García-Abadillo afirma que "donde esté la verdad, ahí habrá un periodista de El Mundo"
Las informaciones sobre el ático de Ignacio González y las ocupaciones del funcionario Villarejo en su tiempo libre tienen otra consecuencia más, que es la pelea entre periodistas.
Incluso colaboradores de El Mundo como Federico Jiménez Losantos han reprochado a El Mundo que haya sido el mensajero que transmitió un chantaje. Este 11 de marzo de 2015 el periódico contesta con un editorial pomposo titulado ‘El Mundo estará siempre al servicio de la verdad y de sus lectores’, en el que atribuye a la envidia y la hipocresía las críticas. Para reforzar su respuesta enumera algunas de sus grandes exclusivas, como el ‘caso Bárcenas’ y, además, se compara con el Washington Post que hizo dimitir al presidente Richard Nixon.
El Mundo no ha servido jamás a otro interés que al de sus lectores ni tiene otro compromiso que no sea con la verdad. Así ha sido desde su fundación hace más de 25 años y así seguirá siendo. Los periodistas de esta casa no entienden el ejercicio de esta profesión si no incluye su función social principal de fiscalización del ejercicio del poder, sea quien sea su titular, sea cual sea la consecuencia de sus informaciones.
Y si tienen que descender a lo que llaman las cloacas del Estado, suponiendo que ahí sea donde habiten las fuentes que esconden la suciedad política, lo harán una y otra vez, que nadie lo dude, con el carné de prensa en la mano, sin otra prioridad que la veracidad y la relevancia pública, sin apartarse ni un milímetro de la honradez y de la exigencia deontológica, pero también sin sucumbir a hipócritas maximalismos éticos que sólo esconden la pretensión de que el activo perro guardián se comporte como un dócil caniche.
Lo que hizo este periódico fue contar la verdad, acreditar que contrastó sus informaciones y demostrar que Ignacio González mintió. La debilidad del argumento del chantaje caía por su propio peso. Ésa es nuestra obligación. Tan diáfana emergía la sospecha de corrupción que al PP no le quedó otra salida que reconocerlo al dejarlo caer.
Hay quienes en estos días pierden el tiempo esforzándose en que la opinión pública mire al dedo y no a la luna. Olvidan cómo se escribieron las grandes historias del periodismo. De una cloaca salió Mark Felt para ser la Garganta Profunda que hizo caer a Richard Nixon por el ‘Watergate’. Que José Amedo fuese un criminal y un delincuente no le impidió tirar de la manta del terrorismo de Estado. Un caradura como Luis Roldán tampoco mentía cuando reveló los fondos reservados. Luis Bárcenas escondía 22 millones en Suiza, pero el juez le cree cuando describe la financiación ilegal.