OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Pilar Rahola, en plena conspiranoia, acusa a ‘Madrit’ de perseguir a los Pujol

Para Santiago González, Oleguer Pujol es parte de la "juventud más preparada de la historia de España" de la que habla el PSOE

Millás ya cita a Podemos en su columna. ¿Se prepara para pedir el voto para ellos?

¿Pero qué les da Jordi Pujol a las mujeres para que tanta catalana salga en su defensa? Un amigo casado con una chilena me dijo hace años que el general Pinochet tenía un gran atractivo para las mujeres de derechas. Con Jordi Pujol pasa lo mismo, pese a lo viejecito y arrugado que está.

¿Recuerda, amigo lector, un tuit de la periodista progresista Àngels Barceló del 2 de septiembre en que la estrella de la Cadena SER, y antes de Telecinco, se lamentaba de la «persecución» que sufría el desafortunado Pujol por parte del Gobierno del PP?

El caso Pujol es repugnante. La saña con la que le persigue el gobierno es inédita, sin precedentes.

¡Háblele de esa «saña» al pobre senador y tesorero del PP Luis Bárcenas y a su cronista Raúl del Pozo!

Pues hoy, 24 de octubre de 2014, Pilar Rahola sale desmelenada en La Vanguardia a defender a Jordi Pujol y a su familia.Su argumento es que los Pujol quizás hayan hecho lo que todos sospechamos que han hecho, pero que lo peor es que hay una conspiración de ‘Madrit’ para usarlos contra Cataluña.

Si yo fuera malpensada, que por supuesto no lo soy, todo este espectáculo de caza y captura del dinero pujolino con escenografía de CSI me parecería una magna operación de distracción para tapar el hedor que sacude los aledaños de Génova. Pero eso sería tanto como malpensar de las estructuras del Estado, cosa que, como es de rigor, nunca se me ocurriría. Además, parece probable que la familia Pujol haya amasado un oscuro capital, cuyos orígenes se pierden en aguas putrefactas, y ese escándalo merece luz y taquígrafos, tanto como el pertinente recorrido judicial.

En mi delirio tortuoso llegaría a creer que nada es casual y que lo de Pujol lo sabían desde siempre, lo tapaban porque les interesaba, especialmente cuando era un chico bueno que controlaba a la díscola Cataluña, y que ahora lo hacen explotar como si fueran bombas de tiempo, a tenor de los intereses.

Ergo, si fuera malpensada, que por supuesto no lo soy, diría que lo de Pujol es el gran circo que necesitan las hambrientas bocas mediáticas de la Villa y Corte, especialmente en el sector derecho, para poder distraer al personal de las incómodas preguntas sobre las propias cloacas. Donde haya un Pujol, que se quite un Acebes.

contemplaré el espectáculo de la cacería al ciervo Pujol como lo que seguro que es, un acto de persecución del delito, convencida de que, por supuesto, en España se persiguen denodadamente este tipo de delitos.

Así que la confesión de Jordi Pujol en julio pasado sobre su herencia no declarada ya era una maniobra del PP para que Paco Marhuenda pudiera defender a Rato y Acebes en La Sexta… ¡A qué gente mandamos los españoles al Congreso con acta de diputado y aforamiento, en vez de mandarlos a un frenopático! Ande doctora Rahola, tómese una valeriana y deje de ver ‘Expediente X’.

PABLO SEBASTIÁN ACUSA A RAJOY DE ‘TAPAR’ A LOS PUJOL

En cambio, los retorcidos creadores de opinión apesebrados en la prensa de Madrid, que diría otro publicista nacionalista, el senador del PNV Iñaki Anasagasti, ven la historia desde el punto de vista contrario: el Estado es demasiado blando con la familia Pujol.

En ABC, Carlos Herrera se pregunta qué pasaría si fuese él el investigado.

Si usted o yo, querido lector, después de ser investigados por el manejo de millones de euros en bolsas de basura, después de haberle dicho a un juez que no disponíamos de cuenta alguna en el extranjero, hubiésemos sido sorprendidos retirando un par y medio de millones de euros de un banco de Andorra con destino a algún agujero mexicano, a buen seguro tendríamos un problema. Evidentemente dormiríamos en la delgada colchoneta de algún calabozo en la esperanza de que tal sueño reparador ablandase nuestra resistencia y le acabáramos contando al juez, con pelos y señales, lo que tenemos y dejamos de tener.

Más aún si ese juez dispone de informes que aseguran que el dinero evadido en bolsas de plástico puede provenir de comisiones ilegales libradas por empresarios que albergaban esperanzas de conseguir alguna adjudicación de la Administración con la que, usted o yo, teníamos una magnífica relación merced a que era nuestro padre quien presidía la misma. Parece de libro.

Sin embargo a Jordi Pujol Ferrusola, que sí ha protagonizado lo anterior, paso a paso, bolsa a bolsa, aún no le ha costado nada. Vaya usted a saber qué razón impide a la Fiscalía sugerir medidas severas.

Pablo Sebastián (Republica.com) asegura que hay una conspiración de ‘Madrit’, sí, pero para tapar el asunto y echar una manita a los Pujol. El titular de su columna es sincero: ‘Rajoy protege a la familia Pujol’. Las razones son las amenazas proferidas por el «Español del Año», tal como lo honró el ABC de Luis María Anson en 1984.

¿Por qué los Pujol gozan de los favores de la fiscalía cuando todo el mundo sabe que el expresidente del gobierno catalán es el inductor del desafío al Estado y la legalidad? Desde luego no se entiende semejante impunidad, cuando la alarma social y la tensión catalana invaden a diario la vida pública española y cuando la corrupción está ocupando el centro de la atención nacional. La respuesta a esta sorprendente y generosa actuación del fiscal solo puede ser política y apunta a la idea de que existe una negociación secreta entre Rajoy y Mas en la que está de por medio la cabeza de Pujol y del resto de su familia a cambio del freno del proceso secesionista catalán.

A no ser que en Moncloa tema que Pujol cumpla la amenaza que lanzó ante el parlamento catalán cuando dijo que podrían caer otras ramas podridas del mismo árbol. Un miedo al ‘cante’ del jefe del clan, quien podría ampliar su confesión inicial implicando a dirigentes políticos y a algunas instituciones en los tiempos del rey Juan Carlos.

Si Rahola lee a Victoria Prego (El Mundo) se ratificará en su conspiranoia, ya que esta última, qué malvada, asocia a Pujol con el catalanismo,

El nacionalismo y sus pretensiones de ser diferentes, y desde luego mejores, que el resto de los españoles se ha asentado sobre un montón de basura. Esto es un hecho. Y, ahora que se ha vislumbrado una pequeña parte del vertedero, se deshacen con estrépito todos los alardes de excelencia con que han acompañado sus reivindicaciones.

No hemos terminado de ver el panorama completo, pero es seguro que el mapa entero del nacionalismo encarnado por Pujol está impregnado hasta arriba de los desmanes que empiezan a ser desvelados por la Justicia.

Me pregunto si ese «mapa entero» incluirá a La Vanguardia.

LA FAMILIA DE PUJOL, PEOR QUE LA FAMILIA DE IDI AMÍN Y DE GADAFI

Pedro Narváez (La Razón) enlaza la operación de cirugía estética de la actriz Renée Zellweger con Oleguer Pujol.

El clan Pujol sin embargo se presenta como el caso opuesto al de la que fuera estrella de Hollywood porque antes sus rostros expresaban la honorabilidad de Cataluña y hoy enseñan la podredumbre que se esconde tras las esteladas y que la independencia era una excusa para dominar el país como un arma de destrucción masiva.

Santiago González (El Mundo) escribe la frase más divertida del día sobre este asunto:

Oleguer es una muestra de eso que llamamos la juventud mejor preparada de la historia. Cuando lo de su padre en Banca Catalana, él iba al colegio, pero de siempre hemos sabido que la educación es una cuestión familiar en primera instancia. Los niños, ya se sabe, lo que ven en casa. Es lógico, por otra parte, que los más pequeños salgan más avisados, porque han recibido la enseñanza de los padres y, además, el ejemplo de sus hermanos mayores. Esta familia tiene ya cinco imputados de un total de nueve miembros, son mayoría.

José García Domínguez (Libertaddigital.com) sostiene que Cataluña es más corrupta que África.

en un artículo reciente que llevaba mi firma se calificó a las elites rectoras de la Cataluña contemporánea de «cleptocracia africana». Una afirmación, ahora soy consciente de ello, por entero fuera de lugar. En consecuencia, quisiera aprovechar estas líneas para pedir perdón a todos los africanos que, habiendo leído la pieza, se hubieran sentido ofendidos, y con razón, por lo muy inapropiado de comparar la realidad de su continente con cuanto por norma acontece en Cataluña.

Pues, hasta donde se me alcanza, ni los hijos del difunto coronel Gadafi, ni la prole innúmera de Idi Amín Dadá, ni los descendientes del bulímico emperador Bokassa, ni los herederos del carnicero de turno que mande ahora en Somalia (no me acuerdo de su nombre) ni sátrapa selvático alguno escribieron jamás una carta abierta a La Vanguardia como la rubricada por Josep Pujol Ferrusola, a la sazón vástago de su padre y de su madre, el 22 de abril de 2002.

Publicada con todos los honores en las páginas de política del diario de Godó, el hijo del presidente de la Generalitat de Cataluña reclama allí su inalienable derecho a hacerse rico con las contratas públicas dependientes del presidente de la Generalitat de Cataluña.

Me río de Pilar Rahola, pero también lo hago del billete del director de La Vanguardia, Màrius Carol. Éste se apoya en una frase de otro periodista catalán y catalanista, el progresista Lluís Bassets, para asomar una ligera autocrítica de la prensa.

El economista austriaco Ludwig von Mises escribió en una de sus obras que la corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública. Algo parecido dijo esta semana el periodista Lluís Bassets en la presentación de su libro al resaltar que los medios de comunicación tienen su parte de culpa al no haber investigado situaciones que se conocían.

Tanto o más importante que la responsabilidad de los medios es la falta de voluntad política para indagar y el nulo control de la sociedad de quienes han ocupado las instituciones. El drama es que quienes pretenden reformarlas están bajo sospecha por haber escondido demasiadas cosas bajo las alfombras.

De modo que la culpa de que los editores y directores de la prensa catalana no denunciasen los casos de corrupción es de la sociedad, o sea, del conductor de autobús, del dependiente de El Corte Inglés, del pocero… Carol puede acabar como Fernando Ónega, que también escribe en La Vanguardia, por cierto, que de jefe de prensa de la Guardia de Franco pasó a demócrata de toda la vida y centrista. Quizás Carol dentro de unos años nos cuente cómo él conocía la corrupción de los Pujol y de toda la dirigencia de CiU, pero que no le permitieron publicarla. Mal se les pone la cosa a los Pujol cuando la prensa más amable y subvencionada empieza a dar pasos para cambiar de bando.

En El País ni una columna sobre este asunto, como tampoco saca en portada el registro de la casa de Oleguer Pujol y su detención. ¡Bravo, Antonio Caño, bravo! Aplícate lo que escribe Carol.

CONSPIRACIONES EN EL PP

Los últimos episodios de corrupción en el PP, que implican a Ángel Acebes y a Rodrigo Rato, afectan a Mariano Rajoy y su círculo, por mucho que los portavoces de Moncloa y de Génova traten de cargarlos en la cuenta de José María Aznar. David Gistau (ABC) dice que eso ya es imposible siquiera por el calendario.

Algunos de los « oscuros conspiradores » de hace dos años podrían sentirse vindicados hoy, cuando hasta los más entusiastas defensores de la negación sistemática de repente se han puesto a exigirle al PP que reaccione contra su corrupción interna y contra el legado podrido de Bárcenas. Que no es el de una conducta individual desviada, sino, en los términos en que lo investiga la Justicia, el de una caja paralela, clandestina, sobre lo cual los secretarios generales habrían ordenado pagos que incluyeron la financiación de campañas electorales no precisamente extraviadas en los remotos albores del aznarismo. Hablamos, por ejemplo, de una campaña de la actual secretaria general, Cospedal.

Si agregamos la introducción de Rato en Cajamadrid/ Bankia después de su vuelta a España («Back In Black», cantaba AC/DC), resulta que la ubicación en el tiempo de ciertos acontecimientos es determinante porque impide al partido fantasear con la posibilidad de adjudicar al aznarismo todos los focos de corrupción. Ahí ya no hay modo de despejar a córner ni aun destrozando la leyenda fundacional del gran partido de poder. Tal vez por eso, el PP permanece paralizado como el conejo al que deslumbran las luces del coche que lo va a atropellar.

Jiménez Losantos (El Mundo) atribuye gran parte de lo que está pasando en el PP a la lucha de poder entre la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

Nunca he creído en la vuelta de Aznar a la política, así que alancear su fantasma desde el Gobierno me parece un ejercicio suicida, un torneo en el que las dos aspirantes a heredar a Rajoy juegan a la ruleta rusa con los restos del PP, la verdadera gran obra aznarista, que para Mayo puede pasar de mejorar la UCD de Suárez a empeorar la AP de Fraga.

Pero Rajoy tiene un problema que Mao no tenía: la viuda. Chiang Ching la titiritera emperatriz, jefa de la Banda de los Cuatro, era la única que, en última instancia, tenía acceso al emperador. Y Mariano tiene dos viudas ávidas de poder, Soraya y Cospedal, que van camino de matar a todos antes de que Rajoy las mate a ellas. Para entonces, el muerto será el PP.

DEL POZO CALCULA LOS VOTOS DE PODEMOS POR LA CORRUPCIÓN

Desde la irrupción de Podemos, Ignacio Ruiz Quintano trata de quitar el miedo a este partido contando en sus columnas de ABC que el Felipe González que en Suresnes se apoderó de la secretaría general del PSOE tenía un programa más radical que Pablo Iglesias y luego ya vimos lo que hizo: le votaban los banqueros como Luis Valls, José Antonio Sánchez Asiaín y Jaime Botín.

En El País, el escritor Luisgé Martín también compara a González con Iglesias y añade que Podemos, al igual que el PSOE posterior a la derrota electoral de 1979, se modera. Para engañar mejor, añado yo, que fumaba Ducados cuando Beatriz Talegón aún no existía ni en potencia.

El trabajo de Felipe González hasta 1982 consistió en aglutinar a esa mayoría social en torno a un proyecto común progresista. El trabajo de Pablo Iglesias, ahora, parece querer ir por el mismo camino. Desde que Podemosobtuvo su espectacular resultado en las elecciones europeas de mayo, es muy difícil encontrar unas declaraciones suyas -o de su equipo más próximo- que no pueda suscribir cualquier ciudadano de izquierdas, moderado o radical. Desde muchas trincheras se les sigue acusando de leninistas, bolivarianos y utópicos, pero su discurso es ya sólo reformista y regenerador, como se demuestra en el esbozo de programa electoral aprobado en su asamblea fundacional del pasado fin de semana. Incluso sus propuestas económicas revolucionarias, tan impugnadas por expertos de todo tipo, han entrado en una fase de matización permanente y de condicionalidad, como si siguieran aquel consejo sabio de Ortega: «El verdadero revolucionario lo que tiene que hacer es dejar de pronunciar vocablos retóricos y ponerse a estudiar economía».

Raúl del Pozo (El Mundo) ya calcula cuántos votos dan a Podemos los casos de corrupción que conocemos.

La corrupción no es de ahora, viene de lejos, lo mismo la del PP que la del PSOE o la de Convergència. Pero esto no contribuye a la descomposición, todo lo contario; al final lo que ocurra va a ser bueno. Lo importante es tomarse las cosas en serio, porque la gente ha decidido plantarse y cada caso de corrupción son 10.000 votos para Podemos.

Pero la noticia más importante relacionada con el coco del régimen es que Juanjo Millás ya está a punto de dar pedir el voto para Podemos. Ya lo anunciamos aquí: en sus columnas, Millás no sólo atizaba al PP una y otra vez, sino al PSOE y, poco a poco, admitía que el actual sistema político no daba más de sí. Hoy concluye así su columna, con un elogio a Podemos.

La gente de Podemos no ha hecho de momento otra cosa que cambiar la iluminación y ya la película parece otra.

La columna ridícula del día la firma Quim Monzó (La Vanguardia), porque se queja de que la Policía Nacional no hubiese informado a los Mozos de que iban a ir a registrar la casa de Oleguer Pujol.

La aglomeración era tal que algunos vecinos llamaron a los mossos d’Esquadra avisándoles de que había una concentración no autorizada. Los mossos, que no sabían nada del registro ni de la detención de Oleguer Pujol (tiene cojones la cosa, por cierto), enviaron dos patrullas.

Este tipo es tonto con balcones a la calle, que diría Alfonso Ussía. En cualquier serie policiaca de televisión cuando aparece la investigación de un caso que implica a un político, a un financiero o a un mafioso del que se sospecha que puede haber comprado a policías o jueces, se corta la comunicación entre los investigadores y los demás funcionarios, para evitar soplos.

Me pregunto si Monzó, ya aburguesado por los años, quiere ir a tomar el té con Marta Ferrusola, como el conde de Godó, el viejo, don Carlos, tomaba el té con doña Carmen Polo.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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