OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Ignacio Camacho: «Los de Podemos se han llegado a creer que el cielo del poder se puede asaltar en las tertulias»

Sebastián revela que Alberto Recarte, "ideólogo de Faes" y consejero de Caja Madrid, quiso cambiar un reloj por cheques-regalo

Ónega da pábulo a la teoría de la conspiración contra Pujol, al que lamenta que los periodistas le llamen sólo Jordi

Este 2 de febrero de 2015 los columnistas vienen especialmente indignados con la realidad. Pero mucho. ¡Qué manera de amargarme el café subsahariano y el Ducados de la mañana!

Isabel San Sebastián protesta en ABC contra el nuevo Gobierno griego nacional-socialista. Al reproche habitual de que los griegos culpan de sus males a los alemanes, añade la ausencia de mujeres en el Gobierno del amigo de Pablo Iglesias, que yo creo que es lo que más le molesta.

«Gute nacht, Frau Merkel», escribe bajo los efectos de la euforia algún cretino frustrado con ansias revanchistas. Frustrado, cretino, ávido de revancha y por añadidura, machista, al igual que su líder. Ni una sola mujer ha incluido el podemita griego en su consejo de ministros. Ni una sola mujer posee, según su docto criterio «progresista», talento y formación suficiente para administrar una cartera en su gobierno. Y hete aquí que el futuro de Grecia, su vida o su muerte económica, depende de una mujer, la más poderosa de Europa, elegida por sus compatriotas para guiar sus destinos. Eso debe de doler…

Alfonso Ussía escribe sobre el mismo asunto en La Razón y, como Zapatero, se nos declara feminista. (¿Seguro que estoy fumando tabaco?)

La mujer, intelectualmente, es superior al hombre. Y más constante en el trabajo. Y más inflexible con los errores de sus inmediatos colaboradores. Y más valiente. Y más intransigente con la desidia o la molicie. Por otra parte, por su condición de mujer, es infinitamente más intuitiva y larga. Cuando el hombre va, la mujer ya está de vuelta. Sucede que el hombre en pocas ocasiones se apercibe de ello, y así le va. Pero con independencia del inconmensurable valor de la mujer en todos los ámbitos y escenarios, está la obligación de la apariencia. Resulta deplorable que el Gobierno de una nación occidental en el siglo XXI no cuente con ninguna mujer ni para adornar la fotografía oficial. Las feministas españolas, tan amantes de las tiranías machistas de los Orientes próximo, medio y lejano, se han incapacitado a sí mismas para emitir protestas por asuntos sin importancia. Es durísimo, pero la izquierda radical y gorrona de Chiripas ha demostrado que la mujer en Grecia, al menos por ahora, es un cero a la izquierda. Como feminista, protesto y lo deploro.

La irritación de Jorge Martínez Reverte la causa el desfile de prohombres democráticos en Riad para dar el pésame por la muerte rey saudí.

Como corderitos. Los más poderosos hombres y mujeres de la Tierra se han ido presentando en los palacios de Riad para rendir homenaje a un déspota con el que a ninguno seguramente le habría apetecido nunca compartir una comida.

Allí hemos visto también (menos mal) a nuestro recién estrenado jefe de Estado, Felipe VI. Menos mal, porque si no llega a ser invitado sería que el país (el nuestro) iba mal.

Detrás de todo, por supuesto, el petróleo. Y una política repugnante de apoyo a unos terroristas y dejo de apoyar a otros.

No hay otro remedio. Hala, a Riad.

(Una corrección. Reverte recuerda que en la película Lawrence de Arabia, donde él «cómo los colonialistas ingleses ayudaban a una dinastía de desharrapados machistas y salvajes a expulsar a los otomanos». La familia apoyada por los británicos era la hachemita, que es expulsada por los saud, quienes se hacen con el poder.)

A SOSTRES LE INDIGNA QUE SE HABLE DE LA CORRUPCIÓN

Marcello (Republica.com) vuelve a convertirse en jefe de prensa de Podemos y se enfada con quienes quieren que en las televisiones dejen de aparecer el Coletas y el Billetero.

Vaya panda de censores que hay por ahí. En las televisiones, los diarios, radios e internet han de salir quienes lo merecen por el interés general y la actualidad, y en eso los de Podemos son un fenómeno se pongan como se pongan algunos de los que se rasgan la vestiduras como grandes fariseos. (…) ¿para qué les sirven las televisiones a Podemos si todas ellas trabajan para Podemos sacando todos los días las corrupciones de CiU, PP y PSOE, y algunas otras de IU y los sindicatos que también van servidos con el juicio de Fernández Villa en Asturias patria querida?

Y añade de su cosecha un detalle del chanchullo de las tarjetas negras de Bankia:

Ahí está el nuevo espectáculo de las tarjetas negras -donde hay de todo como en botica- y de los relojes de 12.000 euros que el listo ideólogo de FAES Alberto Recarte -se oye desde cielo de Guinea a Gómez de Salomé: ¡señor Recarte! ¡señor Recarte!- quería cambiar por cheques del Corte Inglés.

A Victoria Prego (El Mundo) le indigna no sólo la corrupción y la desfachatez de los Pujol, sino también la de su entorno.

La cosa tiene el mismo aire de vergonzante componenda que la que ofrecen todos los que en estos días se atreven a decir que sí, que ellos ya habían oído que bajo la presidnecia de Jordi Pujol se practicó la corrupción a mansalva a base d ecomisiones del 3 o del 5% por cada adjudicación de una obra.

Todos ellos están intentando hacer un cortafuegos para salvarse de un incendio que amenaza con arrasar tres décadas de gobiernos nacionalistas y que ya ha carbonizado y dejado para el arrastre ese relato de épica patriótica con que se han querido adornar todos estos años los participantes en la organización para delinquir en la que convirtieron a la Generalitat de Cataluña.

Salvador Sostres (El Mundo) está enrabietado con los casos de corrupción, pero con la atención que se les presta.

De ningún modo se puede decir, como se dice, la tontería de que con el dinero de Bárcenas o de los ERE, o con los impuestos que tendría que haber pagado Pujol por la herencia que le dejó su padre, podríamos haber evitado la crisis o resolver at once los problemas económicos que todavía tiene España. Eso sería como decir que con el trozo de pizza que una vez dejé podríamos haber evitado que un niño muriera de hambre en Biafra.

Supongo que todos los partidos políticos se han financiado irregularmente. Y aunque no es algo que debamos celebrar, ni ha sido masivo el fraude ni siquiera es ni ha sido perceptible en nuestra economía. Tratar de desacreditar al presidente Rajoy por este asunto es ridículo e inmaduro, porque estábamos en el abismo de la peor crisis jamás conocida y hoy podemos mirar el futuro con confianza. El montante sumado de todos los casos de corrupción que hemos conocido en democracia es irrisorio al lado del agujero que dejaría el programa de Podemos si algún día llegara a aplicarse.

Frente a los enfadados, Fernando Ónega (La Vanguardia), ex jefe de prensa de la Guardia de Franco, suspira de pena porque se la ha roto un mito, como una niña enamorada que ha visto a su amado con otra.

He admirado tanto al president Pujol, he apreciado tanto su labor de gobernante y su aportación a la estabilidad, que me cuesta mucho sumarme a las tareas de demolición de su persona y su familia. Lo he visto por televisión salir de casa camino del juzgado, y me impactó que los periodistas ya no le llamaban presidente, sino Jordi. Lo he visto después a la entrada del juzgado acompañado de su esposa, echando mano de la dignidad caída por aquel pasillo de guardias, cámaras, insultos y billetes falsos con su efigie, y he sentido pena. Pena por el ídolo caído. Pena por esa ceremonia de linchamiento moral. Pena por el viejo servidor público que no sé cómo consigue pasar de la gloria a ser tratado como el peor de los delincuentes.

A continuación, Ónega da pábulo a la teoría de la conspiración contra Pujol.

Quizá todo eso haya sido montado por los mismos que lo denuncian, es posible.

Ónega sí que da pena, pena porque haya escrito esto. ¿Es esto el centrismo, no acusar ni a unos ni a otros, sino a todos y a nadie?  Quiero clavar en el lomo del periodista gallego las primeras frases de la columna de Raúl del Pozo (El Mundo) sobre Pujol:

Cuánto mandó en España el pequeño virrey que compareció en el juzgado con su mujer y sus hijos para dar cuenta de su inmensa fortuna. Los presidentes españoles tenían que mostrar sumisión al pasmarote, igual que los reyes del pasado juraron de rodillas los fueros ante las Cortes, un poco antes de que los escritores barrocos calificaran a los políticos catalanes como aborto monstruoso de la política que con el oro hacían plomo.

Amigo lector: ¿quiere saber por qué Jordi Pujol tuvo tan buena fama en Madrid, por qué el ‘ABC verdadero’ de Luis María Anson le nombró Español del Año, por qué la corrupción de CiU no aparecía en la prensa? La columna de Ónega se lo explica.

PODEMOS, DE LA PANA SOCIALISTA A LA CAMISERÍA DE ALCAMPO

Y ahora un poco de Podemos. Tanto Ignacio Camacho (ABC) como Arcadi Espada (El Mundo) coinciden en que la corrupción de Juan Carlos Billetero y las excusas con que el aparato de Podemos trata de disculparla revelan que este nuevo partido es igual que los viejos.

En ‘La lupa’ Camacho escribe que los hinchas de Podemos militan en una secta.

El mimado protagonismo de las televisiones maumau ha inoculado en los dirigentes del partido de moda una arrogancia de intocables, una altanería mesiánica que les ha llevado a descuidar la retaguardia. Acostumbrados a actuar de comentaristas estrella se han llegado a creer que el cielo del poder se puede asaltar en las tertulias y no han visto los campos de minas ni las alambradas de espino que protegen el recinto sagrado del sistema. Detrás de los pantuflos les esperaba un pelotón de gurkas.

También han sido previsibles en la respuesta: han cerrado filas tirando del manual conspiranoico del victimismo, exactamente igual que sus denostados adversarios. Les va a servir en cierta medida porque la clientela política española es en gran parte impermeable a los hechos objetivos. Para muchos de sus simpatizantes, las evidencias rebotan contra una coraza de sectarismo. Si millones de votantes socialistas son refractarios al escándalo de los ERE, si otros tantos electores del PP se muestran indiferentes a los manejos de Bárcenas, si el pujolismo envuelve sus mangancias en la bandera del orgullo nacionalista, poco puede tener de extraño que los devotos de la nueva mitología populista se enroquen ante las recién descubiertas miserias de sus héroes.

Podemos es un fenómeno de sugestión emocional en el que muchos ciudadanos creen como en una mística. Esos permanecerán blindados en su convicción de ruptura, pero para el resto empieza a quedar claro que se trata de un partido corriente, menos desgastado por reciente pero tan expuesto como los otros al postureo, la ambición y la mediocridad.

Para Espada ésta es una ocasión para que Podemos haga política de verdad. Comienza ‘El partido de la gente buena’ con una imagen divertidísima: «la pana socialista del 82 se ha transmutado en la camisería Alcampo».

Toda la incursión mediática y política de sus dirigentes ha estado basada en un axioma: nosotros somos una gente distinta. Sus ideas han ido evolucionando desde una excentricidad más o menos cómica, y ahora ya están sólidamente preparadas para incrustrarse en las de la socialdemocracia más convencional. Tan convencional que han incluido la rutinaria distinción por el atuendo: la pana socialista del 82 se ha transmutado en la camisería Alcampo. O sea que la risible superioridad moral que estas gentes exhiben en cualquiera de los muchos platós donde les dejan explayarse gratuitamente no ha podido fundarse ni en su seda indumentaria ni en la calidad de sus ideas. Su jocunda prepotencia se funda, repito, en que han logrado construir el partido de la gente buena. Así lo pregonan.

Ha sido instructivo ver cómo su defensa ante lo irremediable ha adoptado la clásica retórica banal del y tú mas; cómo se han escandalizado, cual damiselas hipocritonas, cuando en el país de Bárcenas y Pujol alguien podía fijarse en los términos incumplidos de una beca o en el dopaje de un currículum. Una sobreactuación que finge desconocer la similitud de naturaleza entre el tramposo y el criminal: muchos ya querrían ser delincuentes fiscales; pero se han de conformar con la falta.

Por lo demás, esta humanización forzosa de los muchachos de Podéis puede ser benéfica: liberados de la tiranía de la pose, tal vez puedan dedicarse ahora a trabajar y a materializar alguna idea que acabe haciéndoles realmente distintos y útiles.

Ignacio Ruiz Quintano (ABC) compara a Monedero con el pequeño Nicolás, unidos ambos en la obsesión por el ‘selfie’ con personas mayores y más sabias y ricas que ellos.

En España el dilema es dejarnos fascinar por los emprendedores, como el jovezno Nicolás y su colección de «selfies» con Arturo, o dejarnos fascinar por los filósofos, como el viejuno Monedero y su colección de selfies con Habermas.

«Potencia mundial Habermas», escribió para su 80 cumpleaños el periódico «Zeit», cosa que aquí (falta de valor) aún no se ha escrito de Arturo.

Monedero y Nicolás son la variante española de la corneja de Horacio, famosa por su simpática afición a adornarse con plumas ajenas.

En las empresas no reconocen a Nicolás y en las universidades no reconocen a Monedero, pero los dos dan el pego, y el dar es el fundamento de la economía del prestigio.

SÓLO CASADO RECUERDA AL MILITAR MUERTO EN EL LÍBANO

La muerte (asesinato dirían otros) del militar español Francisco Javeir Soria en el Líbano apenas interesa a los columnistas.

Antonio Casado (ElConfidencial.com) acusa sin vacilación a Israel.

Se nos hace muy cuesta arriba conformarnos con la tesis inicial de Moncloa, que habla de «accidente». Usó esa palabra el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. Luego la retiró, aunque dice que aún es pronto para presentar una queja ante el Gobierno de Tel Aviv.

Quienes hemos denunciado tan reiterada como inútilmente la desproporción de las respuestas israelíes a los ocasionales ataques exteriores (digo ocasionales porque desde la guerra de 1973 no hay en su perímetro de seguridad ninguna fuerza capaz de medirse a la poderosa máquina militar de Israel) tal vez tengamos un mayor eco en esta ocasión. O no.

El almirante Ángel Tafalla escribe en La Razón la típica columna pedida a toda prisa desde las redacciones para acompañar una noticia. Espero que no lamente haberla escrito. ‘Apretar los labios y resistir’ se titula.

Hay que aguantar. (…) El cabo Soria, como otros antes que él -para mí- no ha muerto en vano, sino formando parte de un intento español y colectivo para dar una oportunidad a la paz en Oriente Medio. Aunque este sacrificio no puede ser perpetuo, no es este el momento de cuestionar porque estamos en UNIFIL. Estamos allí porque otros pueblos menos afortunados que nosotros no tienen la seguridad que al parecer de algunos recibimos gratis aquí en España. Para que tengan alguna esperanza.

Es pues la hora de apretar los labios y aguantar. Descanse en paz nuestro soldado.

Alucinante. La mejor muestra de esa frase popular de «el muerto al hoyo y el vivo al chollo».

El premio a la columna ridícula se lo dio a la tribuna de Ramón Jaúregui (El País). El martes 27, el sociólogo de la Complutense (¡cómo no!) Ignacio Urquizu sostenía que los males de la socialdemocracia provenían de que había despertado de su sueño: «el problema de la izquierda mayoritaria es que ha dejado de soñar». Hoy Jaúregui suelta una perogrullada parecida y encima igual de cursi. En su tribuna ‘Partido de país’, reivindica los Gobiernos de Zapatero, de los que formó parte.

No explicar ni defender la gestión de los Gobiernos socialistas, ha sido nuestro principal error estos últimos años.

Y concluye con una frase que me provoca la carcajada:

El momento que atravesamos -como partido y como país- no admite divisiones ni dudas de nosotros mismos. Solo podremos ser la alternativa al PP en otoño de 2015, si el partido es lo que siempre fue: una comunidad de ideas, orgullosa de su historia, y unida por el afecto y por la ambición irrenunciable de hacer progresar a los que menos tienen.

Los que menos tienen… Ante la lágrima socialdemócrata, los hechos. Andalucía, la región con un millón de parados y más fracaso escolar; Narcís Serra, procesado por corrupción en CaixaCatalunya; Alfonso Guerra, 37 años de diputado; el sindicalista minero Ignacio Fernández Villa y su millón largo de euros…

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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