Uno de los grandes temas políticos en la prensa española durante el mes de agosto de 2014 ha sido la reforma electoral en el ámbito municipal que plantea el Gobierno de Mariano Rajoy. Echando un repaso a la hemeroteca, no hay unanimidad sobre esta cuestión en los grandes diarios de derechas españoles.
Mientras que en El Mundo la postura es de una clara oposición a la elección directa del alcalde en la persona del cabeza de la lista más votada, en el ABC se apoya la medida. Eso sí, son varios los columnistas del diario de Vocento que ponen en duda que el Ejecutivo se planee en serio sacarla adelante. Resulta curiosa la actitud tomada por La Razón. Mientras que sus articulistas apoyan el cambio de forma contundente, la cuestión no ha merecido para el periódico dirigido por Marhuenda un sólo editorial.
ABC fue el medio que publicó, el 5 de agosto de 2014, la confirmación, con algunas claves, de la reforma que está planeando el Gobierno de Rajoy, retomando de esta manera una cuestión de la que ya se ha había hablado el mes anterior pero sin demasiado énfasis tanto por parte de políticos como por los medios. El periódico llevaba en su portada un faldón con una noticia de L.L. Caro titulada El Gobierno introducirá la elección directa de alcalde en las municipales de 2015.
Ya en páginas interiores se informaba del proyecto, citando declaraciones de Javier Arenas al periódico de Vocento, y se explicaba que «la consigna» de Génova era «el diálogo» con otros partidos. Se añadía, eso sí, que otras fuentes del PP «que prefieren no ser identificadas han avanzado a este diario que los cambios se llevarán adelante para su aplicación en los próximos comicios municipales con o sin compañía de otras formaciones, particularmente del PSOE».
Ese mismo día, el diario dirigido por Rubido publicaba un editorial titulado Un refuerzo para la democracia municipal, en el que se apoyaba de forma contundente la reforma incluso sin el apoyo de la oposición. La crítica se reservaba al secretario general del PSOE:
La política local es la más cercana a los ciudadanos, y los principales pensadores políticos coinciden en que constituye una genuina «escuela» de democracia. Se equivoca Pedro Sánchez cuando rechaza sin matices una idea regeneradora y oportuna. El hecho de que coyunturalmente pueda favorecer a unos u otros partidos nada tiene que ver con una medida pensada a medio plazo para mejorar la calidad al sistema representativo.
En términos similares se expresaba otro editorial de ABC 16 días después, el 21 de agosto de 2014, titulado En defensa del alcalde más votado.
En los últimos años, son decenas las citas, orales y escritas, en las que el PSOE ha sugerido está fórmula para mejorar la participación de los ciudadanos en la política o hacerla más decisiva. Ha bastado con que lo proponga el PP para que ahora los socialistas se nieguen a apoyarla y vean toda clase de segundas intenciones partidistas en esta modificación legal.
Este firme apoyo no coincide con la postura expresada por algunos de los columnistas del propio periódico, que ponen en duda la voluntad del PP en sacar adelante la reforma. El 15 de agosto de 2014 se publicaba un artículo de Félix Madero titulado Tóquenla de verdad muy crítico con la reforma en el que, además, se decía:
Es difícil que Rajoy saque adelante la reforma sin un amplio consenso, lo que sería una temeridad, algo a lo que no acostumbra.
Además de poner en duda la voluntad real de poner en marcha el cambio legislativo, Madero se muestra muy crítico con el mismo y reclamaba que incluyera una segunda vuelta. El texto concluía:
Y por cierto, ¿quieren que creamos que van en serio? Empiecen por abrir las listas electorales. Sucederá tarde o temprano, de modo que háganlo ya y nos haremos los tontos cuando nos digan que acaban de enterarse de que es lo mejor. Toquen la ley electoral. Y tóquenla bien. Y si no digan la verdad: van a primar la gobernabilidad en detrimento de la democracia.
Ya en la vuelta de las vacaciones, Ignacio Camacho ha calificado el anuncio de reforma como El farol. Lo ha hecho en un artículo publicado el 1 de septiembre de 2014 en el que reproduce lo que le cuenta una fuente del PP:
«Si quieres mi opinión, yo creo que Mariano no lo va a hacer al final. La reforma electoral, digo. No sin consenso. Pienso que es un farol político, un órdago táctico para arrastrar a la izquierda a retratarse en sus intenciones frentepopulistas. Me puedo equivocar pero no veo al presidente desdiciéndose a sí mismo en un asunto que afecta no ya a sus convicciones ni a sus principios, sino a su propia manera de ser».
Insiste con sus ‘confidencias’:
«Mi impresión es que el presi va a ir casi hasta el final, a tensar la cuerda para que Pedro Sánchez no pueda ser ambiguo y deje claro a lo que juega: a la alianza postelectoral con Podemos, porque IU ya no cuenta. Se trata de movilizar el voto del centroderecha contra un frente amplio en el que el PSOE irá de la mano con los radicales y los rupturistas. Y sospecho que en el último momento, cuando ese plan sea evidente y los socialistas hayan dinamitado su imagen moderada, se echará atrás y dirá que no puede dar el paso sin acuerdo».
La Razón, por su parte, mantiene una estrategia sobre esta cuestión. Durante el mes de agosto no le ha dedicado un solo editorial, con lo que de forma oficial no se expresa al respecto. Sin embargo, son varios los columnistas que sí han escrito sobre el asunto. Resulta llamativo que dos de ellos se remonten a la Grecia clásica para defender la reforma.
El primero en hacerlo fue Martín Prieto el 25 de agosto de 2014. Su columna se titulaba Democracia municipal. En ella decía:
Como en las carreras de caballos, es natural que el PP rescate la vieja propuesta socialista de que el municipio lo gobierne la lista más votada. Hogaño como en la democracia primigenia de las ciudades-Estado de la Grecia clásica. Nada hay nuevo bajo el sol.
Seis días después, el 31 de agosto, Enrique López apoya, con matices, la reforma en un artículo titulado De alcaldes y constitución, donde llega a preguntarse si no sería necesario establecer la elección directa del primer edil de cada municipio. Como Martín Prieto, se remonta al pasado heleno:
Decía Voltaire que la democracia sólo parece adecuada para un país muy pequeño. No es así, pero no olvidemos que la democracia encuentra su arcano en las ciudades-estado griegas.
Julián Cabrera apoyaba el 27 de agosto de agosto de 2014 la propuesta del Gobierno —Rajoy, el «deconstructor»–. Sin embargo, ponía en duda su capacidad para sacarla adelante:
En la legítima propuesta de Rajoy de modificar el sistema electoral para la elección de alcaldes rezuma una carga de ensoñación que ignora, tanto los intereses de un PSOE al que no le va hoy nada mal pactar con el diablo para gobernar, como el cocinado de un sistema electoral que prima, por ejemplo, a minorías nacionalistas. Y para deconstruir esa bullabesa y ordenar esa cocina, hará falta algo más que una visita del rellenito gruñón de camisas estampadas.
El Mundo difiere en este asunto de los otros dos grandes periódicos de derechas. Su postura es de abierta hostilidad, tanto que incluso en una viñeta de Ricardo se ha llegado a comparar al presidente del Gobierno español con los venezolanos Nicolás Maduro y Hugo Chávez.
El dibujante del diario de Unidad Editorial retrataba ese día a Mariano Rajoy vestido con un chándal con los colores de la bandera venezolana y respondiendo «Me lo ha dicho un pajarito» a alguien que le preguntaba por la idea de reformar la ley electoral son contar con la oposición.
Viñeta de Ricardo en El Mundo el 21 de agosto de 2014.
Ese mismo día, el editorial del diario de Casimiro García-Abadillo al respecto era contundente. Titulaba El PP se equivocará si se empeña en reformar en solitario la ley electoral. Su oposición era, precisamente, a que el cambio legislativo se saque adelante sin contar con la oposición.
La apuesta de Rajoy por una reforma urgente de la Ley electoral para lograr que en 2015 gobierne en los ayuntamientos el candidato de la lista más votada puede acabar volviéndose en su contra. La medida sería interesante dentro de un programa más amplio de regeneración democrática y siempre que contara con un cierto consenso, pero tal y como la plantea el PP, sólo puede traer más inconvenientes que beneficios.
Concluye:
El cambio normativo que abandera Rajoy tropieza con demasiados inconvenientes. Incluso, como apunta hoy en EL MUNDO el catedrático Jorge de Esteban, es de «dudosa constitucionalidad». Empeñarse en sacarlo adelante y, además, en solitario, daría munición fácil a los movimientos antisistema, que siempre podrían acusar a la casta de cambiar las leyes para blindarse en el poder. De esta forma, una medida pretendidamente regeneracionista, acabaría probablemente desprestigiada y generando dudas sobre la verdadera intención de sus valedores.
Días después, en su artículo dominical, Pedrojota Ramírez se despacha con el Gobierno por el mismo asunto. Su texto se titula Por el camino de la Reina Gobernadora, y carga tanto contra Rajoy como quienes en su entorno guardan silencio para no contradecirle. Sobre la reforma, dice:
Convertir en alcalde al cabeza de la lista más votada, otorgándole una prima de mayoría a palo seco, supondría dinamitar el sistema de representación proporcional y democracia parlamentaria que rige todas nuestras instituciones. Eso equivaldría en la práctica a restringir el derecho al voto o al menos convertir en votantes de segunda, condenados a una mera expresión testimonial, a quienes no estén dispuestos a pasar por el aro del bipartidismo. Apoyar bajo la nueva norma a Vox, Ciudadanos, UPyD, Podemos, IU o cualquier candidatura local independiente sería poco menos que tirar el voto.
Como además nada se dice de elecciones primarias -he ahí la bicha del PP- ni de candidaturas abiertas o desbloqueadas, está claro que ese cabeza de lista seguiría siendo designado por la cúpula del partido. O sea por Rajoy en el caso de las grandes ciudades -tras su reciente encuentro secreto con Esperanza Aguirre cualquier mañana despejará digitalmente la incógnita de Madrid- y por sus machacas en el caso de las medianas y pequeñas.
Más adelante afirma:
Que el mismo PP que acaba de incumplir su promesa seminal de despolitizar la carrera judicial pretenda rebozar esta maniobra neocaciquil con el buñuelo de viento de una quita de aforamientos -en una instancia u otra los corruptos toparán con los jueces que han nombrado- para venderla como regeneración democrática produce, digámoselo claro a Gallardón, arcadas morales.