OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Pedro Narváez: «Los de Podemos son las ‘groupies’ del chavismo que les llenó los bolsillos»

Losantos, decepcionado, carga contra Ciudadanos porque su candidato en Madrid quiere subirle los impuestos

Si no se permiten insultos racistas en los estadios, ¿por qué se permiten insultos al Rey?, se pregunta Tertsch

Ah, la fragilidad de la condición humana. Ah, la futilidad del esfuerzo individual contra la dureza colectiva. Ah, la estupidez de los demás frente a la inteligencia propia…

La verdad es que estos momentos de silencio, café y tabaco son propicios para la meditación y el bostezo. Si encima uno se topa con columnas como la este 13 de marzo de 2015 de Federico Jiménez Losantos en El Mundo, donde queda claro que él está en lo correcto y el resto de la humanidad en lo equivocado, pues te dan ganas de volverte a la cama.

Losantos entrevistó ayer a Ignacio Aguado, candidato de Ciudadanos a la Comunidad de Madrid, y todo fue de maravilla hasta que el político expuso su plan de subir el impuesto de sucesiones «a los ricos». Federico empezó a darle hasta en el carné de identidad, y las bofetadas continúan hoy en la columna, titulada ‘Ciudadanos y el Fisco’.

Me sorprendió que los que vienen, dicen, a terminar con la corrupción, no renuncien a saquear nuestro bolsillo cuantas veces les apetezca. Aguado quiere acabar con uno de los logros del Partido Popular de Aguirre y González: liquidar el impuesto de sucesiones y donaciones, enésimo atraco de los gobiernos nacionales, regionales y locales. La Comunidad de Madrid -5% menos de presión fiscal que Andalucía, 10% menos de paro- es el último refugio de los que se niegan, después de haber pagado impuestos por una cosa -deberían bastar los indirectos-, a padecer la cascada de IRPF, Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, más las infinitas cargas locales, incluida la ‘mordida a los políticos’.

Tres años ha peleado Ignacio González -no sé si en el ático o en la calle- contra Montoro, que, con la excusa de un régimen fiscal para toda España, quería acabar con el último refugio del ahorrador español. ¿Y quiere Ciudadanos rematar esa faena de saquear Madrid para evitar la quiebra de Cataluña? ¿Pero qué se han creído estos políticos que, tras freírnos vivos, aún quieren despellejarnos muertos?

En Libertaddigital.com, Emilio Campmany se une a su jefe.

(Aguado) ha apelado a que sería una medida que no afectaría al 99,9 por ciento de los madrileños. De modo que todos tranquilos, que la subida no va con nosotros, a menos que pertenezcamos a ese 0,1 por ciento que espera heredar más de 700.000 euros.

Esta forma de pensar, basada en que hay margen fiscal para esquilmar a los ricos por lo menos hasta que dejen de serlo, es común a todos nuestros políticos. Donde puede haber debate, de haberlo, es en qué se entiende por rico. No lo hay en que es lícito quedarse con su riqueza.

¿De dónde saldrá tanto socialista?

La verdad es que la conspiración, judeomasona supongo, o la torpeza ajena se lo está poniendo muy fácil a Esperanza Aguirre… Y ya que citamos a Espe, paso a Juanjo Millás (El País), que la califica de «gusano y lombriz».

La candidata por el PP al Ayuntamiento de Madrid nos recuerda a esa lombriz que escapa de la manzana podrida por un agujero que a primera vista parece un lunar. Cuando abres la manzana, descubres una gusanera con nombres y apellidos, pero de la lombriz que colocó ahí los huevecillos, ni rastro. Tras fingir que dimitía de plaga hortofrutícola, huyó a toda leche en su Toyota poniendo el ojo en el Ayuntamiento. Por el camino, para recuperarse, se detuvo en una empresa de cazatalentos y encontró uno nuevo: el de ella misma.

RUBIDO AVISA DE QUE ESTAMOS AVISADOS SOBRE PODEMOS

El rechazo de Podemos y del hermano de José Couso, eurodiputado de Izquierda Unida, a la resolución del Parlamento Europeo motiva a varios columnistas.

Bieito Rubido (ABC) avisa a los posibles votantes de Podemos de que ya están avisados del escaso amor a la libertad ajena que tienen Pablo Iglesias y su tropa.

Que nadie diga que no está avisado. Podemos ya se ha quitado la careta, sin dejar lugar a la ambigüedad ni a las interpretaciones. Ayer decidieron no condenar la represión del régimen bolivariano de Venezuela y desmarcarse con su negativa del voto mayoritario del Parlamento Europeo.

Teníamos temores al respecto, pero este jueves se convirtieron en evidencias. Con ellas, y con el préstamo del pensamiento de Martín Niemöller, les recuerdo que la defensa de la democracia y sus valores no admite tibieza alguna. De lo contrario, puede ocurrir que cuando vengan a buscarnos ya no haya nadie capaz de protestar. En nuestras manos está el mejorar la calidad de nuestro Estado de Derecho y nuestra sociedad, sin poner en peligro lo esencial de la convivencia ni retroceder en la Historia.

Pedro Narváez escribe en La Razón un billete con mucho ingenio. Dice que en estos tiempos de desagradecimientos es de admirara la lealtad de Podemos a quien les llena de billetes los bolsillos.

La hija de Hugo Chávez ha visto en Errejón a un galansote de telenovela, el yerno que hubiera querido el difunto, aunque en sus dulces maneras el pequeño de Pablo Iglesias igual no daba la talla de macho alfa, esos que llevan sombrero y montan a caballo como un cortejo erótico de fiera en la selva. Errejón es mas bien Manolito Gafotas

Los de Podemos son el amor errejónico de las volcánicas princesas del régimen que arrojan lava de deseo ideológico en el trasunto de un bolero. En el Parlamento europeo bien podrían hacer de «groupies» cuando el partido populista apoya los desmanes del régimen venezolano que le llenó los bolsillos, ese dinero que les hunde en la miseria y el asco. Podemos pide que Otegi, ese hombre, salga de la cárcel, y defiende la eutanasia política para los opositores de Caracas podridos de tanto Maduro. Les honra que no muerdan la mano que les dio de comer.

El amor errejónico es fiel y traicionero como todos y ahora intenta la cuadratura del círculo que es pedir el derecho a decidir pero colocarse contra la independencia, salvar la Semana Santa (porque hay consenso) y solicitar a la vez la expropiación de la Mezquita de Córdoba y de la Giralda. ¿Y por qué no del barrio de Las Tres Mil Viviendas que andan más necesitadas?

Jorge Bustos escribe en El Mundo una columna titulada ‘Sinceraos, Lomanas’, en la que reclama a Wyoming que piense como vive; es decir, que reparta sus pisos con los desheredados de la tierra o que deje de jugar a rojo.

Una vez le oí decir a Wyoming que haber cambiado de ideología por el hecho de llegar a ser propietario de ¡19! inmuebles en Madrid habría significado una traición a sus principios, cuando lo cierto es que los traicionó desde el momento en que participó -como tantos españolitos mudos- de las innegables ventajas de la burbuja inmobiliaria para amasar su fortuna. ¿No es más sencillo, Lomanas de la tierra, reconocer la noble aspiración a una vida burguesa y llevar sin alardes pero sin estigmas ni concesiones a la retórica igualitarista el buen dinero ganado con arreglo a la ley? ¿No es eso compatible con pagar religiosamente los impuestos para redistribuir la riqueza entre los más necesitados en una sociedad justa?

La gran revolución pendiente consistiría en pensar del modo como uno vive. Pero esa revolución ya la hizo la clase media con su sola existencia, y por eso los sociólogos repiten con acierto que las elecciones se ganan por el centro. Y si esto es así, a qué coño -no quisiera concluir la columna sin citar al PSOE- esperamos para reconocerlo.

CARLOS HERRERA CARGA CONTRA LOS JUECES ESPAÑOLES

Florencio Domínguez (La Vanguardia) pide que se aplique el sentido común para evitar escándalos como la fuga del etarra Alberto Plazaola.

Los cuerpos policiales han pedido a la Audiencia Nacional que en estos casos se les adelante la orden de detención antes de que sea pública para poder arrestar al acusado sin dar tiempo a que se organice la respuesta pública de la izquierda abertzale o a que el reclamado ponga tierra por medio. Seis agentes podrían cumplir la orden de forma discreta y sin incidentes de orden público, pero como no se les comunica a tiempo la orden judicial es necesario movilizar a decenas o cientos de policías para realizar lo mismo.

Hay problemas que no necesitan reformas legislativas, ni siquiera de un reglamento. Basta una acción diligente de quienes tienen que afrontarlos y un mínimo de flexibilidad. Simple sentido común.

Carlos Herrera no es tan moderado como Domínguez en su columna de ABC:

Cinco horas de retraso entre decisión y ejecución son suficientes, siempre que medie un soplo, para que cualquiera se volatilice. No es la primera vez que eso ocurre. Decisiones vergonzosas unidas a errores de procedimiento generan consecuencias tan sumamente lamentables e injustas.

La frustración y dolor que causa a dichas víctimas cada error o dejación -deliberada o no- de los mecanismos judiciales debería ser causa suficiente como para que las investigaciones anunciadas por el presidente del Supremo aclaren todo este bochornoso caso. No es el primero, pero debería ser el último. Plazaola está en la calle, custodiado por los suyos, gracias a la irresponsabilidad insultante de tres jueces de mano fácil, excesivamente complacientes con imputados, procesados o condenados en causas criminales. Y se encuentra huido merced a la filtración irresponsable de no se sabe aún qué eslabón de la cadena. Cuando se sepa, si llega a saberse, tampoco creo que vaya a pasar gran cosa. Entretanto, las víctimas, familiares y la gente decente contienen la rabia acumulada en muchos años de excesivas contemplaciones. 

Ignacio Camacho (ABC) añade que este asunto daña al PP.

Lo último que cabía esperar en un Gobierno del PP era la negligencia en política antiterrorista. Eso no incrementa el déficit ni sube la prima de riesgo pero destruye la cohesión de un proyecto que además de haber prometido el cumplimiento de las penas tenía entre sus principios morales básicos el respeto a la dignidad de las víctimas.

La fuga de Plazaola constituiría un episodio lamentable de descuido y poca diligencia si fuese aislado. Pero sucede después del aquelarre de la doctrina Parot, de los titubeos en la aplicación de las directivas penitenciarias europeas, de los movimientos impunes del carnicero De Juana y sobre todo del estrepitoso, flagrante, incomprensible desatino de Bolinaga. Cada error puede tener por separado su lógica y hasta su excusa pero todos juntos constituyen la secuencia de un proceso de indolencia desmañada y culposa que ha conducido a un monumental descalabro.

Santiago González (El Mundo) se asombra de que haya policías que graban conversaciones con políticos sin orden judicial, pero no los haya que controlen a los terroristas liberados irregularmente.

Si el terrorista Plazaola se encontraba en libertad sin condición ni medida cautelar, tiene razón el ministro del Interior al sostener que no podía establecerse un dispositivo de vigilancia policial porque tenía plena libertad de movimientos y habría sido ilegal limitársela o vigilarle.

O sea, que no cabe imaginar que la Policía controle a nadie, aunque se esté esperando la resolución judicial que lo lleve a prisión. O que, en otro orden de cosas, graben por propia iniciativa conversaciones de los vicepresidentes autonómicos. El ministro del Interior se pone muy enfático con estas cosas, recuerden cuando justificó la excarcelación de Bolinaga porque, si no, habría incurrido en prevaricación. Ésta es una falacia inspirada por Rubalcaba, que explicó lo de Iñaki de Juana por razones de humanidad y por razones legales, confundiendo lo que la ley nos permite hacer con aquello que nos obliga a hacer.

¿DE VERDAD HA MEJORADO ANDALUCÍA DESDE 1980?

Hermann Tertsch se une a quienes piden la suspensión de la final de la Copa del Rey si las aficiones reunidas en el estadio pitan el himno o silban al Rey. Insiste en que ya basta de transigir con el violento. ¿Por qué no admiten insultos racistas y sí se admiten burlas a los símbolos nacionales?

Durante años se ha tolerado la afrenta en muchos estadios y canchas deportivas. En España siempre se evitan los conflictos transigiendo con el agresor. En permanente ejercicio de apaciguamiento al que desprecia y viola la ley. Eso ha llevado a la permanente impunidad en la sociedad, origen de gravísimos males que hoy sufrimos con toda crudeza. De ahí la importancia nacional del magnífico ejercicio de pedagogía que podemos comenzar en esta final de Copa. Seguro que los directivos del Barcelona y Athletic entienden que queramos que retorne la buena educación a los estadios.

Si no pueden insultarse dos jugadores. ni la afición ensañarse con un jugador por cuestiones racistas, ni con un árbitro por cuestión de gustos, no es razonable tolerar insultos al jefe del Estado ni al himno de la nación. Todos deben llegar al campo informados de que los silbidos e insultos serán motivo de suspensión del partido. Por ello, no solo deben abstenerse ellos de la ofensa, sino evitar que ofendan otros, si no quieren haber hecho un viaje en balde.

José María Marco (La Razón) explica con datos que Andalucía no ha mejorado tanto desde que la gobierna la izquierda.

Por mucho que Andalucía haya progresado como el resto, la sociedad andaluza no ha sido capaz de aprovechar las múltiples oportunidades que ha tenido. Es la comunidad autónoma número 17 -la última- en cuanto a PIB per cápita, que equivale al 77% del PIB per cápita nacional (en 1980 era del 74 %). El paro es del 34,2 % frente al 23,7 % en el resto de España. Así casi todo.

Las causas de este atraso monumental no están relacionadas con ningún rasgo esencial ni de carácter. Se debe a una forma de concebir y practicar la política que los andaluces tienen la oportunidad de cambiar en poco más de una semana. En esto, dependen sólo de ellos mismos.

Victoria Prego (El Mundo) llama a los ciudadanos a no abdicar de su derecho al voto.

Es exactamente la corrupción, practicada a lo ancho y a lo largo, a lo alto y a lo bajo, en todos y cada uno de los recovecos del ejercicio público, la que amenaza ahora con dañar muy seriamente la estabilidad del sistema democrático en el que hemos vivido los últimos 40 años. Pero seremos víctimas de nosotros mismos si no somos capaces de sobreponernos al hartazgo y a la tentación de desdén ante las urnas que nos ha provocado la vista de tantísimo truhán como ha pasado en estos años por las páginas de los periódicos. Ese es nuestro drama, que debemos todavía aguantar y seguir ayudando a sostener el apuntalamiento de la democracia española y su gobernabilidad. Hasta que por fin escampe.

Sabemos que la primavera ha llegado a Madrid porque se abre la plaza de toros y porque en El País Manuel Vicent escribe su anual columna antitaurina. Ignacio Ruiz Quintano se anticipa al abuelo progre y saca en ABC una columna de amor a los toros.

Aquí, a Dios llegamos antes por los toros primigenios (los de arriba) que por los curas posconciliares.

Moralmente indefendibles, pero estéticamente insuperables -le parecen los toros a Sassone, y es su forma de decirnos que a Dios sólo se llega por la estética.

La belleza es catarsis, pero la socialdemocracia no cree en nada, tampoco en la belleza: toda su emoción estética consiste en tenernos ante el televisor para ver a quién se le cae más el pelo, si a Casillas o a Pablo Iglesias.

Porque lo contracultural de los toros de verdad no son los toros, sino la verdad.

REDONDO REPROCHA A ZAPATERO SU REUNIÓN CON RAÚL CASTRO

En una tribuna en El Mundo, Nicolás Redondo reprocha a Zapatero que se reuniese con el dictador Raúl Castro sin hacer ninguna mención a la libertad del pueblo cubano.

Hace unas semanas, el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo una inconveniente reunión con Raúl Castro. Pero la inconveniencia no residía en el ataque de nervios que pudo provocar en nuestro sanguíneo ministro de Exteriores, ni siquiera en los asuntos tratados que han trascendido a la luz pública. El error del ex presidente fue lo que parece que no trató con el hermano de Fidel: la necesidad de avanzar lo más rápidamente posible hacia una transición democrática en Cuba que haga el tránsito más rápido y menos esforzado para los cubanos. No puede entenderse ninguna relación con el mandamás cubano, y menos en personas sin relevancia pública que pueden elegir sus compañías, si en el orden del día de esa reunión no se recoge la necesidad de cambios políticos en la isla. Lo que no sea de esta forma, no sirve a los intereses privados y fortalece la legitimación de quienes quieren mantener el ‘status quo’.

El histerismo del PP con Ciudadanos hace que tenga que darle la razón al separatista Francesc-Marc Álvaro (La Vanguardia), y cómo me molesta aplaudir, aunque sea con desgana, a este biógrafo de Artur Mas y pluritertuliano.

Un catalán (sea o no catalanista) no puede aspirar todavía hoy a ser jefe de Gobierno de España, lo acaba de decir públicamente el delegado del Ejecutivo Rajoy en Andalucía. Supongo que si hubiera dicho: gitano, judío, musulmán, mujer o gallego, el fiscal general del Estado habría actuado de oficio. Pero todo el mundo ve normal que la condición de catalán esté bajo sospecha. Ser catalán es una manera defectuosa de ser español, aunque -como es el caso de Rivera- repitas mil veces que Cataluña es España.

Para quitarme el mal aroma que me deja Álvaro, cito a Ignacio Martínez-Pisón, en la misma página del periódico del conde de Godó.

Una de las razones de la actual pérdida de respaldo del soberanismo tiene que ver con las buenas dosis de arbitrismo que acompañaron su vertiginoso ascenso. La independencia se presentó como el remedio milagroso y fulminante contra la crisis: con todos esos miles de millones extra de los que dispondríamos subirían las pensiones y las prestaciones sociales, los funcionarios verían otra vez crecer sus sueldos y aún quedaría dinero para todo aquello que cada cual quisiera imaginar (y anotar en el cartel amarillo del balcón). Las últimas encuestas indican que la independencia ya no es vista como ese yacimiento de oro o de petróleo que debía sacarnos de la crisis.

La columna ridícula del día la escribe María José Navarro en La Razón. Aparte de por el estilo (la chica me parece la Torrente del columnismo), se lo doy porque es indescifrable.

Se cumple ahora un mes de mi estreno en un quirófano. No se me preocupen: es más indigno que grave. Es muy indigno, para qué nos vamos a engañar. El caso es que tengo un cirujano para comértelo con patatas y además es del Atleti, así que estaba claro que aquello iba a salir bien sí o sí y que la relación sería fluida, fraternal y profundamente colchonera. Con mi cirujano he establecido ya tal grado de complicidad que soy capaz de contestar a las preguntas más íntimas mirándole a los ojitos y hacer todo tipo de ejercicios que me pida sin importarme sin es necesario el cúbito prono o el supino. Una campeona. Pero, ay, amigas, un buen día aparecí en la consulta y el paisaje había cambiado. Junto a mi adorado doctor se encontraba un joven efebo chileno de nombre Ignacio, guapo hasta rabiar, y pelilargo.

Querido Paco Marhuenda: ¿pero qué tiene María José Navarro para que le dejes uma columna en tu periódico?, ¿es sobrina de algún obispo?

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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