OPINIÓN / Afilando columnas

Arcadi Espada: «Lo peor del discurso de Pedro Sánchez es lo viejo que resulta»

Luis Ventoso (ABC) exige claridad a Rajoy ante Pedro Sánchez y Artur Mas: "Si no te explicas jamás puedes convencer"

Ignacio Camacho: "Los impuestos los pagamos las personas, no los territorios, y es a nosotros a quienes el Estado debe explicaciones"

Seamos sinceros. Quienes nos dedicamos a esto de reseñar los artículos de opinión publicados en otros medios, aquí en Periodista Digital o en cualquier otra publicación digital o impresa, tenemos nuestras filias y nuestras fobias. Somos humanos, y así tenemos columnistas cuyo estilo y opiniones nos suelen gustar y otros que por lo general nos desagradan. Claro que hay algunos, entre estos últimos, que parecen estar empeñados en generarnos ese rechazo por cada una de sus palabras que escriben. Y el 24 de julio de 2014 encontramos un buen ejemplo de ello.

Nunca pensamos que veríamos en un periódico diferente a Gara o a Berria, cuyo director publicó un artículo reclamando un homenaje a los fundadores de ETA —Martxelo Otamendi, director de Berria, reclama un homenaje público a los fundadores de ETA–, un texto elogioso a uno de los fundadores de cualquiera de las ramas que ha tenido dicha organización terrorista. Y eso es lo que nos encontramos en esta ocasión en las páginas del diario ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo. Por mucho que uno de los más ‘progres’ articulistas de El Mundo se empeñe en blanquear al personaje que protagoniza su texto, un terrorista es un terrorista.

Tras hacer sonar nuestra armónica de afilador pasaremos a comentar el repugnante texto en cuestión, así como otros más decentes sobre balanzas fiscales y otros asuntos políticos.

Empecemos por el infame artículo publicado en El Mundo al que nos referíamos más arranque. Su autor es Antonio Gala y se titula Homenaje al Petur.

Lo llamaban El Pertur. Sonreía con los ojos y se notaba en ellos una búsqueda de algo nuevo, una curiosidad de novedades generosas… Resultó, con el tiempo, ser el verdadero creador de ETA; de una primera forma de ETA, a la que otra, cruel y ciega, sustituyó. La desaparición de este muchacho grato fue la primera consecuencia de que lo que creció no era lo que él soñara. De ahí, el primer paso que me apartó de esa ETA y de la violencia ciega y congénita con que no fue prevista.

No hemos necesitado más. Al margen de que Eduardo Moreno Bergareche, alias ‘Petur’, no fuera el verdadero fundador de ETA, su trayectoria no es la de una persona amable que no quisiera crueldad. Se ofrece a la organización terrorista en 1972, cuando la lista de asesinatos ya era relativamente larga, y al no ser aceptado como pistolero se incorpora en lo que ellos consideran «frente cultural», esto es, en las tareas de propaganda. En la denominada VI Asamblea (1973-1974), se convierte en uno de los fundadores y jefes de la rama conocida como ETA-Político Militar. Desaparecería en 1976, posiblemente asesinado por otros etarras.

Eso sí, en el breve tiempo en el que fue uno de los máximos dirigentes de ETA-pm esta rama de la organización terrorista asesinó a seis personas (tres miembros de la Guardia Civil, dos policías y un industrial). Pero se ve que esto, y los atentados cometidos por ETA antes del 74, no son algo propio de una organización «cruel y ciega». Para algunos sigue habiendo ‘víctimas inocentes’ y otras justificables.

Y manda narices que sea la desaparición del terrorista ‘Petur’ lo que alejara a Gala (suponemos que en sentido sentimental) de ETA. Se ve que ninguna de sus víctimas anteriores merecen su misericordia. Este humilde lector de columnas pocas veces a sentido tanto asco al hacer su trabajo como cuando ha tenido que leer el texto de un tipo como este escritor, que encima trata de pasar por alguien sensible. Simplemente, repugnante.

Seguimos en el diario de Unidad Editorial y tratamos de olvidar a Gala leyendo a Arcadi Espada, que publica un artículo titulado Rajoy, el viejo.

Tengo la misma edad que el presidente Rajoy (aunque dónde va a parar), y por lo tanto me siento involucrado por las palabras del nuevo secretario socialista, que quiere echarlo del poder por viejo. El secretario es el nuevo heraldo de esa descalificación ad hominem que consiste en ignorar los argumentos de cualquiera que haya alcanzado los 50 años.

Tras analizar las palabras de ese que no sabemos si va a mandar en el PSOE o se va a limitar a obedecer a Susana Díaz, concluye:

Con todo, lo peor del discurso de Sánchez es, justamente, lo viejo que resulta. Una cosa como de generación ye-yé. La llamada vejez de los hombres es una absoluta irrelevancia. A los hombres no les jubila su vejez, sino la vejez de sus ideas. Ni que decir tiene que, en este sentido, los cincuentones esperan con impaciencia las novedades que el joven Sánchez vaya a traer a la gobernación de España y alrededores. Para desmentir la sospecha de que los jóvenes son expertos lanzadores de proclamas y solo cuando maduran se especializan en los hechos y en la forma de plantarles cara.

Razón no le falta a Arcadi Espada. Mal argumento es ese que pretende que la veteranía implica que no se puedan hacer las cosas bien y que todo lo que suene a joven es bueno. Las ideas, o las acciones, son positivas o negativas con independencia de la edad. Claro que Sánchez parece que está intentando ganarse su puesto a base de ‘boutades’ y salidas de tono.

Pasamos ahora a ABC, donde Luis Ventoso dedica su artículo también a Pedro Sánchez y al registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. Nos dice que lo que ocurría En un país normal…

EL lunes Rajoy recibirá a Pedro Sánchez, nuevo y sonriente jefe del PSOE. Rajoy lo quiere ver para preparar su complicada entrevista con Artur Mas, fanatizado político independentista que ha patrocinado, sin motivo alguno, una suerte de golpe de Estado civil para romper la casa de todos. En un país normal, que cree en sí mismo, Rajoy y Sánchez conversarían tres o cuatro horas y a continuación sus equipos prepararían un documento conjunto, suscrito por los dos grandes partidos españoles en el marco solemne de La Moncloa.

Después desgrana una serie de cosas que dirían ambos supuestos líderes en ‘un país normal’, y concluye:

Pero todo eso sucede en los países normales. Aquí Sánchez irá a La Moncloa a soltar la milonga federalista, que ni él mismo entiende y que se basa solo en no coincidir en nada con el PP. Mas aprovechará las fisuras para hacer más propaganda y sacar pecho. El problema se enquistará. Y el Gobierno, como siempre, perderá la batalla dialéctica, porque si no te explicas jamás puedes convencer.

Seguimos en el diario madrileño de Vocento, donde Ignacio Camacho firma un artículo titulado La balanza que viene cargado de sensatez.

Para que nos creamos las balanzas fiscales de las autonomías -que no son balanzas sino balances, un respeto al idioma- tendrían que publicarse primero las de los ciudadanos. Los impuestos los pagamos las personas, no los territorios, y es a nosotros a quienes el Estado debe explicaciones.

Sólo con esta última frase al afilador de columnas ya se le ha alegrado el día. Cuando uno tiene a Ignacio Camacho como uno de sus columnistas preferidos es por algo, por cosas tan sensatas como esta. Casi entran ganas de quedar a tomar un café con él para regalarle algún libro de Mises, Hayek o Bastiat, es de suponer que lo apreciaría.

Tras recordar que «tres millones y medio de españoles soportan el 56 por ciento del IRPF. Una balanza algo desequilibrada», añade:

Así que la cuestión que importa no es la de cuánto recauda y cuánto invierte el Estado en Cataluña o en Extremadura. Es de la de cuánto gasto clientelar e inútil descarga sobre el esfuerzo de los trabajadores de rentas relativamente desahogadas, vivan donde vivan. El funcionario, el profesor, el médico, el abogado, el pequeño empresario, el cuadro profesional medio, el agente de seguros o el ingeniero técnico tienen derecho a saber qué parte de la factura pública están sufragando. Aunque descubran que además de sostener su cuota justa de las infraestructuras y de los servicios básicos están abonando la prejubilación del intruso en un ERE, la gasolina de un coche oficial, la línea de internet de un congresista o el sueldo completo de un enchufado.

Nos tememos que precisamente lo que no quieren los políticos de ningún partido es que los ciudadanos sepamos cuánto nos cuesta mantenerles a ellos, a los sindicatos, a los subvencionados de todos los sectores y a a cuanto chorizo pasé por ahí inventado modos de meter la mano en la caja del dinero público.

El de las ‘balanzas’ (o ‘balances’, como nos recuerda Camacho) es para Rubén Manso Un problema con solución moral. Escribe sobre eso en La Razón.

Basar la discusión en territorios en lugar de en personas, es extender la tiranía de las mayorías que a veces supone la democracia, a la tiranía de las minorías, que es aún más grave. La democracia moderna puede derivar, más allá de lo que es razonable, en un sistema en el que unos votan que otros paguen (Pascal Sallin) pero aun así es mejor que la democracia basada en la personificación de los territorios. En esta última situación, las mayorías de unos, por aquello de que un espacio geográfico cultural es un voto, pueden llegar a imponerse a las de todo el conjunto. Algo así, por llevarlo al absurdo, como si las mayorías del Benelux, porque son tres, deciden que Francia, que es una, pague por todos, haya votado lo que haya votado.

Concluye:

Si no desarrollamos un discurso de nación unitaria, con sus peculiaridades, su diversidad y sus diferencias, si al connacional se le ve como a un extranjero, será imposible que algunos no sigan exigiendo que paguen otros que no están cerca, porque exigirle impuestos al prójimo es más difícil.

Manso puede esperar sentado. Dudamos mucho que a ningún político autonómico, con independencia del partido del que sea, le apetezca un cambio así. Lo que les gusta es acumular poder y aumentar la cantidad de dinero público que manejan.

Terminamos haciendo una visita a Barcelona, en concreto al periódico del conde de Godó y Grande de España que reculó en su apuesta por el independentismo catalán. Encontramos en La Vanguardia un artículo de Pilar Rahola titulado ¿Nada que decir?, sobre la ruina, nacionalización, rescate y venta de Caixa Catalunya, ahora Catalunya Banc.

El resultado final ha sido el fiasco bancario más descomunal después de Bankia. Por el camino tuvo tiempo de ordenar, incluso con prácticas muy agresivas, la venta de preferentes como producto seguro, atrapando en el proceso a miles de ahorradores. Y, por supuesto, como es tradicional, también tuvo tiempo de blindar con amorosos emolumentos a sus directivos. Es decir, no sólo desaparece la mítica Catalunya Caixa, sino que se va cual Atila, dejando a su paso una tierra por donde no volverá a crecer la hierba.

Concluye:

Lo que viene ahora, después de los lamentos y los quejíos, es saber cómo se llegó hasta aquí, quiénes, por qué, cómo, cuándo. Porque este agujero ha tenido nombres propios de mucho calado político, con Narcís Serra a la cabeza, y no puede ser que no se llegue hasta el fondo. Catalunya Caixa fue un escándalo de politiqueos, amiguetes y el resto del colegueo, y el resultado es abominable. Hemos perdido otra entidad financiera por culpa de unos irresponsables. Tocaría empezar a pedir que nos den explicaciones.

Hemos de agradecer que en esta ocasión no busque culpables en ‘Madrit’. Los responsables del desaguisado cometido en la caja son los políticos catalanes, igual que en otros casos son los madrileños, los andaluces, los castellano-leoneses o los manchemos. En el desastre de las cajas no hay diferencias entre los políticos y los sindicalistas de todas las comunidades autónomas.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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