OPINIÓN / Afilando columnas

Julia Otero propone a Ada Colau como cabeza de lista de Podemos en las generales

Francisco Marhuenda vuelve a cargar las tintas contra Pedro Arriola

El gran protagonista de los espacios de opinión de la prensa de papel española vuelve a ser el 20 de mayo de 2014 el partido de ‘Pablemos’ Iglesias y su partido. Hay para todos los gustos, desde quien vive en un estado eufórico por los buenos resultados del trosko-bolivarianismo leninista hispánico —La estrategia mediática de Podemos inspirada en Lenin: «Te tienen que entender hasta las cocineras»— hasta quien critica a la nueva estrella política y los suyos desde la izquierda aunque, eso sí, sin atreverse a escribir el nombre de la persona ni de su formación política.

Otro partido comparte su cuota de protagonismo en esta jornada. Se trata del PSOE, a cuenta de las convulsiones internas que vive tras el ‘me voy pero por el momento me quedo’ del hombre que fracasó al intentar protagonizar el ‘Milagro de Pe Punto’. Hacemos sonar, como cada día, nuestra armónica de afilador, aunque sin hacer sonar La Internacional, y nos ponemos manos a la obra en esto de dejar constancia de lo más jugoso de las columnas del día.

Arrancamos en la ciudad que está siendo escenario del salvajismo de violentos grupos ‘okupas’ durante los últimos días. Aunque no vamos a entrar en dicha materia, sino en los deseos políticos de una gallega que ejerce de catalana de izquierdas y escribe en el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’. Julia Otero publica en El Periódico un artículo titulado La Caza, a mayor gloria del presentador de Fort Apache, programa de la televisión en español del régimen teocrático iraní.

Arranca presentando a Pablo Iglesias como una víctima de una conspiración cuyo origen no aclara:

Habrán dado órdenes de revolver donde sea para dar con cualquier debilidad. Con poca cosa se construye una buena calumnia. ¡Es tan vulnerable la reputación, tan sencillo acabar con ella!

Sí, señores y señoras: ha empezado la caza de Pablo Iglesias, el coletas, el telepredicador, ególatra, amigo de ayatolás, populista y chavista. No un rogelio dócil -como llaman los pijos de Madrid a los socialistas- sino un demonio de izquierdas.

Amigo, no sabemos si es amigo de los ayatolás, pero lo que está claro que presentaba un programa en Hispan TV, canal estatal iraní. Y sobre su chavismo, basta con escuchar algunas de sus intervenciones, sobre todo fuera de España, y leer algunos de sus textos.

Pablo Iglesias en Venezolana de Televisión se emociona al recordar a Chávez

 

Por cierto, tal vez es que este humilde lector de columnas se mueve poco entre los pijos de Madrid, pero eso de «rogelio» para referirse a los socialistas es algo que hace tiempo que no oye, en todo caso ha escuchado con mayor frecuencia cosas como ‘sociatas’. Claro que uno seguramente es menos pijo que Otero y, por mucho que viva en Madrid, se junta menos con ellos que la presentadora de Onda Cero.

Pero vayamos a la propuesta que podemos considerar la gran aportación de Otero a la política española:

Es pronto para saber si Podemos es el caballo de Troya en el corazón del sistema o un visitante que pronto se desarmará. Hoy y ahora, sin embargo, es un tábano que muerde en todas las cuadras y que actuará como un revulsivo. Y esto, como dice el hashtag de Podemos, #EsSoloElPrincipio. ¿Alguien duda que el próximo intento sea un Syriza español? Habría que jubilar a algunos dinosaurios de IU, sumar con ecologistas y movimientos sociales como la PAH… y buscar un buen cabeza de lista. Pongamos una Ada Colau.

Algo nos dice que Julia Otero no ha seguido demasiado a Pablo Iglesias y los suyos. Sin duda estarían encantados con incorporar a Ada Colau a sus filas, pero nunca la aceptarían como cabeza de cartel. El líder es uno, y él será sin duda alguna cabeza de lista. De hecho ya ha mostrado sus intenciones en ese sentido.

Tras tomar el puente aéreo aterrizamos en Madrid y nos asomamos a El País, donde nos topamos con el crítico televisivo que suele escribir sobre casi cualquier tema menos sobre televisión. Nos tememos que David Trueba debe de formar parte de la conspiración denunciada por Otero, puesto que se suma a las críticas a ‘Pablemos’ Iglesias y su partido. Eso sí, y de forma llamativa, lo hace sin citarles una sola vez por sus nombres, aunque de forma que todos sepamos que se refiere a ellos. El artículo se titula Hombros.

No creo que la casta política sea peor que la de los tertulianos o los articulistas, salvo que unos se someten a la cura de humildad del voto y otros no. Tampoco es compartible esa diferencia entre candidatos políticos y los que se presentan como ciudadanos comunes. Todo aquel que monta un partido y pide el voto es de inmediato político, animal político y casta política. Es algo infantil esa reiteración de partidos antipolíticos, que se erigen en puros frente a la impureza de los contrarios, como si cuando juegan dos equipos uno fuera de futbolistas y otro de antifutbolistas basado en sus sueldos y relevancia.

No se a usted, estimado lector, pero al afilador de columnas le parece que está hablando de forma evidente de Podemos e Iglesias. Tal vez lo hace por la dureza de su último párrafo, para evitar que de acusen de hacer comparaciones muy duras:

Puede que España no se deje seducir por una Marine Le Pen, pero eso no significa que no padezca un mal similar. No estamos, me temo, en condiciones de mirar a nadie por encima del hombro. Ni siquiera sabemos si llegamos al hombro para asomarnos.

Hay que decir que, al menos, en España no ha logrado vencer un partido populista, con independencia de que sea de derechas o izquierdas. Eso sí, parte de razón no le falta a David Trueba.

¿Hemos escrito ‘razón’? Pues pasemos a La Razón. Su director, el incombustible Francisco Marhuenda, parece haberle cogido el gusto a escribir un artículo cada días. Antes se reservaba para las grandes ocasiones, pero desde el arranque de la campaña para las elecciones europeas del 25 de marzo nos ofrece una columna cada jornada. En esta ocasión dedica su texto a El fenómeno de Podemos.

Y, como viene siendo su costumbre desde el día después de los comicios, critica la autocomplacencia de los dirigentes del PP con los resultados del 25-M:

Me sorprende que se descalifique el fenómeno Podemos como si fuera algo irrelevante o efímero. Estos días he escuchado comentarios que son más fruto del voluntarismo que de un conocimiento de sus líderes, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, así como de su firme voluntad de configurar un movimiento que agrupe a la izquierda radical.

Concluye:

No imaginé que obtuvieran 5 eurodiputados y 1,2 millones de votos. Estaba convencido de que sólo sacarían dos. Esto muestra el gancho de Iglesias, que es capaz de conectar con esa izquierda que rechaza a IU y al PSOE. Otro error sería exagerar sus posibilidades porque tras este indudable éxito ahora tienen que estructurarse si no quieren ser un fenómeno efímero. El problema lo tiene IU porque Podemos puede hacerle daño. En cualquier caso, no hay que caer en las interpretaciones arriolísticas.

Nos da la impresión de que en realidad ‘Pablemos Iglesias’ le sirve de excusa para volver a criticar la actitud del PP y cargar las tintas en la influencia de Pedro Arriola —Hasta Marhuenda llama al PP a abandonar el arriolismo y «la creatividad a lo ‘pitufo azul'»–. La pregunta que nos planteamos, y a la que no tenemos respuesta es si es algo que hace de ‘motu propio’ o influido por recomendaciones externas a la redacción de su periódico. En cualquier caso, responde al cabreo de buena parte del PP —Un sector del PP, molesto con Rajoy: «Ha descuidado mucho al partido»— y, además, centrar la diana en el asesor áulico protege en de los golpes al registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante.

Pasamos a ABC, donde Carlos Herrera titula Bastante poco ha pasado.

Que crezcan aquellos que no tienen más compromiso con la gobernabilidad que un cierto vocerío revolucionario es lo menos que le puede pasar a una sociedad con mecanismos gastados. La regeneración pasa por reinventar la política, por instaurar mecanismos para que no triunfen aquellos que basan su éxito en la frustración general.

El problema no está en que un iluminado o unos populistas obtengan votos en aluvión procedentes del desengaño y el hartazgo. El problema está en que no se sepa diagnosticar que la sociedad requiere mecanismos nuevos de reequilibrio. Lo contrario será terreno abonado para aquellos que apuestan por propuestas irrealizables y repletas de irracionalidad. España merece un esfuerzo, un respiro, una reflexión.

Sin salir del diaro madrileño de Vocento cambiamos de Podemos al PSOE. Lo hacemos de mano de David Gistau, que titula Cuchillo al rojo. Que no se alarme nadie, que no llama a cortar el cuello de un izquierdista o de pagar un navajazo a alguien que comparta apellido con el director de Periodista Digital. El columnista de ABC escribe sobre los últimos acontecimientos en el partido fundado por el otro Pablo Iglesias.

La atribución a Rubalcaba de superpoderes maléficos está enrevesando la explicación a la última semana de implosión socialista. Nadie acepta que el caos pueda no ser sino otra obra maestra de la intriga del todavía secretario general, ni aunque sus contradicciones de lunes a miércoles valgan lo mismo para retratar a un político deshinchado, al pairo, psicológicamente ya ido, aferrado a la última renuencia de no entregar la transición a una gestora.

Tras repasar los últimos movimientos del apparátchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder socialista, la situación en la que queda Madina y el papel de Susana Díaz, concluye:

La incertidumbre y el ambiente volátil han generado impaciencia entre los barones que deberán afrontar elecciones locales. Cuatro se han pronunciado a favor de Susana Díaz para sacar el futuro del azar y encomendarse cuanto antes a una jefatura fuerte. Eso conduce a un contexto de elección ortodoxo y controlado, ejecutado cuanto antes, que postergue para un futuro más estable retóricas de la democracia, la apertura y la ventilación tales como las primarias abiertas. Que en el PSOE no están para coñas, vaya, sino para cauterizar con un congreso ortodoxo como el cuchillo al rojo aplicado a la herida.

Parece que el mito de Rubalcaba se está cayendo, y que cada vez queda más claro que por muchos discursos regeneradores que se hagan al final los viejos partidos funcionan como siempre lo han hecho.

Y precisamente Rubalcaba es el protagonista de la columna de Federico Jiménez Losantos en El Mundo, titulada Y decía que se iba. Hace un retrato demoledor de él, en el que niega su muy citada inteligencia:

Nadie tan fracasado en el Gobierno ha fracasado más en la oposición. A alguien que no parece tener muchas luces, como Susana Díaz, le ha bastado un año de Rajoy para que el PSOE andaluz pasara de derrotado a vencedor. Pero un político que ha demostrado ser malo como gobernante y peor como jefe de la Oposición tiene que ser, sin duda, un estadista. Y eso le llaman.

Concluye:

El faisán del 13-M no podía perpetrar algo que no fuera ilegal, así que se queda para saltarse la legalidad del Congreso, el único facultado para convocar primarias abiertas, y quiere convocar unas primarias dizque consultivas, para que luego el Congreso las acepte, las revoque o se líe la guerra. ¿Y quién será el fiel de la balanza, el metrónomo del acuerdo, el pacto hecho hombre imprescindible? Rubalcaba, claro. Para mí que se come el turrón.

Lo cierto es que a algunos también nos cuesta creer que Rubalcaba quiera dejar de mandar un modo u otro. La política española sin su presencia nos parecería una cosa muy rara.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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