OPINIÓN / Afilando columnas

Sostres: «Si la cabeza rebanada fuera la de Maruja Torres las manifestaciones no tendrían fin ni en Madrid ni Barcelona»

Anson critica que se haga "leña con el árbol caído" que un Pujol "que "rindió servicios excepcionales a la gobernabilidad de España"

Ferran Monegal: "Parece que el éxito de 'La Sexta Noche' ha hecho reflexionar a Telecinco, lo raro es que no cuenten con Jordi González"

Los hay quienes parecen ser de natural provocadores; columnistas que por mucho que se les haya criticado e incluso linchado en la arena de las redes sociales y los medios siguen dispuestos a generar una nueva polémica. Por el contrario, otros parecen reacios a dejar de hacer genuflexiones periodísticas ha personajes a los que han loado durante décadas, por mucho que estos hayan demostrado con creces ser personajes poco o nada dignos de elogios. Y por qué no, incluso quien está dispuesto a criticar a un ministro por no comportarse en el Parlamento como si estuviera en un plató de televisión.

De todo lo anterior encontramos muestras en los espacios de opinión de la prensa de papel de Madrid y Barcelona del 4 de septiembre de 2014. Una vez más, el gran protagonista es Jordi Pujol, si bien en medida inferior a la del día anterior. Hacemos sonar una vez más nuestra armónica de afilador y nos ponemos manos a la obra en esto de dar cumplida cuenta de lo más jugoso del columnismo español.

Arrancamos en tierras barcelonesas, en concreto en el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’, pero sin entrar todavía en materia relacionada con el doble catalán del Maestro Yoda. El Periódico publica una columna de Ferran Monegal titulada ‘La Trini’ aguanta el ataque, de la que tan sólo nos interesa el último párrafo, dedicado a una cuestión diferente al asunto principal del artículo. Con el ladillo ‘Vuelve la política al ‘show’ de T-5′, dice:

Meses atrás, Paolo Vasile declaró que la política no interesaba a los espectadores. Y cerró El gran debate. Ahora Tele 5 anuncia que regresará el debate político a las noches de los sábados. ¡Ah! Parece que el éxito de La Sexta noche les ha hecho reflexionar. Aquí lo raro es que no cuenten con Jordi González. Quizá lo que desean es más show que debate.

Igual tiene razón Monegal, pero este humilde lector de columnas no cree que la mencionada ausencia suponga que interese más el show que el debate, habida cuenta de que hay más profesionales en los dominios de Mediaset. Además, ¿acaso con Jordi González no había altas dosis de espectáculo?

Al pasar al periódico del conde de Godó y Grande de España que ha reculado en su apuesta por el independentismo ya entramos en materia ‘pujolística’. Pero el artículo sobre el ex presidente de la Generalitat más llamativo quien lo ha escrito es un miembro de la cuota no catalana de La Vanguardia, el gallego afincado en Madrid Fernando Ónega. Se lamenta de lo que considera un ensañamiento con el veterano político por parte de Montoro. Lo hace en un texto titulado No hay piedad para Pujol.

El ministro se ensañará con él, lo expondrá en la plaza pública como el gran defraudador, lo someterá al escarnio de acusarlo como político que se confiesa y no paga, y mostrará su trofeo para escarmiento general. Jordi Pujol es para Montoro lo que Lola Flores ha sido para Borrell.

Igual no está de más que ‘La Faraona’ no ocupaba ningún cargo público, sino que era una destacada artista y personaje de la farándula. Las implicaciones morales de uno y otro caso son muy diferentes. Si alguien está jugando el papel de Lola Flores es la baronesa Thyssen. Pero sigamos:

Desde esas premisas, no habrá piedad para Pujol. Es el símbolo. Es la cabeza en la pica. Es el trofeo. Y es lo único efectivo que se ha encontrado para crear opinión frente a la avalancha soberanista. Lo cual no quiere decir que Pujol sea un inocente injustamente sacrificado, en absoluto. Si ha defraudado, tiene que pagar como todos. Y si ha delinquido tiene que ser juzgado, también como todos.

Menos mal que al menos reconoce que puede que haya defraudado, hasta Pujol lo ha reconocido.

En una línea similar, pero todavía más servil con el político catalán, se muestra Luis María Anson en las páginas de El Mundo. El antaño director de periódicos titula ‘Jordi les tiene cogidos por los huevos’. El artículo parece ir sobre el conocimiento que tiene Pujol de los trapos sucios de CiU, pero no puede evitar caer en el elogio del ex presidente catalán:

Jordi Pujol, que en su día rindió servicios excepcionales a la gobernabilidad de España y conviene no olvidarlo para no sumarse a los que hacen leña cruel del árbol caído, Jordi Pujol sabe que en Convergencia están jugando con fuego y que nadie como él puede tirar de la manta porque conoce punto por punto, hombre por hombre, euro por euro, lo que la manta esconde.

Ahí es nada, además de los hechos por los que se le investiga, Pujol es responsable de décadas de adoctrinamiento independentista en el sistema educativo y los medios de comunicación catalanas. Pero para Anson eso son «servicios excepcionales a la gobernabilidad de España». En todo caso esos servicios se los prestó a Felipe González y José María Aznar para que pudieran llegar o mantenerse en La Moncloa, no a España, y se cobró un alto precio por ello. Igual recordar todo esto es «hacer leña con el árbol caído».

El afilador de columnas tampoco se sorprende de ese elogio a Pujol. Fue Anson, entonces director de ABC, quien le elevó a la categoría de ‘Español del Año’ en 1984. Tres décadas después no parece dispuesto a reconocer que tal vez se equivocó.

Salvador Sostres considera que la izquierda española mantiene un «silencio cómplice, culpable» ante los vídeos de los periodistas degollados por los terroristas de Estado Islámico. Escribe sobre ello en el periódico ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo con el título de Los cisnes:

Si la cabeza rebanada fuera la de Maruja Torres las manifestaciones no tendrían fin ni en Madrid ni Barcelona. La culpa sería de Bush, que ya no es presidente. Y de Sharon, que ya ni está entre nosotros. Si en el vídeo hubiera aparecido Maruja arrodillada, con su túnica naranja, hoy los periódicos habrían amanecido colapsados de articulistas vaticinando el ocaso y de lacrimógenos artículos que serían la metáfora de la metáfora. La izquierda tomaría las calles y las plazas para recordarnos que el Partido Popular es el diablo, como si alguna vez lo hubiéramos olvidado.

Pero no es Maruja. Es un periodista americano. Y en vuestra cloaca moral no merece ninguna piedad.

Termina dirigiéndose a los izquierdistas españoles:

¿Ninguna tristeza al ver a este pobre chico con sus ojos arrasados por el miedo? ¿Ninguna ternura? ¿Eres padre? ¿Eres madre? Podría ser tu hijo. Gracias a estos valientes periodistas vivimos en un mundo más libre. Sé que el silencio va a ser tu única respuesta porque prefieres el odio a la vida.

Seguro que había cisnes cerca de Wansee -Valentí Puig lo dice- cuando los nazis decidieron la solución final.

Razón no le falta a Sostres en el sentido de su artículo, pero no sabemos si su provocadora forma de decirlo es precisamente útil. Por poca simpatía que podamos sentir hacia alguien, imaginar que le degüellan (en ningún momento lo desea, que quede claro) no creemos que sea una manera elegante de argumentar.

Saltamos ahora a ABC, en concreto a su contraportada. Es ahí donde Ignacio Ruiz-Quintano tira de cultura cinematográfica para servirnos la primera ración de trotsko-bolivarianismo español de la jornada. Titula Marmotas.

Podemos no es un negocio montado por políticos, sino por tertulianos, cuyo discurso se basa en la repetición, como el de «Groundhog day», donde a Bill Murray se le repetían los días de marmota de Punxsutawney como a nosotros las frases de camiseta de Monedero, sólo que la recompensa de Murray era Andie MacDowell, y la nuestra, Pablo Iglesias.

El Punxsutawney de Podemos es La Cuatro, con un presentador mañanero que hace de marmota (¡ah, esa sonrisa franca de dentambre blanca!) y un Monedero que hace de Ned Ryerson, antiguo compañero de instituto, y ahora, tenaz agente de seguros que insiste en vendernos una póliza de Podemos, mercancía tan averiada que lleva oculto el nombre: comunismo latinoché.

Añade:

Estamos en una sociedad que va en pantalones cortos, que es la manera más indefensa de andarse por la calle. Una sociedad concienzudamente «analfabetizada» cuyo espíritu universitario más elevado es… Monedero (Ned Ryerson en «Groundhog day»), a quien Alfonso Guerra, que iba de Bill Murray sin saberlo, dejó por bobo (bobo a secas, sin el taparrabos zapateril de la solemnidad) en TV.

Y si Ruiz-Quintano analiza de esa peculiar manera la estrategia de Podemos, y la irrupción en escena de Alfonso Guerra en su cara a cara con Monedero —La emboscada de Cintora a Guerra para que se pelee con Monedero–, en La Razón Martín Prieto analiza el auge de Podemos en un texto titulado El discreto encanto del comunismo.

La Nomenklatura de Podemos se encuentra a la extrema izquierda de los bolcheviques que masacraron a los marinos de Kronstadt por pretender una revolución con elecciones, aunque sustituyen la hoz y el martillo por un círculo vacío en el que cabe cualquier cosa y no nos consolamos de la extinción de los dinosaurios aunque el comunismo sea cuestión de paleontólogos. También al ser humano le gusta asomarse al abismo de la maldad.

Concluye:

Es metafísicamente imposible que la sociedad española por envilecida que esté dé tanto voto desinformado a esta milonga de guitarreros comunistas más o menos criollos. O las encuestas yerran, o se precipitan, o el efecto catódico de las televisoras tiene consecuencias neurológicas. Monedero por Madrid. Otra vez de Corte a Checa, la de Políticas de la Complutense.

El afilador de columnas querría pensar que Martín Prieto tiene razón y que las encuestas se equivocan, pero no está tan seguro. En su magnifico libro Liberación (1945), Sándor Márai pone en boca de un personaje secundario una frase referida a la Hungría que estaba viviendo el ascenso de los Cruz Flechada a finales de los años 30: «No confío en la capacidad de resistencia de la sociedad húngara porque esta sociedad carece de fuerza moral para librarse del Mal». Cuando la leímos, sentimos que se estaba refiriendo a la España actual y el empuje de Podemos.

Para concluir este ‘Afilando columnas’ nos fijamos en lo que publica en El País el crítico televisivo que suele escribir sobre casi cualquier tema menos sobre televisión. David Trueba dedica su columna a la comparecencia de Montoro en el Congreso para hablar sobre Pujol y titula Evasiones.

La comparecencia del ministro Montoro en comisión parlamentaria para informar sobre la evasión fiscal de Jordi Pujol se desbordó por las costuras. Al tratarse de un acontecimiento televisado, hubiera sido bueno que se respetaran los códigos de un medio tan directo y caliente como éste. Sin embargo, el ministro cometió el error habitual de los enviados de los partidos políticos a la arena televisiva, consistente en limitarse a hablar para los afines, ignorando que al otro lado de la pantalla se encuentran los opuestos, los escépticos y hasta los bien informados.

Lógico que Trueba tenga cierta deformación profesional, pero por mucho que se tratara de una comparecencia televisada, era una intervención parlamentaria y no una tertulia televisiva. Así que no hay que exigir al ministro que se comporte como si estuviera en un programa. Está bien que se le reclame que no hable sólo para los convencidos, pero no porque así se haga en el medio audiovisual. ¿O acaso el crítico de El País pretende poner a Jesús Cintora como presidente del Congreso? Mejor no demos ideas.

 

Siga en Twitter al autor de esta revista de prensa. El usuario es @chinchetru.

Te puede interesar

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

Lo más leído