OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Ignacio Camacho: «Pablo Iglesias instruyó en los entresijos de las tertulias de tele a Alberto Garzón»

Losantos avisa de que "el PSOE de los ERE cabe en la corrupción caribeña de Podemos" para formar una alianza

Ruiz Quintano asegura que a Pablemos le vota gente que no ha tenido una radial en la mano

Lo primero que me llama la atención este 6 de febrero de 2015 de la opinión publicada es la distribución de la primera página de tribunas de El País. ¡Qué equilibrio ha logrado Antonio Caño!

Tribuna del sociólogo Enrique Gil Calvo, otro producto de la Complutense, explicando que la crisis del régimen de la Transición se debe a «la permanente confrontación entre los miembros de la coalición dominante», vamos a la crispación, y en concreto (¡qué original!) a José María Aznar y a Julio Anguita. Tribuna del economista Santiago Carbó justificando que el BCE rechace el plan de la izquierda griega. Y para calmar a la parroquia progre que se está pasando a Podemos, viñeta de Forges donde la culpa de todo es de Uropa.

Sí, la encuesta del CIS se sigue atragantando a los columnistas, que describen un futuro tan siniestro que me meten ganas de dejar el café y el tabaco subsaharianos y volverme a la cama.

Raúl del Pozo (El Mundo) asegura que el Ibex, que entre tanta metáfora y tanta cita de la mitología griega no sé si es el primo de Hades o una especie de sátiro, ya no quiere destituir a Mariano Rajoy. Queda por saber si alguna vez Alierta y Botín pensaron en tirar al gallego por la ventana…

Mariano Rajoy ha acabado con sus disidentes sin ruido; todos vienen a pedir un puesto en las listas por caridad después de que el jefe haya tirado a las alcantarillas aquel puñal del godo con el que se apuñalaban las familias. El PP ensaya los pasos de la gran coalición. Su candidato en Andalucía, Juanma Bonilla, echará una mano a Susana para que pueda gobernar y en mayo, cuando Madrid sea un torbellino, intentará formar una imposible mayoría con los restos del naufragio.

Mariano se consolida como el último refugio de los moderados y los cagones. El Ibex, que en principio apostaba por el ‘spaghetti western’ de las dos damas, porque no creía que Mariano pudiera ganar ni impedir que llegaran los rojos, ahora traga una segunda legislatura del actual presidente.

RAÚL DEL POZO: EL IBEX YA NO CONSPIRA CONTRA RAJOY

Federico Jiménez Losantos (El Mundo) también habla en su columna de «poderes fácticos».

Por más condimentos que le haya echado este Gobierno a la última encuesta del CIS, por mucho que haya cargado la mano al ascenso de Podemos y a la caída del PSOE, lo cierto es que la tendencia que marca es realmente terrorífica.

Los mismos poderes fácticos que ahora arropan y ensalzan a Susana Díaz, los mismos medios que nos la presentan como el bálsamo de Fierabrás para salvar el sistema bipartidista la empujarán a los brazos de Pablo Iglesias para «moderarlo».

Y se atreve a dar una receta para salvarnos: la unión de Ciudadanos y UPYD.

Al rajoyismo, mezcla de perfidia y cobardía que no se veía en España desde Fernando VII, le parece que sacar ciento diez escaños estaría muy bien; y que salvaría lo esencial del sistema, que es, naturalmente, su sueldo. No ven que el PSOE de los ERE cabe en la corrupción caribeña de Podemos; lo que no cabe es la democracia liberal y la idea nacional española. El problema esencial de Podemos es que le sobran la libertad y la nación. El problema del PP de Rajoy -y de todos los españoles- es que le importan un bledo. En cuanto a Ciudadanos y UPyD, si no se unen, serán cadáveres vírgenes. El de Ciudadanos, guapo. El de UPyD, ni eso.

Cristina Losada (Libertaddigital.com) defiende la Transición:

Por más que hoy sea frecuente despreciarlos por tontos o acojonados, y esto último en España es peor, los hombres y mujeres que echaron los cimientos de nuestro sistema político sabían un par de cosas y no ignoraban del todo la historia de su país. Se trataba, por supuesto, de tipos muy aburridos, que consideraban que hacer y deshacer Constituciones, del mismo modo que echar y traer reyes, eran ejercicios que ya se habían hecho de sobra en la España del XIX, y que no convenía repetir a la primera de cambio. De ahí esos blindajes parciales, pero sólidos, que establecieron para la reforma de la de 1978, y que tanto molestan a esos chicos tan graciosos y televisivos de ahora, que ven ahí un «candado» que limita la voluntad del pueblo soberano y básicamente la suya propia.

Pero añade que quizás una parte muy amplia de los españoles ha decidido hundir el templo, aunque sea con ellos dentro.

Si un electorado decide apuntarse masivamente a hacer tabla rasa, no habrá nada que hacer. No hay sistema ni defensas que protejan frente a tales arrebatos. Ni marcha atrás.

Ignacio Ruiz Quintano (ABC) escribe la mejor columna y la más divertida del día, y lo hace sobre el votante típico de Podemos que él conoce: gente privilegiada y aburrida.

¿Quién es y dónde se encuentra el votante de Podemos? Los que yo conozco son o funcionarios o millonarios (socialismo Benarroch) o, mezcla, bien mirado, de los dos, o sea, estudiantes, gente, en cualquier caso, que no ha tenido en su vida una radial en las manos, y se encuentran en el barrio de Salamanca, que es el barrio que Willy Toledo no se atreve a pisar… por si se encuentra con Almodóvar, que no sale de él, y le pone a cavar cunetas en su próxima película.

Sé de esnobs de la Milla de Oro, con pisos de seis mil euros mensuales e hijos universitarios en Londres y París («las universidades españolas son infumables»), que votarán a estos charlatanes de Facultad que dan la chapa complutense en el parnasillo de Berlusconi y que nos prometen un país tan gamberro como Grecia.

Y después de las sonrisas, a diferencia de Losantos y Losada, cree que la misión de Pablemos es recauchutar el régimen.

Nadie se ha parado a pensar que quizás la sociedad española se merezca a Pablemos, ese señor cargado de espaldas (el peso de la púrpura) que va tan de prisa (lo que Marx llamaba la aceleración del proceso histórico, me recuerda un amigo) con el cuento de la «casta», cuando él ya ha hecho suyos los dos rasgos distintivos de la «casta»: el sistema de listas y la nómina del Estado.

Al final, si tenemos en cuenta que el enemigo del sistema es la abstención, Pablemos viene a apuntalar el sistema con esos votantes suyos que por aburrimiento, al que tan propensos son el funcionario, el millonario y el estudiante, habían dejado de votar.

Llega una época («¡perezosísima!») en que vamos a ser todavía más fachas de obra y todavía más progres de palabra.

En cambio, Pablo Sebastián (Republica.com) me deja pasmado, pero pasmado de verdad, se lo juro, amigo lector, al leer sus dos columnas, la que firma con su nombre y la que firma como Marcello, que son de apoyo entusiasta al Coletas, y en mayor intensidad que las de Raúl del Pozo cuando quería ser el biógrafo del Enviado.

Con su nombre, exige a Mario Draghi y a Angela Merkel que dejen de acogotar a los giregos y hasta amenaza con un boicoteo a los productos alemanes:

que se ande Merkel con cuidado porque está empezando a provocar en su contra y en contra de Alemania una oleada, no solo griega sino europea, de creciente animadversión. Porque está claro que la canciller se equivocó con las recetas de austeridad contra una crisis que ha durado demasiado, y que en definitiva está en el origen del triunfo de Tsyriza en Atenas y también del ascenso de Podemos en España. No vaya a ser que en toda la UE se corra la voz de ‘no compres productos alemanes’ para que Merkel oiga el sentir de millones de ciudadanos de la Unión.

Y como Marcello le sugiere a Felipe VI que reciba a Pablo Iglesias en Palacio, porque es el líder de la oposición.

La última encuesta del CIS sobre intención de voto ha nominado a Pablo Iglesias como ‘virtual’ líder de la Oposición, tal y como lo reconocen el PP y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en sus últimos discursos. Y si esto es así y además sabemos, como lo confirmó Pablo Iglesias en La Sexta TV, que el dirigente de Podemos ha solicitado audiencia al rey Felipe VI y todavía no ha tenido respuesta, preguntamos: ¿a qué espera el Palacio de La Zarzuela para convocar esa audiencia?

Para azuzar al rey, Marcello saca a pasear al fantasma de Alfonso XIII.

No lo sabemos, pero mucho nos tememos que alguien en ese Palacio se está equivocando, como en su día se equivocó su bisabuelo Alfonso XIII, demostrando por otra parte que confunden el organigrama oficial con la realidad del país. Máxime cuando el propio Iglesias y Podemos ha hecho alarde de una gran prudencia con respecto a la institución monárquica.

Junto a los Marhuenda y Pérez-Maura, el Regimiento del Rey ya tiene mascota: Marcello. Luis María Anson, te van a quitar la plaza de periodista cortesano.

NARVÁEZ ADVIERTE DE QUE EL CINE YA HA ABANDONADO AL PSOE

Y las columnas sobre Podemos continúan con el culebrón de Tania Sánchez abandonado Izquierda Unida. En ‘Tamia y Pablo, ¡que se besen!, ¡que se besen!’ le aflora a Antonio Casado (ElConfidencial.com) el enfado con los Reyes Rojos de la izquierda que se es´tan merendando a su PSOE.

El episodio, dicho sea de paso, también nos deja prueba renovada de que sigue funcionando de maravilla una de las tres grandes líneas de actuación en la estrategia de Podemos. Consiste en quitarle dirigentes a Izquierda Unida. Como el poder al PP, la segunda. Y los votos al PSOE, la tercera. De momento, todo le va saliendo, aunque corre el riesgo de cargarse la doctrina Mafalda: «Conocerme es quererme». No sé, no sé.

A Florencio Domínguez (La Vanguardia) le asombra que Izquierda Unida, que superó la lista de Podemos en las elecciones europeas, esté siendo devorada por los profesores de la Complu y explica los errores que ha cometido.

En las pasadas elecciones al Parlamento Europeo Izquierda Unida obtuvo los segundos mejores resultados de su historia en este tipo de comicios: un millón y medio de votos que representan el 10% de los sufragios y seis escaños. (…) El ascenso de Podemos, sin embargo, que obtuvo 300.000 votos menos que IU y cinco escaños, hundió la moral de los dirigentes de la formación que lideraba Cayo Lara. Salieron de las urnas europeas con una sensación de derrota

En lugar de ratificar el proyecto político propio y buscar la forma de reforzarlo, el desconcierto de los dirigentes de Izquierda Unida les llevó a la entrega del poder interno al diputado Alberto Garzón, representante del sector proclive a entenderse con Podemos. Con esa decisión se transmitió el mensaje de que el futuro de la izquierda pasaba de forma inevitable por el partido de Iglesias y no por el de Cayo Lara.

Ocurre que Podemos no parece dispuesto a negociar de igual a igual, que quiere una absorción incondicional de los votantes y si acaso de los cuadros, pero de uno en uno y sin reconocer la antigüedad en la plantilla. El partido de Iglesias no parece buscar socios, sólo prisioneros.

Ante la agonía de IU, Fernando Vallespín trata de dar ánimos al PSOE en El País:

Se dice que Podemos tiene su punto débil en que no concreta su programa, que es percibido todavía como ubicado demasiado a la izquierda, o que su argumentario irá perdiendo frescura y eficacia con el paso del tiempo. En fin, que es más galgo que mastín y, como dice el refrán, si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo. Puede ser, pero lo cierto es que aquí hay solo hay un mastín, el PP, encantado de que otros persigan al galgo mientras él va manteniendo su trote tirando por el camino de la recuperación económica.

Todas las miradas se vuelven de nuevo hacia el PSOE, que no sabe a cuál de ellos perseguir cuando lo que debería de hacer es fijarse su propio rumbo, librarse del pánico a la pasokización o a verse reducido a partido bisagra, y apostar al fin por señas de identidad propias. Todo menos dejar traslucir su miedo y desconcierto. La carrera acaba de empezar y solo llegarán bien a la meta quienes controlen el temblor de piernas.

Falta les hace a los socialistas esas píldoras de ánimos, porque, como escribe Pedro Narváez en La Razón, han perdido hasta a los cineastas subvencionados.

La noticia llega en vísperas de la catarsis de los Goya, ese sacrificio anual en el que el coro del cine repite el ditirambo contra el Gobierno del PP, que a pesar de sus defectos al menos ha tenido la decencia de contarnos como a adultos la verdad de las cuentas de Europa. El cine era muy del PSOE, pero el ala radical de sus cabecillas ideológicos ya peina coleta en cabeza ajena, aunque de la política cultural de Podemos sólo se conoce «Juego de Tronos». Las televisiones privadas y no las subvenciones han conseguido su mejor taquilla. El sindicato de Podemos mueve fichas para «hackear» la gala. Iglesias no está invitado. Que llamen a Draghi y les cuente de qué va la película en la alfombra roja de los armanis prestados.

Ignacio Camacho (ABC) recuerda uno de los episodios estelares de la histuoria de la humanidad progresista, que diría Stefan Zweig, cuando Alberto conoció a Pablo.

La primera vez que el malagueño Alberto Garzón fue a participar en un debate de TVE, como activista destacado del 15-M, le enviaron desde Izquierda Unida -¿o fue el PCE?- a un militante que le recogiese en Atocha y le instruyera en los entresijos de las tertulias de tele. Se llamaba Pablo Iglesias. Hicieron buenas migas desde entonces y hoy es el día en que aún no saben si van a competir en candidaturas distintas o el primero tendrá que subsumirse en el creciente magma de popularidad de su antiguo cicerone.

Tras el éxito de la nueva plataforma, la estrategia ha cambiado: se trata de liquidar la coalición, desarmarla y descarrilarla en la marginalidad electoral tras quedarse con sus cuadros dirigentes. Iglesias juega a lo grande: quiere los votos del PSOE y la estructura de Izquierda Unida. Y está en camino de lograrlo.

Y como Madrid va a ser rel campo de Agramante de la nueva izquierda, reclama a Rajoy que escoja ya a los candidatos del PP.

Pero esta operación no es una pequeña intriga partidista. Al fondo hay un plan estratégico para formar una fuerza de choque con capacidad de desbordar al PSOE y tomar el bastión más potente de la derecha española. Esa candidatura unitaria radical puede gobernar y plantar la bandera de la ruptura en la Puerta del Sol, su espacio simbólico más querido, su emblemática Jerusalén republicana. En Madrid, sí, ese feudo político crucial donde Mariano Rajoy aún no considera necesario revelar a quién va a encargar la misión de defender la ciudadela.

QUIZÁS EL CASTIGO A GRECIA ESCARMIENTE A LOS VOTANTES

Pero quizás la salvación nos venga a los españoles de esa Europa que ahora tanto les molesta cuando antes llamaban facha al que se atrevía a dudar de los beneficios del euro o del desarme arancelario.

Así lo expresa Santiago González (El Mundo):

Para evitar el desastre sólo podemos confiar en Syriza. Atentos y miren a Grecia.

Jorge Bustos (El Mundo) pone en duda la virilidad de Varufakis, lo que le vendrá bien al guapo Sánchez.

Los cartesianos de Merkel defienden una postura tan razonable que se hace imposible discutirles el mando de la plaza euro: ellos trabajaron, crecieron, acumularon, prestaron y exigen la devolución de lo prestado.

Frente al muro de la razón pura, Varufakis apela a la emoción, al argumento empático con un ribete de impertinencia: «Ninguna otra nación puede comprender la situación en Grecia mejor que Alemania». Como diciendo: ahí está Amanecer Dorado; si mi país se nazifica la culpa será de Berlín, como entonces. De este modo escasamente sutil, Varufakis, contra lo que predica su aplaudida virilidad de estibador financiero -las 50 sombras (en el balance) de Yanis-, esgrime el chantaje moral del victimismo, lo que tiene muy poco de varonil.

El citado Carbó en El País se opone a dar palmaditas a los griegos. A ver qué dicen Forges, Almudena Grandes y Rosa Montero.

Europa no puede aceptar esta suerte de autocondicionalidad que Grecia quiere imponer. Estamos en un punto en el que los planes de reforma son los que atraen a los inversores. Son el único sinónimo de credibilidad y sostenibilidad. Y son los que legitiman para exigir a Europa no ya una solución para una deuda que es una losa exageradamente pesada sino para ir más allá. Para recabar auténtica solidaridad sin contraprestación que alivie los problemas sociales más agudos.

También José María Marco (La Razón) confia en Alemania más que en la sensatez del pueblo español.

El Banco Europeo y los alemanes, por su parte, no parecen dispuestos a aceptar el envite. Se atribuirá el gesto al egoísmo de la Europa norteña (a la que España pertenece por naturaleza, dicho sea de paso). También se puede atribuir a la seguridad de que seguir con las trampas, es decir, seguir financiando con deuda la negativa a hacer reformas que permitan el crecimiento, no es bueno para nadie. Ni es bueno para los griegos, que verán cómo, tras un tiempo muy breve, porque ya todo va muy deprisa, la situación volverá a deteriorarse. Ni será bueno para el resto de los países europeos, que habrán visto cómo se premia, en nombre de una estabilidad momentánea, una política que impide el crecimiento.

EL MIEDO DE GIBRALTAR Y LOS CIPAYOS ESPAÑOLES

Y me despido con la columna de José María Carrascal (ABC), que comenta la visita del colonial Fabián Picardo a Madrid, donde le arroparon varios políticos socialistas y separatistas, así como un par de periodistas.

¿Qué trajo a Fabián Picardo a Madrid? El miedo. No a España, sino al Reino Unido, que puede salir de la Unión Europea, dejándolos descolgados. Tal es su pánico que han creado una comisión para estudiar el efecto que tal salida causaría en Gibraltar y sopesan adherirse al Tratado de Schengen, que elimina las fronteras en Europa. Pero eso significaría aceptar la normativa fiscal europea y, entonces, ¿cómo iban a mantener su nivel de vida, uno de los más altos del mundo? Así que a mentir, el mejor remedio contra el miedo.

Me quedan unas líneas para agradecer al orador que nos permitiera conocer a quienes, acudiendo a oírle, aplauden que haya una colonia al sur de España: diez políticos nacional-separatistas y dos periodistas, quemados la mayoría.

Qué pena que Carrascal no dé los nombres de esos periodistas felones.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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