Pérez-Maura riñe a Prada por despotricar de Margaret Thatcher, salvadora de Occidente
Mientras aplasto en el cenicero el primer cigarrillo, le doy vueltas a cómo empezar el repaso a las columnas del 18 de noviembre de 2014. A diferencia de ayer, la prensa viene floja en cuanto a columnas. Las ideas y las frases más llamativas las aportan los ‘outsiders’ o los tribunos, no los esclavos atados a la columna. ¡Y yo que pensaba que iban a salir como los jinetes de Roham contra los orcos, digo contra los ‘podemitas’!
Hay algo destacable, y es que El País de Juan Luis Cebrián (¿alguien en la profesión cree que Antonio Caño es algo más que un jefe de redacción?) parece aceptar que Podemos se va a convertir en un partido del ‘establishment’ y trata de unir a éste y al PSOE contra el PP. ¡Cebrián, que nadie en España se cree que el PP es la caverna, ni los becarios de Enric Sopena!
La responsable (aquí no hay directores, ni presidentes, sólo responsables, como en la antigua CNT) de la Secretaría de Análisis Político y Social de Podemos, Carolina Bescansa, que se resume en que el PP es el verdadero enemigo de la izquierda, que ésta debe unirse (en torno a Podemos, claro) y que el Gobierno recurre al miedo a Podemos para movilizar a su electorado. Primero, la victoria del PP según el CIS.
Si las elecciones fuesen mañana, el PP volvería a imponerse como fuerza más votada y, aunque en un escenario distinto, con toda probabilidad lideraría -con éxito- una negociación con el PSOE para formar Gobierno. Que no nos engañe nadie. Por el momento, esto es lo que hay y, aunque el rumbo es favorable, falta camino para que haya otra cosa.
Segundo, el fracaso de la renovación del PSOE.
El CIS de octubre revela que la gran apuesta socialista no ha logrado los resultados esperados. Tras la intensiva y extensiva presentación del nuevo secretario general, Pedro Sánchez cosecha hoy un 68% de desconfianza entre la ciudadanía y, lo que es más grave, un 46% entre los votantes del PSOE.
Y, tercero, la manipulación del PP.
La élite en el poder del PP ha encontrado un camino para salir del estercolero, algo que parecía casi imposible hace seis meses. La táctica es sencilla y esa es una de sus grandes fortalezas. Primero deben activar tanto miedo como sean capaces y convencer a cuantos puedan de que las próximas elecciones son las más trascendentales de nuestra historia, más incluso que las de 1977. Después tienen que lograr que los medios de comunicación solo hablen de las encuestas para discutir quién va ganando y olviden mencionar los problemas de la gente, las condiciones de vida de las grandes mayorías o las valoraciones de la gestión del Gobierno. Finalmente, deben convencer a los periodistas y a la sociedad de que Podemos va ganando y, entonces, sacar su capa de superhéroes del orden y ofrecerse como única alternativa con garantías para salvar el país. Ya han empezado
Huy, creo que en esto último los del PP empezaron hace muuuuuchos meses.
Miguel Ángel Aguilar (El País) describe la mutación ideológica de Pablo Iglesias y la usa para quitar miedo a sus lectores: no os preocupéis, se hará socialdemócrata.
Necesita sumar sin asustar, porque avizora las elecciones generales del año que viene.
Repudia la mercantilización del derecho a la libertad de expresión y se niega a rectificar su aversión a los medios de comunicación privados. Se escabulle del referéndum Monarquía-República. Frente a la declaración unilateral de independencia, señala que la Generalitat es incompetente. Suma voluntarismo de que mejor y más felices juntos. Promete permanecer ajeno a la casta, sin entender que todos somos biodegradables, que a todos cambia el poder.
La columna de Dolores García (La Vanguardia) va en la misma línea, aunque sin apoyar la conversión del ‘Coletas’.
Hay quien ha bautizado a Pablo Iglesias como el nuevo Felipe González. El expresidente, en su espacio televisivo para las elecciones de junio de 1977, decía cosas como esta: «Queremos cambiar la sociedad, cambiarla al ritmo que el pueblo marque, porque nuestro partido es un partido del pueblo, para el pueblo y que nace del pueblo. Queremos remover las bases de la injusticia hacia una sociedad libre, justa, cada vez más igualitaria». La frase podría ponerse en boca de Pablo Iglesias. A falta de programa, el líder de Podemos anuncia un proceso constituyente que acabe con el instaurado en 1978. Pero no es el único que pregona la ruptura con lo que considera un régimen injusto y caduco. También Convergència habla de un proceso constituyente si consigue -en unas elecciones plebiscitarias- una mayoría absoluta por la independencia. Ambas corrientes vehiculan el ferviente deseo de cambio. Pedro Sánchez prefiere una vía intermedia, pero también aboga por una reforma constitucional, por modificar lo obsoleto aprovechando el andamiaje. Cada uno a su manera intenta dar respuesta a un clamor social. Rajoy recurre a la palabra reforma cuando se refiere a la economía, pero a la «regeneración democrática» le aplica el término medidas. Es un detalle menor, pero revelador.
Como parte de este entusiasmo repentino de la socialdemocracia española por Podemos, Edurne Uriarte (ABC) se sonríe ante el descubrimiento por tanto progre de que el populismo no siempre es malo. Si no lo practica Le Pen, puede ser bueno.
Algunos intelectuales progresistas(…) incluso han comenzado a admitir que Podemos es parte de un movimiento populista europeo en el que está tanto la extrema izquierda, la de Podemos o la de la griega Syriza, como la extrema derecha del Frente Nacional o los ultranacionalistas del UKIP. No le llaman extrema izquierda, claro está, se sienten muy incómodos con ese reconocimiento, pero han empezado a decir que el populismo es consecuencia del fracaso de los partidos tradicionales y de las instituciones democráticas (Véase, por ejemplo, Joan Subirats, «¿Populismo democrático?», El País, 16 de noviembre). Es decir, lo que era inadmisible y un peligro para la democracia, la extrema derecha francesa o austríaca, ahora, con el populismo del otro lado, debe constituir un aviso para reformar las instituciones democráticas en la línea de sus denuncias.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC), que fue el primero al que le leí las semejanzas entre el Felipe de 1976 y el Pablemos de 2014, escribe sobre la casta de ‘apparatchiks’ que rodea al ‘salvapueblos’.
Para compensar la humildad de Torres Dulce, Madrid estrena estatua a Blas de Lezo («¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!»), y para aliviar la crispación nacional, Ana Pastor ha interviuvado, ¡hummm!, al torete Pablo Iglesias, un «Juampedro» de los de faena sin riesgo, el muñeco del baloncesto americano para distraer al público en los tiempos muertos.
-Somos la escoba del Pueblo -proclama Pablemos urbi et orbi.
Qué «jodío» el Fray Escoba, más viejo que Los Sírex y ya con su castita de ochenta tíos y tías (Echenique, por moverse, no salió en la foto) dispuestos a llevarse, dicen, lo que quede del Régimen de la Transición, y puede que ésta sea la única verdad que han dicho.
EL FEDERALISMO, EUFEMISMO DEL PSOE PARA NO DECIR ESPAÑA
La retirada más o menos voluntaria de Cayo Lara de la dirección de Izquierda Unida es el suceso que permite a Pablo Sebastián (Republica.com) meditar sobre la fugacidad del tiempo, la ingratitud de la juventud y lo solos que se quedan los muertos… Sólo sobreviven de la generación de la Transición Mariano Rajoy y Rosa Díez.
Cayo Lara se va de la presidencia de IU -siempre le quedará el PCE- entre lágrimas y pucheros tras la senda migratoria de otros líderes y dirigentes políticos que le precedieron y ahí incluido el Rey Juan Carlos I. Y por supuesto Alfredo Pérez Rubalcaba del liderazgo del PSOE, o Patxi López del País Vasco y Pere Navarro de Cataluña, y Alberto Ruiz Gallardón del Gobierno, como Ana Botella de la candidatura de la alcaldía de Madrid, o Barcina de Navarra o Valcárcel de Murcia. E incluso como Aguirre se fue de Madrid, aunque ya está de vuelta a través de la Gran Vía, donde ella suele aparcar con desparpajo y arrancar a toda velocidad.
Con la anunciada marcha de Cayo Lara de la candidatura de IU a las elecciones generales de 2015, al final solo queda Rajoy como el abuelo de la política, mientras Rosa Díez huye de las serenatas que prodiga Albert Rivera bajo su balcón, como Ulises taponaba sus oídos ante los cantos de las sirenas tentadoras.
Sebastián, incapaz de decir nada bueno de Esperanza Aguirre ni de Aznar, en cambio despide a Lara con elogios. No sé, a mí un individuo que es de izquierdas y apoya el egoísmo catalanista no me parece un ejemplo de nada…
Se va Cayo Lara, que es persona de bien y no lo hizo mal, por más que no consiguiera conectar con el 15-M ni transmitir la ilusión que se han llevado los de Podemos.
El federalismo se ha convertido en el Bálsamo de Fierabrás de la política española. José María Marco (La Razón) explica qué significa para la izquierda española y concluye que es otra manera de no nombrar a España… y de tratar de dividir a la derecha.
El PSOE, por su parte, se enfrenta a la imposibilidad de volver a gobernar España en solitario. Uno de los obstáculos son los compañeros de Podemos, fruto lógico del cinismo radical de los socialistas, que les ha hecho perder cualquier credibilidad. Otro es la incapacidad para imaginar y proponer un proyecto de nación española. Los socialistas -en general la izquierda española- no consiguen asimilar la idea de nación española. Por eso optan por la vía de la «reforma constitucional», con una palabra mágica a modo de guinda, el «federalismo». No se sabe lo que quiere decir federalismo para los socialistas. Peor aún, es lícito sospechar que el uso del término responde a su carácter tabú en la historia política española, en particular en el centro derecha. Al PSOE no le importa saber -como sabe a la perfección- que el «federalismo» no solucionará los problemas derivados del nacionalismo, que no se contentará con un ajuste constitucional. Lo que quieren los socialistas es imponer un trágala que siembre la división en la derecha y les devuelva la iniciativa perdida.
Y de la izquierda a la derecha, bueno, al centro, que en España no hay derecha. El PP sigue perdiendo apoyos entre sus votantes y simpatizantes. Serafín Fanjul (ABC) publica una Tercera titulada ‘Presos de la foto’ que es para mí el mejor artículo de opinión del día.
Acabáramos: el problema era de fotos. (…) Rajoy engrosará su álbum con las de niñatas separatistas de dieciséis años pitorreándose por el referéndum «que no se celebró» y que harán juego con las de la Policía vejada y apaleada en la Castellana o Gamonal, la Guardia Civil maniatada en Melilla a merced de inmigrantes nada pacíficos, Bolinaga de chiquitos o Gallardón, mosqueado, dimitiendo. Y, a propósito, ¿quién se cree que la reforma de la Ley del Aborto molestaba mucho a los votantes del PP? ¿ No estaremos ante otro caso fotográfico? El de media docena de feministas enloquecidas, monitorizadas por politicuchos de IU y PSOE, armando gresca a la puerta del Congreso. O la de las clínicas abortivas criando telarañas.
Como los éxitos económicos no acaban de verse en la vida real -¿a qué español normal le importa que el coeficiente Tal o el multiplicador Cual hayan mejorado un tantito?-, ya solo les queda explotar el chantaje de esgrimir el espantajo de la ultraizquierda (en Francia dicen que el éxito de los chiquitos de la Complu ha sido invención de Rajoy: yo no lo creo, demasiado esfuerzo), bien publicitada a todas horas por todas las televisiones (por todas, tomen nota TVE, 13TV e Intereconomía, que parecen no enterarse de lo que están haciendo).
Pero, seamos intelectuales o no -me son indiferentes las pugnas nominalistas-, una cosa no podemos hacer: dedicarnos a perpetrar memorias y novelas y más nada, como Azaña, mientras los cafres que le circundaban trituraban y engullían los restos de la II República, tan indigesta la pobre.
ANTONIO LUCAS COMPARA A AGUIRRE CON UNA MAESTRA
Sobre la matraca catalana, Arcadi Espada (El Mundo) culpa a Mariano Rajoy de lo ocurrido el 9-N en Cataluña, «la primera victoria catalana después de 300 años».
Antes del 9 o incluso el mismo 9, hecha un hecho la desobediencia, un decreto gubernamental podría haber advertido al presidente Mas de lo que se le venía encima. ¡Y solo entonces se le habría venido encima! Esta actuación del Gobierno habría evitado, entre otros daños, la práctica ruptura del poder judicial que conlleva la grave discrepancia entre el fiscal general y los fiscales catalanes acerca de la presentación de una querella contra las autoridades catalanas. El presidente Rajoy debería aclarar por qué no conminó a obedecer al gobierno de la Generalidad y por qué, en consecuencia, el estado de derecho entró en dolorosa suspensión en Cataluña. Máxime sospechando, como sospecho, que por esa vía los golpes de pecho del presidente Mas habrían sido los dóciles del que peca por pensamiento y palabra, pero no por obra.
Para Antonio Lucas (El Mundo), la tabarra la da Esperanza Aguirre.
Lo de Esperanza Aguirre convocando oposiciones a alcalde en favor de la transparencia y alterando el proceso en favor de sí misma es una zarzuela memorable. Esas llamadas sobreactuadas a la regeneración activan la alarma de otra corrupción evidente. Esto es como hacer un trabajito en las nubes para hacerle sitio al sol y dejar el día más nublado. Hasta en su partido se avergüenzan de tales improvisaciones, con lo que en esa sede ha llovido. Desde el calvo de la lotería no había visto gente tan resignada como para aceptar someterse a este juego trilero por lograr un carguete en su pueblo. Hombres y mujeres tratados como menores de edad en la hora del dictado.
Esperanza Aguirre, degradada a una Barbarella con caja de cartón y cubiletes, nunca se conforma políticamente con lo que tiene (que ya es muy poco), de ahí que organice estas timbas chapuceras y de revés bufo para disfrazar de alcalde a unos cuantos pardillos y armar ruido otra semana más jugando a mover peones de humo. Quiero decir: que la señora no para de dar el coñazo.
A Ramón Pérez-Maura le ha sentado muy mal que ayer Juan Manuel de Prada pusiese como chupa de dómine a su admirada Margaret Thatcher y trata de argumentar cuánto le debemos los españoles a la primera ministra británica. Pérez-Maura emplea argumentos sentimentales como su colegio británico y las dos entrevistas que le hizo a la señora Thatcher.
Son ganas de provocar el decir que a Thatcher se le ha dedicado una plaza siendo «enemiga de la Hispanidad, como demostró en las Malvinas». Los matarifes de Galtieri et alii eran sólo unos tiranos populistas y asesinos. Thatcher ayudó a acabar con aquel régimen genocida. Y no se puede ser un enemigo de los hispano si se es un baluarte de Occidente como el que ella fue. Porque hoy, desde el entorno de la legitimidad proscrita, se promueve una visión de la «Santa Rusia» que pretiere lo que supuso el Imperio Soviético
Tuve el privilegio de mantener dos largas entrevistas con Margaret Thatcher, ambas publicadas en ABC (7-10-1992 y 5-11-1995). Mi admiración por ella venía de esa guerra por liberar las Malvinas (que ciertamente deberían ser argentinas) de los tiranos de la junta militar. Recuerdo como si fuera ayer la emoción que sentí a las 7.30 de la soleada mañana del 15 de junio de 1982: vi ondear la Union Jack sobre el patio de Downside, mi colegio en Inglaterra, y a todos mis compañeros reunirse en oración por los caídos y para entonar el «Dios salve a la Reina» como celebración de la victoria. Yo no siento ningún desprecio por un pueblo que educa así a los suyos. Yo siento una envidia difícilmente contenible.
¡ELOGIOS A CARRASCAL EN EL PAÍS!
David Trueba (El País) me da la sorpresa de glosar unas declaraciones de José María Carrascal, que cuando dirigía el telediario nocturno de Antena 3 era odiado -y sé lo que digo- en la redacción de El País, sobre la manipulación de la información política en las televisiones.
En una interesante entrevista en La Vanguardia, Carrascal culpaba al presidente Aznar de su cese. La falta de docilidad convierte a los periodistas en incómodos incluso para los más cercanos líderes a su ideología y sensibilidad política. (…) Para Carrascal un síntoma de los malos tiempos es encontrarse con la información política amañada, cuando los cortes de los telediarios con declaraciones de los líderes de partidos ya llegan envasados desde el gabinete de prensa de la sede central.
Al conceder el premio a la columna ridícula del día dudo entre Alfonso Ussía y Carlos Falcó, marqués de Griñón. Éste en ABC ensalza la inteligencia gallega de Rajoy ante Artur Mas y se lo pone como ejemplo a David Cameron. Esto escribe Falcó:
no ha asumido ninguno de los riesgos incurridos por el primer ministro británico, y ha conseguido poner en evidencia que el seny, virtud tradicional en Cataluña, hace inviable el triunfo del «sí» en el referendo a la escocesa que ahora pretende Mas. Con este y otros temas, al premier Cameron podría venirle bien una dosis de astucia gallega, que su correligionario Rajoy le prestaría de buen grado.
Aunque el señor marqués me lo ha puesto difícil, al final me decido por los profesionales en vez de por los aficionados. En una columna titulada ‘Desmesura’, Ussía medita sobre el culo de Kim Kardashian. Así empieza:
No resulta exagerado afirmar que lo más aproximado a una hectárea de terreno es el culo de Kim Kardashian. Esa cintura y ese culo no pueden mantener unas relaciones fluidas y responsables.
Y hasta se mete en la cabeza de don Francisco de Quevedo.
Don Francisco de Quevedo, de conocerla, le hubiera escrito un soneto a la mujer a un culo pegado.
Seguro que este texto es muy celebrado en los casinos de las capitales de provincia.