Pilar Rahola se lamenta de que los catalanes hayan perdido Catalunya Banc
¡El dinero! Sin él, no podría comprar mi paquete diario de tabaco, ni mis cafés, ni mis periódicos… ¡Cuánto lo necesitamos las personas y qué poco se habla de él en política! Que si la ciudaddanía, que si la identidad, que si la solidaridad, que si el calentamiento global, que si el mundo ancho y feliz…
El 23 de julio de 2014 el Gobierno presentó unas nuevas balanzas fiscales entre comunidades autónomas, con enfado de Susana Díaz, ya que su región aparece como la más chupona, pero el ángel de Charlie del PSOE olvida que las primeras balanzas las presentó Pedro Solbes, ministro de Zapatero, en 2008. Hoy, 24 de julio de 2014, sólo un puñado de columnistas se ocupa de este asunto de las pesetas, pero todos los columnistas, incluidos los que están de vacaciones (¿eh, Losantos?) y los que hacen corta-y-pega en sus columnas (¿eh, Anson?).
Ignacio Camacho (ABC) escribe la columna que más agradezco, ya que la dedica a quienes pagan impuestos y sostienen este tinglado del Estado de las Autonomías, con su casta y la-casta-nueva-que-quiere-ser-casta.
Para que nos creamos las balanzas fiscales de las autonomías -que no son balanzas sino balances, un respeto al idioma- tendrían que publicarse primero las de los ciudadanos. Los impuestos los pagamos las personas, no los territorios, y es a nosotros a quienes el Estado debe explicaciones. Sería antipático constatar que una franja de contribuyentes de clase media y media-alta sostiene el grueso de la recaudación y de los gastos de unas administraciones hipertrofiadas. Y ello con desigual distribución territorial, pues en algunas regiones se pagan hasta cuatro puntos más de presión tributaria.
Pero esa es la realidad de la estructura impositiva nacional, no la de una cuenta aleatoria basada en la financiación autonómica. Tres millones y medio de españoles soportan el 56 por ciento del IRPF. Una balanza algo desequilibrada.
Así que la cuestión que importa no es la de cuánto recauda y cuánto invierte el Estado en Cataluña o en Extremadura. Es de la de cuánto gasto clientelar e inútil descarga sobre el esfuerzo de los trabajadores de rentas relativamente desahogadas, vivan donde vivan.
SEBASTIÁN ENUMERA LO QUE LOS CATALANES RECIBEN DE LOS DEMÁS
Pablo Sebastián (Republica.com) aporta el análisis político de la presentación de las balanzas fiscales.
Da la impresión que el objetivo de Rajoy no es otro que hacer alguna concesión a Cataluña, reconociendo a esa Comunidad un déficit fiscal cercano a los 8.000 millones de euros, aunque con ello abra una nueva polémica con Madrid y Baleares. A la vez que quedan en evidencia los regímenes forales de País Vasco y Navarra, que salen muy beneficiados a pesar de sus privilegios.
Y añade que el dinero que los catalanes aportan por un lado lo reciben por otro.
La parte fiscal no incluye otras balanzas esenciales como son la comercial, la de servicios (turismo) y los activos del Estado en Cataluña (puertos, aeropuertos, ferrocarriles), amén de los fondos del paro y las pensiones. Lo que sumado todo ofrecería el verdadero mapa de la relación económica global con un resultado muy favorable para Cataluña por cuanto disfrutan de un mercado y clientela consolidada para productos, servicios e instalaciones de casi 40 millones de españoles. Un Mercado irremplazable para Cataluña que, dicho sea de paso y hablando de fiscalidad, se lleva a su territorio gran parte del IVA que sus empresas e instituciones financieras y de todo orden recaudan en el resto de España, en vez de quedar donde se produce como debiera ser el caso.
Ésta y no otra es la verdad que, manipulada como lo ha hecho la Generalitat y los aliados de Mas, conducen a la mentira reiterada que puede que pronto se pueda desmontar si los independentistas avanzan hacia el ‘choque de trenes’ y finalmente se desata la guerra económica, turística y comercial. Y entonces ya se verá -como se vio en la ‘guerra del cava’- cuál es la realidad.
Pilar Rahola lleva la bandera del reino de Aragón tatuada en el cerebro como un legionario el dibujo de una mujer de bandera en el pecho, pese a lo cual tiene muy poco de los catalanes cultos, viajados y listos que la precedieron en las páginas de La Vanguardia, como Josep Pla y Gaziel. Como buena política, cree que el dinero sale del aire y lamenta que los catalanes hayan perdido Catalunya Caixa o Catalunya Banc.
Ya pasó. A pesar de haber sido la quinta caja de ahorros de España y la segunda de Catalunya, tener más de mil oficinas abiertas, ser la propietaria de la Pedrera, y haber tenido, desde su fundación, en 1926, presidentes tan emblemáticos como Francesc Macià, finalmente Catalunya Caixa ha desaparecido. Con ello, Catalunya ha perdido otra entidad bancaria, y la lista es tan notable que culmina en la rotunda frase de Gay de Liébana: «El poder de decisión estará en Bilbao, hemos perdido la autonomía financiera».
Lo que viene ahora, después de los lamentos y los quejíos, es saber cómo se llegó hasta aquí, quiénes, por qué, cómo, cuándo. Porque este agujero ha tenido nombres propios de mucho calado político, con Narcís Serra a la cabeza, y no puede ser que no se llegue hasta el fondo. Catalunya Caixa fue un escándalo de politiqueos, amiguetes y el resto del colegueo, y el resultado es abominable. Hemos perdido otra entidad financiera por culpa de unos irresponsables. Tocaría empezar a pedir que nos den explicaciones.
¿Y qué pasa con los 1.300 millones de euros que todos los españoles, incluidos los catalanes, hemos puesto para mantener el chiringuito? ¿Es que la doctora Rahola soñaba con un puestecito en el consejo de Catalunya Banc, como el conde de Godó lo tiene en Criteria Caixaholding?
Otro catalán de pensamiento averiado es Xavier Vidal-Foch, que como este 24 de julio de 2014 escribe de economía en El País lo coloco detrás de la filóloga Rahola. Nos descubre que el milagro económico de Aznar no fue para tanto y que encima fue gracias al socialista Pedro Solbes, el que en 1994 aconsejó a los españoles menores de 40 años que contratasen un plan de pensiones privado y el que en 2008 negó que hubiera crisis.
Ha quedado demostrado que el alza de la recaudación y el crecimiento de esa época Aznar no se debió a las reducciones de impuestos de 1998 y 2002. Primero, porque el crecimiento ya venía del último año de Pedro Solbes. Pero sobre todo porque lo que catapultó la economía española fue la bajada de los tipos de interés (gracias al euro), que redujo la factura de los intereses de la deuda en 3,2 puntos del PIB ( ¿Existió el milagro fiscal del Gobierno de Aznar?, J. Ignacio Conde Ruiz; eldiario. es, 8 de junio de 2013) y el aumento de la recaudación asociada a la enloquecida burbuja inmobiliaria, casi tres puntos más.
Xavier, a ver cuándo escribes algo sobre la gestión de Juan Luis Cebrián en PRISA, que eso sí que ha sido de aurora boreal.
ONETO: FABRA LE CONTABA CHISTES VERDES A AZNAR
La presentación de las balanzas fiscales ha opacado otras dos noticias de la jornada de las que se ocupan sendos columnistas.
José Oneto (Republica.com), de Carlos Fabra, ex presidente del PP de Castellón y de la Diputación provincial.
Era el acompañante habitual del expresidente del Gobierno José María Aznar en sus días de veraneo en Las Playetas de Belver, en una tranquila urbanización en el límite de Benicasim y Oropesa, donde se pasaba horas contándole chistes verdes que el Presidente contaba, con más interés que gracia, a su vuelta a la Moncloa. Pero, además, era el Presidente del partido en Castellón, el Presidente de la Diputación, el secretario de la Cámara de Comercio, el máximo responsable de la principal urbanización de golf de la provincia, en fin, el representante de una familia política que ha mandado en la provincia desde los tiempos de O´Donell y de la Reina Isabel II, cuando su tío tatarabuelo, Victorino Fabra Gil, se convierte en Presidente de la Diputación, puesto que heredarían todos los Fabras, hasta 2011 en que Carlos Fabra Carreras, se ve obligado a dimitir, asediado por escándalos, juicios penales, abusos y ejercicio arbitrario del poder.
Emilio Campmany (Libertaddigital.com), del varapalo que propina el Tribunal Supremo a la Audiencia Nacional, cuyos jueces se resisten a aplicar la nueva Ley de Jurisdicción Universal.
El pleno del Tribunal Supremo, quince togas con sus correspondientes treinta puñetas, ha puesto fin a la rabieta de los jueces de la Audiencia Nacional con la contundencia con la que lo habría hecho un buen padre de familia. No sólo eso, sino que al hacerlo ha puesto en evidencia a estos jueces a quienes la reforma que osó limitar su jurisdicción universal, que hasta ese momento se extendía a todo el orbe, les provocó un berrinche propio de niños malcriados y gritones.
Hay en todo ello un punto de chulería que, francamente, da miedo, porque tiene toda la razón Bermúdez cuando dice que el juez se debe a la ley, aunque no le guste, pero que lo recuerde para justificar una resolución suena a inquietante excusatio non petita. (…) A ver si es verdad y llega el día en que, sin necesidad de decirlo, los jueces de la Audiencia se limitan de una vez a aplicar sin alharacas la ley.
ÀLVARO CONTESTA A UNZUETA: INDEPENDENCIA YA
Patxo Unzueta (El País), que con tanto acierto ha escrito sobre los orígenes de ETA, en cambio es tan torpe como un becario, o como Juan Luis Cebrián cuando se pone solemne (impagable lo de la «insidiosa Reconoquista» que soltó en un artículo), al proponer medidas para frenar el separatismo catalán.
¿Estaría Mas dispuesto a seguir con su plan si la mitad de la población no votase o votase en contra? ¿Lo estaría sabiendo los vínculos de todo tipo, incluso familiares, que rompería una decisión tan radical (e irreversible)? Según Stéphane Dion, el exministro canadiense inspirador de la ley de la claridad sobre Quebec, un referéndum de autodeterminación es, con independencia de su resultado, «un trauma para la sociedad» porque obliga a optar «entre los que consideras los tuyos y los que quieres transformar en extranjeros».
De ahí que hayan ido abriéndose paso formulaciones intermedias que eviten llegar a ese desenlace. Lo común a ellas es que lo que se someta a referéndum no sea la secesión sino un acuerdo entre los dos Gobiernos sobre una autonomía reforzada dentro de la Constitución, que podría plasmarse en una reforma del Estatuto. Consulta, pues, legal y pactada, como acepta Mas que debería ser, y capaz de suscitar la adhesión no ya de la mitad sino de una más amplia mayoría que incluyera sectores no soberanistas. Se decidiría sobre el acuerdo, no sobre las posiciones en liza.
La reacción que cabe esperar del catalanismo cediéndole más competencias la encontramos en la columna de Francesc-Marc Àlvaro, que compite en La Vanguardia con Rahola en insolencia y victimismo.
Para acabar, la pregunta del millón: ¿Se rompería el frente soberanista si después del 9 de noviembre el Gobierno pusiera encima de la mesa alguna oferta de aparente mejora autonómica? No lo sé, sinceramente. Pero sé otra cosa: una vez leídos los dos manifiestos en defensa de la unidad de España (el del palo y el de la zanahoria pseudofederal), queda claro que es imposible que Madrid ofrezca nada fiable que pueda dar respuesta al problema de los catalanes como comunidad nacional con un Estado en contra.
¡QUÉ BONITA ERA ETA CUANDO MATABA POQUITO!
Pocas veces propongo la columna miserable del día, pero a veces encuentro alguna pieza que lo merece. Hoy, 24 de julio de 2014, esa columna es la de Antonio Gala, que elogia a uno de los jefes de ETA y a la misma ETA, cuando caía simpática a los progres y a los antifranquistas. ‘Homenaje a Pertur’ se titula.
He estado varias veces in articulo mortis. En una de ellas me fue presentado un muchacho simpático vasco. Lo llamaban El Pertur. Sonreía con los ojos y se notaba en ellos una búsqueda de algo nuevo, una curiosidad de novedades generosas… Resultó, con el tiempo, ser el verdadero creador de ETA; de una primera forma de ETA, a la que otra, cruel y ciega, sustituyó. La desaparición de este muchacho grato fue la primera consecuencia de que lo que creció no era lo que él soñara. De ahí, el primer paso que me apartó de esa ETA y de la violencia ciega y congénita con que no fue prevista. No comprendo cómo se puede odiar en las tinieblas y asesinar a ciegas. Nada que se haga a tontas y a locas puede tener un fundamento razonable.
Así que lo malo de ETA es que asesina «a ciegas», por lo que deduzco que si asesina apuntando bien ya no es tan mala.
Y de la columna repugnante, a la columna digna. En ‘Exterminar cristianos’ Gabriel Albiac (ABC) recuerda a los cristianos perseguidos por los musulmanes radicales, ante el silencio de la civilizadísima Europa y de los musulmanes llamados moderados.
Como griego y como cristiano – esto es, como ateo- voy siguiendo el genocidio de los cristianos en África. Más aún con asombro que con horror. Que el islam proceda a exterminar a quienes creen en dioses de otro nombre es trivial. Puede producir horror. Asombro, ninguno. El asombro no está siquiera en África. El asombro está en la cristiana Europa, que asiste a esa matanza de cientos de miles de devotos de Cristo en África con la más pulcra indiferencia. Algo hay de profundo odio a sí mismo en esta complacencia del europeo con la aniquilación de los pocos africanos en los cuales pudiera reconocer algo suyo.
Y hay algo que hiela la sangre: todas esas buenas almas europeas (cristianas en su mayoría) que exhiben su escándalo porque una guerra en Gaza produzca cientos de muertos; y que ni siquiera alcanzan a preguntarse qué es eso que, sin guerra alguna, mueve a un gobierno coránico a exterminar a cientos de miles de gentes que practican religiones no del perfecto gusto del dios propio
ANSON, MATA DE UNA VEZ A LOS GANSOS DEL CAPITOLIO
No sólo Losantos se ha ido de vacaciones; hay otros que también lo han hecho, pero que han dejado artículos amontonados que en sus periódicos sacan de la nevera cuando toca. Es lo que me malicio al leer a varios columnistas. Sus escritos me saben a macarrones recalentados en piso de estudiantes.
Alfonso Ussía (La Razón) recomienda a Felipe VI que cuenta con su padre como éste contó con el conde de Barcelona.
Cuente con su padre sin reservas. Su reinado se lo agradecerá, y todos los españoles seremos los beneficiados. La Historia se repite. El Viejo Rey se puso incondicionalmente a las órdenes de su hijo, el Rey Juan Carlos I. Y hoy, el Rey Juan Carlos I lo ha dejado claro: «Yo estoy para lo que me mande el Rey». Aquí no hay emoción monárquica. Hay patriotismo y pragmatismo.
Luis María Anson (El Mundo) vuelve a tratar de asustar a las marquesas y los coroneles retirados con la matraca de que viene un Frente Popular y de que el mejor remedio es un Gobierno de coalición entre el PP y el PSOE. En su billete, repite por enésima vez un cliché tan habitual en él como «las navajas cachicuernas».
Graznan los gansos del capitolio
Ya lo usó hace un mes en otro billete de esos que te llevan a preguntarte ¿cuánto? en que proponía a José Bono como secretario general del PSOE, presidente del Gobierno o reina madre.
Raúl del Pozo (El Mundo) alaba la adaptación de la lengua castellana al hablar de los jóvenes.
Pero yo no creo que el castellano se debilite. Los jóvenes nunca habían escrito tanto como ahora. Abusan de las contracciones y abreviaciones, pasan de lado en los participios, pero el castellano vive y crece clandestinamente entre sicarios, tahúres y la gente de la trena y del bronce.
A CAROL LE SIENTA MAL COMER GRATIS EN LAS EMBAJADAS
No he tenido duda este 24 de julio de 2014 en elegir a la columna ridícula de la jornada. El premio se lo lleva de nuevo, como ayer, el director de La Vanguardia, Màrius Carol, que se empeña en anexionarse al primer ministro francés como un separatista catalán se anexiona Alicante. Ha comido de gorra en la embajada francesa y eso le ha subyugado como a una quinceañera el guiño de su cantante favorito. El título de su billete: ‘El coraje del barcelonés de Matignon’
El escritor Manuel Vicent contó en una ocasión que descubrir Francia fue como pasar a la edad adulta.
Francia ha sido no sólo el vecino del norte, también una referencia cultural y política durante casi todo el siglo XX. Sin embargo, actualmente el país sufre una crisis de identidad, como reconocía anoche su primer ministro, Manuel Valls, en un encuentro con directores de diarios en la embajada de la República Francesa en Madrid.
Valls, ese barcelonés (y del Barça) que habla catalán, pero prefiere explicarse en francés desde que se naturalizó como tal a los veinte años, está dispuesto a reformar el país y asegura tener el coraje para conseguirlo.
Ni una mención a las declaraciones de Valls en contra de la secesión de Cataluña.