Esta misma semana, Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo de PRISA, había dicho a una nutrida audiencia en el hotel Ritz el 15 de septiembre de 2014 que Podemos tenía razón en muchas de las cosas que decía y proponía. Este 19 de septiembre de 2014, en una prueba de lo poco que manda en El País su actual director, Antonio Caño, el periódico publica un editorial que recoge las ideas de quien fuera su primer director.
El editorial felicita a Podemos por convertirse en un partido como los demás mediante su institucionalización y defiende su derecho a proponer cambios y reformas. El artículo, que se titula Bienvenidos, tiene un tono amable con Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero que nunca recibió José María Aznar, vencedor de dos elecciones generales y manchado para Cebrián con el pecado indeleble del franquismo.
Parece que El País está dando permiso al PSOE para pactar con Podemos, que está a punto de ser «uno de los nuestros».
El movimiento Podemos, que se ha presentado como un contrapoder en su corta y exitosa existencia, ha iniciado el proceso que le conducirá a convertirse en una fuerza política organizada, jerarquizada y con un poder interno previsiblemente concentrado en la cúpula, al modo de otros partidos.
Lo que se sabe de los simpatizantes de Podemos apunta a un sector esencialmente de clases medias urbanas, que disputa el terreno político a la izquierda. Por rotundas que sean sus críticas a «los partidos de la casta» -en referencia sobre todo al PP y al PSOE-, y a la «descomposición de las élites», todo eso entra dentro del juego democrático, siempre que no esconda algo más que la campaña para derrotar a sus adversarios en las urnas de 2015. Cualquier proyecto político merece una oportunidad de desarrollo en democracia, si bien sus defensores han de respetar las reglas del juego.
De momento, es positivo el paso de los promotores para que no se les confunda con las fuerzas antisistema. Por eso hay que darles la bienvenida al sistema.