OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Jiménez Losantos: «Pedro Sánchez no tiene fuerza para echar también por corrupción a Susana Díaz»

Antonio Lucas le reprocha a Sánchez que se haya puesto "braveheart" con Madrid y no con el "hondo sur" andaluz

Raúl del Pozo alaba a su amigo Antonio Carmona por haber acudido a solidarizarse con Gómez

He escrito varias veces que a los periodistas les gusta una guerra o unas elecciones más que un caramelo para dárselas de enterados o de analistos (sí, analistos). Todos, pero todos, los columnistas, incluso a los que no les tocaba opinar en la prensa de papel, se presentan voluntarios para participar en el bombardeo.

Pero como decía ese gran pensador político que era Vito Corleone, «el bien no hace ruido y el ruido no hace bien». Y hay tanto griterío en el peristilo que sólo puedo aguantarlo con café subsahariano. Más interesante que muchas columnas es un reportaje de Guillermo López en los blogs de El País sobre las once grandes obras españolas más caras que mandar una nave a Marte, entre las que figura el tranvía de Parla, aunque la más cara para los contribuyentes es la Ciudad de la Artes y las Ciencias de Valencia.

El periódico progresista aparentemente dirigido por Antonio Caño no sólo apoya la destitución de Tomás Gómez en su página editorial, sino que añade como martillazo en el último clavo del ataúd de Fostiatus una repentina encuesta de Metroscopia a 800 personas que sitúa al nuevo PSOE, sin candidato, como partido más votado en la Comunidad de Madrid, por delante de Podemos y del PP. Además, el 46% de los votantes del PSOE aprueban la destitución frente un 18% que la desaprueba. ¡para que los popes de El País, como José María Izquierdo, se rían de las encuestas que hace la «chistosa NC Report» de La Razón!

LOS TÓPICOS VIAJAN EN TRANVÍA

La mayoría de los columnistas se queda en la superficie: que Gómez cae por las sospechas de corrupción en el tranvía de Parla. Alguno, inasequibles al ridículo, se empeña en hacer juegos con la obra de Tennessee Williams y la película de Elia Kazan.

Josep María Brunet (La Vanguardia):

El tranvía, en suma, se convirtió en un motivo de preocupación y de discordia. Tomás Gómez siempre mostró tranquilidad sobre las investigaciones, pero en otros ámbitos del partido existía inquietud. Un conflicto, en suma, a la altura de los dramas de Tennessee Williams, tan cercano siempre a los perdedores.

Isabel San Sebastián (ABC):

Dicen, quienes conocen de primera mano los entresijos del drama, que el desenlace fatal se rumiaba desde hacía tiempo, aunque podría haberse precipitado ante la certeza de una imputación por el caso del tranvía de Parla materializada contra Gómez en plenas vísperas electorales, es decir, en el peor momento.

José Oneto (Republica.com):

El conflicto Gómez ha estallado porque el dirigente madrileño no ha dado una explicación sin ninguna sombra de dudas sobre los hechos investigados por el sobrecoste del tranvía de Parla, un sobrecoste de cuarenta y un millones de euros que ha comenzado a investigar la Fiscalía Anticorrupción.

Ignacio Camacho (ABC):

Ya resultaba extravagante que Tomás Gómez continuase siendo el candidato sin el respaldo de la dirección ni de las encuestas, investigado por la justicia y atropellado por la sombra de un carísimo tranvía fantasma: una apuesta quemada de inicio, un chicharro político.

Abel Hernández (La Razón):

No sé si Madrid es «la ciudad de los prodigios», como dijo Alejandro Dumas, padre, o «una extraña mezcla de Navalcarnero y Kansas City poblada por subsecretarios», según Camilo J. Cela; pero la capital del Reino y su superpoblado entorno comunitario no dejan a nadie indiferente. Y menos que a nadie, a los políticos. Aquí se dan las grandes batallas desde siempre. Vuelve a resonar ahora mismo en la orillas del Manzanares, aprendiz de río, el grito rojo de «¡No pasarán!», y en la Puerta del Sol hay otra vez un revuelo de banderas republicanas como aquel turbulento día de abril. Todo el mundo comprende que el que en primavera gane Madrid, «rompeolas de todas las Españas», tiene mucho adelantado para dominar España en otoño, cuando la caída de la hoja.

LANDALUCE, DESLUMBRADA CON LA MUSCULATURA DE TOMÁS

Emilia Landaluce (El Mundo) se cree llamada a opinar con informaciones sobre la pasión por el gimnasio de Gómez. Una columna muy adecuada para acompañar el estreno de la película 50 sombras de Grey.

El silencio es un cuerpo de piedra. No es el caso de Tomás Gómez, que en 2010 presumía de tener un 5% de grasa corporal. ¡Algo más que una comisión de los Pujol y menos que el sobrecoste (40%) del tranvía de Parla! Si las piedras hablaran..

Los narcisos del campo se desmayan sobre la hierba. Los narcisos de gimnasio se estrellan contra el espejo y la propia exigencia. Gómez cincelaba su cuerpo de piedra con la precisión de un Miguel Ángel de cinturón rojo: 87 kilos repartidos en 185 centímetros de ideas propias. Férreas. Un popeye que aspiraba a quedarse en pope.

Fernando Ónega (La Vanguardia) me deja pasmado al afirmar que es posible que en el aparato del PSOE haya una rebelión contra la decisión de Sánchez.

Puede que la comisión federal de listas ratifique a Gómez, con lo cual se acabó la autoridad de Pedro Sánchez. Puede que Susana Díaz, la poderosa presidenta andaluza, se ponga a favor del relevado. Puede que haya un movimiento de solidaridad con él, empezando por el aspirante a la alcaldía de Madrid. Y puede que el sector crítico de Sánchez, desde Eduardo Madina hasta Zapatero, aproveche el suceso para tumbar al líder. Todo eso metería al Partido Socialista, si no lo ha metido ya, en un lío descomunal. El segundo partido de España, con permiso de Podemos, está entre la apoteosis de un líder sorprendente y la amenaza de desintegración.

¿Es que todavía no hemos aprendido que en los partidos españoles no hay resistencia a las órdenes superiores?

Entre tantas perogrulladas destaca la frase genial de Marcello (Republica.com), que es para enmarcar y arrojársela muchos opinadores:

¿Qué va a pasar? Eso nadie lo sabe en Madrid, ni en toda España.

Pues si no lo sabes, perrito simpático, ¿para qué escribes y por qué te dan huesos?

No puede faltar la tesis conspiranoica con el villano más habitual de la política española.

Mayte Alcaraz (ABC) tira de agenda o de cuaderno de notas y señala que detrás está la mano de Rubalcaba. ¡Qué boda sin la tía Juana!

Hay incluso quien señala a Rubalcaba y a sus terminales mediáticas como urdidores del cataclismo. Las mismas fuentes aluden a que el exministro de Interior «podría haber trasladado a la cúpula socialista alguna información que sitúa a Gómez al borde de la imputación». Muy gráfico, un barón lo califica como «la última factura de Alfredo a Tomás».

ARCADI ESPADA SE ENCARA CON «LA JAURÍA»

Tengo que rebuscar mucho y pasearme por Internet para encontrar pensamientos que merezcan la pena.

Arcadi Espada (El Mundo) se centra en el tranvía, pero a esta moneda gastada le da brillo con un enfoque respetable: el triunfo del populismo.

El populismo rampante, que ya es el primer problema de España (lo vean o no los españoles, que son un poco lerdos y aún señalan que ETA es un problema más grave que las drogas para la vida patria), ha llegado a exigir que cualquier imputado no forme parte de la listas electorales, aunque con la excepción, por supuesto, del presidente Artur Mas, que es un imputado de tipo político y no se mezcla con corrupciones de orden menor.

La gran aportación del joven Sánchez a la política consiste, justamente, en la formulación del tercer paso. Ni procesamiento ni imputación: basta el rumor. Es decir, el venticello de la calumnia, «un’auretta assai gentile (…) si propaga, si raddoppia e produce una esplosione come un colpo di cannone». Desconozco absolutamente la relación de Gómez con el tranvía de Parla, pero es evidente que no consta una acusación razonada y formal. Y desde luego me impresiona poco la posibilidad de que el joven Sánchez disponga de una información más o menos secreta que implicara a Gómez: porque si así fuera, su única obligación sería llevarla al juzgado más cercano y solo luego tomar decisiones políticas radicales sobre el implicado.

Sí. Hay algo que va tres pasos por delante de la legalidad y es la jauría.

La misma idea tiene Gabriel Albiac (ABC):

En España se han ido quebrando todas las fes, todas las convicciones en los representantes políticos. En los años ochenta, la estafa del tranvía de Parla hubiera sido percibida por el ciudadano como lo normal en los gobernantes. Y, si a alguien se le hubiera ocurrido protestar, se le habría llamado terrorista y se acabó el problema. Era un mundo de creyentes. El de ahora, es un mundo de estafados que han dejado de creer en nada. Y que sólo aguardan el momento de vengarse. Y que son tan irracionales en el rencor cuanto lo fueron en la servidumbre. El ascenso de los populistas no podría entenderse sin eso. Ni tampoco el fratricidio cruel al que están abocados todos los partidos. Y que, en el límite, no es mucho más que el juego del trampolín pirata.

Hay que dar espectáculo a los enfurecidos, a los justamente enfurecidos. No justicia: espectáculo. Se elige al más corrupto, o en su defecto al más tonto, y se le hace avanzar sobre la tabla que de la borda conduce al vacío. Abajo hay mar abierta y tiburones. ¡Allá va Tomás Gómez! Los espectadores rugen. De gusto y de alivio. Pero el placer es breve. La tabla sigue allí, oscilando, una vez que al primer paseante se lo zampó el escualo más veloz. Seguirán otros.

Enredado en metáforas y citas de la infancia y el cine adolescente, Antonio Lucas (El Mundo) apunta a Susana Díaz como destinataria de la cabeza de Gómez.

Aún no está claro si Pedro Sánchez ha lanzado una bomba atómica por dentro del PSOE o se ha empotrado él mismo en Ferraz con dos de butano en el maletero del coche. A tres meses de las elecciones propone dejar a los socialistas fuera de juego en Madrid abriendo un butrón inesperado por el que echar de puntapié a Tomás Gómez, enredado en la trama tranviaria de su pueblo, de la que todo se sospecha pero poco aún se sabe. Las amistades largas, como los amores cortos, terminan así. El golpe de autoridad de Pedro Sánchez puede quedar en una zarzuela folclórica como a Gómez (ayatolá de sí mismo) le dé por acantonarse en las tertulias, que es donde se está haciendo últimamente la política verité.

Pedro Sánchez acaba de lanzar una bengala loca a Andalucía. Para los presuntos por corrupción, para los sospechosos, para los imputados, para los sisleros, guillotina. Este es el mensaje, aunque peraltado a destiempo. Susana Díaz tiene una pasarela abierta en los juzgados: Chaves, Griñán y una espesa manteca de pringaos que han saqueado en batería. Pero en el hondo sur no han cortado cabezas. Aquello es una congregación milenaria de intereses y fanatismos. Así que Sánchez se ha puesto braveheart por su cuenta abriendo la última vía de agua en el casco del partido.

Jiménez Losantos da su opinión en esRadio sin aguantarse la risa y también se pregunta por qué Sánchez no destituye a Díaz, la jefa de la sección más corrupta del socialismo español.

¿Esto tiene explicación? Claro que tiene explicación. ¿Es por la corrupción? Hombre, si es por la currupción tendría que echar a Susana Díaz, el problema es que no tiene fuerza. Porque para corrupción, el PSOE andaluz. Lo más corrupto de España después de Cataluña es Andalucía.

Cristina Losada (Libertaddigital.com) protesta porque, de nuevo, el PSOE, con la ayuda de El País, se cepilla a un dirigente escogido en primarias por la base.

Esto de la democracia interna es fantástico. Como acaba de mostrar el PSOE, que se autoproclamó ejemplar en la tarea de la democratización partidaria, un dirigente puede entrar por la puerta grande de las primarias, aunque sean de pega, y salir por la ventana de una buena patada de la dirección central. La lección para imberbes es impagable. El invento de las primarias está muy bien cuando sale bien, vaya obviedad, pero cuando sale mal no hay nada como el viejo procedimiento de siempre para desfazer el entuerto de las bases.

En la columna de Raúl del Pozo (El Mundo) veo una mancha que no ha dejado la ceniza de mi cigarrillo. Me parece que es una lágrima del bueno de Raúl, que llora por su amigo Antonio Carmona. Como otras veces, el autor convierte su columna en un acta taquigráfica de una conversación telefónica, sea con Monedero o con Bárcenas; hoy es con Tomás Gómez.

Pedro Sánchez ha arrojado a la roca Tarpeya a uno de los pocos socialistas elegido voto a voto, para que vea Susana cómo se trata a los corruptos y para desmontar una federación que puede ser levantisca en las primarias. Pero no puede acabar con alguien porque «deteriora la imagen». Eso es más que una infamia: es un error. La destitución se basa en las investigaciones de la Udef por el sobrecoste del tranvía circular de Parla, que no rompía el cristal de la noche, aunque no iba tirado por caballos.

Ayer fue una fiesta para los que se la tenían jurada -Lissavetzky, Rubalcaba, Trini-, y ahora asistiremos a la fiesta de la venganza, porque Tomás Gómez se ha amotinado, rodeado de su Ejecutiva, con Carmona, su candidato a alcalde. Achaca su degollamiento a la debilidad del liderazgo de Pedro Sánchez

Tomás sospecha y comenta que su cese «es una construcción del PP para su desgaste, con el apoyo de un medio de comunicación». En Podemos también ven una conjura macartista. «Tomás Gómez es la bruja para quemar. Después del pacto del calamar de dos Hernandos -Rafael, del PP; Antonio, del PSOE- han encontrado la arpía para la hoguera, mientras tratan de criminalizar a los dirigentes de Podemos y salvar el bipartidismo».

De entre todos los columnistas, sólo Ignacio Ruiz Quintano (ABC) cree que Pedro Sánchez ha salido ganando en este asunto.

-Vengo a cambiar España -había dicho Snchz, que hubo de comerse las vocales para, en esta pelea de negros en un túnel que es la izquierda, no confundirse con Tania, la otra Sánchez.

De momento, ha cambiado a Gómez, que considera la decisión de Snchz… «antidemocrática». ¿Y qué tiene que ver con la democracia el sillón de Gómez? Si respetamos las palabras, ninguna organización puede ser democrática. En cuanto a los valores, esos, ay, los define, como se sabe desde Carl Schmitt, el que manda, y el que manda es Snchz, ahora Pedro el Grande.

ÁLVARO LLAMA «VIOLENCIA» A QUE LA FISCALÍA DENUNCIE A MAS

Dos columnistas catalanes me dan más risa para concluir el desayuno.

Salvador Sostres aúlla como Hulk en defensa de la fortunita de los Botín en Suiza en una columna titulada ‘Emilio sigue vivo’.

La general consternación, muy de señorita del XIX que se ha quedado embarazada de un sirviente de color, porque Emilio tuviera dinero por ahí, ha retratado una vez más la bajeza moral de la sociedad española, con mención especial para el sector periodístico. Ni uno solo de los periodistas, comentaristas, tuiteros y demás lumpen que ha puesto el grito en el cielo, ha hecho ni hará nada en su vida, por larga que sea, comparable a lo que Botín hizo por la economía española y la de todos aquellos que no pueden pagarse las cosas y necesitan constantemente que se les preste dinero.

Ni uno solo de estos grotescos personajes que insisten en la parodia del indignado porque don Emilio salvara algunos millones de la intolerable usurpación del Fisco está ni remotamente a la altura de la hoja de servicios al país en general, y a sus ciudadanos concretamente, que la familia Botín y la gran familia del Banco Santander tienen el orgullo de poder presentar.

Francesc-Marc Álvaro (La Vanguardia) sigue con sus cacerías de malos catalanes y con su adoctrinamiento victimista. Primero escoge a su blanco: un profesor que ha osado romper el discurso de que la rebelión separatista es pacífica.

El profesor Manuel Cruz, presidente de Federalistes d’Esquerres, ha escrito recientemente que, en torno al proceso catalán, hay «benevolencia de algunos de mis conciudadanos con determinadas formas de violencia blanda», lo cual, según ha añadido, le evoca algunas imágenes de las películas de Torrente, aunque unas líneas antes no puede privarse de relacionar el soberanismo con «la escena de la película Cabaret en la que un grupo de jóvenes nazis, brazo en alto, irrumpían en un merendero de montaña alpino e invitaban a todos los asistentes a cantar con ellos Tomorrow belongs to me». No perderé ni un minuto en comentar esta comparación, que se inscribe, como otras, en el intento sistemático de desfiguración y denigración de un movimiento democrático y pacífico que, como sabe perfectamente Cruz, no tiene relación alguna con la doctrina destructiva imperante en la Alemania de los años treinta.

Y luego asegura que la violencia es que el Estado actúe contra los gobernantes y funcionarios que desobedecen las leyes.

Violencia dentro del proceso es que la Fiscalía haya decidido poner querellas contra el president Mas, la vicepresidenta Ortega y la consellera Rigau por la consulta alternativa del 9-N.

De nuevo, Álvaro se gana la columna ridícula del día, aunque seguro que no le importa porque en Cataluña goza de varios pesebres de los que comer.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

Lo más leído