden del papel del Rey en el golpe de Estado. Ahora precisamente que su imagen parecía comenzar a recuperarse.

A este humilde lector de columnas le da miedo cuando alguien como Cebrián critica la «permisividad» ante «vulneraciones de los más principios profesionales y deontológicos del periodismo». Y más si se tiene en cuenta de que estamos hablado de alguien por el que Rajoy da sobrada muestras de simpatía.

Pasemos ahora al protagonista indiscutible del día, el terrorista Bolinaga. En ABC, Ignacio Camacho le dedica El trato.

Cada día de vida del ciudadano Josu Uribetxeberria Bolinaga constituye para el ministro del Interior un silencioso calvario. No porque don Jorge Fernández, hombre cristiano y cumplidor de la ley, quisiera matarlo, faltaría más, sino porque su empeño -el de Bolinaga- en vivir representa el más lacerante de los fracasos de la política penitenciaria del Ministerio, que hace año y medio largo excarceló al cruel secuestrador de Ortega Lara en el convencimiento de que estaba en fase terminal, técnicamente muerto.

Concluye:

Y aunque se haya vuelto a beneficiar de irritante trato de favor con un deferente interrogatorio por videoconferencia y una timorata providencia cautelar de arresto domiciliario, el magistrado Moreno se ha mostrado consciente de la necesidad de atenuar el ultraje. Lo suyo, lo que reclama el elemental sentido de la justicia, hubiera sido devolverlo a la prisión de la que no debió salir, pero al menos ha quedado clara la naturaleza del agravio. La que nunca entendió el ministro Fernández: que lo humillante no es que Bolinaga siga vivo, sino que siga libre.

En similares términos se expresa Carlos Herrera, que titula La indecencia Bolinaga:

Su supuesta muerte inminente, la que hizo que el juez Castro determinara su salida de prisión al fin de morir piadosamente en su casa, no ha sido tal, merced al acierto terapéutico de los médicos, al ansia por vivir del enfermo o al error diagnóstico de los forenses a distancia, causando ello al gobierno del PP un claro motivo por el que sentirse incómodo. Lo que resultaba ser una medida graciosa de humanidad evidente se transformó, por la pertinaz insistencia en la pervivencia del enfermo, en un tábano constante. Tanto fue así que hubo quien consideró al miserable Bolinaga como una secreta pieza de negociación entre gobiernos y terroristas: yo suelto a este tipo y tú continúas con procesos de abandono de violencia. Es muy probable que no fuera así, pero la simple sospecha de que pueda parecerlo debería poner a las autoridades en alerta.

Herrera quiere salvar la cara, eso sí, al Gobierno y al ministro que cree que la Virgen de Fátima tumbó el Muro de Berlín. Por mucho que a él no le parezca creíble, a algunos sí nos resulta sospechoso el empeño que Fernández Díaz puso en defender la liberación del terrorista.

Pasamos a La Razón, donde Ely del Valle firma El eterno terminal:

Bolinaga, el enfermo terminal más longevo de la historia -el adjetivo se aplica según todos los tratados de medicina cuando al paciente le quedan 6 meses o menos de vida, y lo suyo va ya para dos años- ha vuelto a pasar por el juzgado acompañado por esos familiares que él sí tiene porque nadie se los ha matado, para declarar por otro de los muchos crímenes de los que se supone fue ideólogo, cómplice o mano ejecutora. No sé si servirá de algo puesto que su «terminalidad» le permite vivir en su casa independientemente de si en su currículum de asesino cum laude hay un muerto más o menos, pero al menos nos queda el consuelo de su comparecencia: estará libre, sí, pero ayer tuvo que molestarse en calzarse la boina para sentarse delante del Skype, que siempre es más engorroso que salir de chatos.

Al afilador de columnas hay una cosa que le llama la atención del texto de Del Valle. No se señala quien es responsable de que el ‘eterno terminal’ no esté en prisión. Quizás porque en el periódico de la ‘disciPPlina’ quedaría mal señalar la responsabilidad de un ministro del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante.

Otro columnista indignado con el hecho de que el terrorista viva tan tranquilo fuera de prisión es Federico Jiménez Losantos, cuya columna en El Mundo se titula Bolinaga y amigos. A diferencia de Carlos Herrrera, él turolense sí cree que había una voluntad gubernamental de excarcelar terroristas:

La suelta de Bolinaga, preludio de la suelta masiva de etarras con la excusa de la sentencia del caso Parot, fue argumentada por Fernández Díaz diciendo que, según el informe forense, le quedaban unos días, tal vez pocas semanas de vida y que no dejar que muriese en su casa sería un acto de prevaricación. Cuando la suelta de De Juana, el Gobierno del PSOE esgrimió motivos humanitarios, y Patxi López dijo en la tele: «Lo importante es que Iñaki no se muera». Qué se va a morir. En cuanto a Bolinaga, por ahí anda, gordo y lustroso, tras demostrarse que el informe forense en el que se escudó Fernández Díaz nunca se realizó. Ayer, Daniel Portero denunció en Libertad Digital que Bolinaga podría haber participado -o podría ayudar a esclarecer- nueve asesinatos. El Ministerio del Interior y el de Justicia deberían explicar por qué se empeñan en que Bolinaga siga siendo un monumento a la prevaricación.

Para terminar este afilando columnas tomamos en puente aéreo para, nada más aterrizar en la Barcelona, acercarnos al auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’. Nos quedamos con dos columnas de El Periódico. Aunque Ferran Monegal dedica la casi totalidad de su Un Papa con un programa al Sumo Pontífice, nos quedamos con la parte final. Trata de un asunto muy diferente:

Ha salido Wyoming en plan cardenal (El intermedio). Con escenografía catedralicia, y subido a un púlpito, nos ha lanzado la siguiente homilía: «Lectura del Santo Editorial del apóstol Marhuenda: un camello entrará antes por el ojo de una aguja que Artur Mas en la Unión Europea. Palabra de La Razón». ¡Ahh! Crece la ilusión entre las masas. Deseamos un cara a cara entre Marhuenda y Wyoming. ¡Ya!

Aunque este humilde lector de columnas llegó a sospechar que existía una estrategia de Planeta para calentar el ambiente y terminar celebrando ese cara a cara. Sin embargo, ya ha pasado tanto tiempo desde que Monegal comenzara a pedirlo, y desde que Marhuenda lo propusiera en público, que nos tememos que se trata tan sólo de un deseo del columnista de El Periódico y colaborador de Onda Cero.

Y es precisamente su jefa en la emisora de Planeta la articulista con la que ponemos funto y final por hoy. Julia Otero se pregunta ¿Dónde está la izquierda? Tras pintar un escenario apocalíptico («capitalismo de casino», «oleada ultraconservadora….»), concluye:

¿Cómo actúa en este escenario la socialdemocracia? Agazapada entre las cortinas de palacio, aguarda la vuelta al poder con un miedo indigno a tomar partido, a incomodar a los poderosos, a mezclarse con la gente, escucharla y ponerse al frente de la manifestación. Sí, al frente y combatiendo al mismo tiempo a los vándalos violentos de la retaguardia, esos grandes cooperadores del miedo y la resignación general.

Resulta llamativo que hable de ‘la socialdemocracia’ cuando resulta evidente que habla del PSOE. ¿Por qué no cita al partido por su nombre? ¿Tal vez sería demasiado para ella criticar a los de Rubalcaba de forma tan evidente? Al menos pide que se demarque de forma clara de los ultraizquierdistas violentos. Algo es algo.

 

Siga en Twitter al autor de esta revista de prensa. El usuario es @chinchetru.

Te puede interesar

TIENDAS

TODO DE TU TIENDA FAVORITA

Encuentra las mejores ofertas de tu tienda online favorita

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

Lo más leído