Habla de Juego de Tronos y ya se sabe que "excusatio non petita"...

‘El Mundo’ da una página entera a Pablo Iglesias para que trate de explicar su curioso experimento

Su feliz idea le valió no pocas portadas y titulares, sin embargo, a juzgar por su homilía dominical en forma epistolar no parece que le saliera redonda la jugada

Si lo que quería era la foto, vaya si la tuvo. Todos los medios se hicieron eco de ello: Pablo Iglesias saltándose el protocolo para saludar delante de todas las cámaras al Rey Felipe VI y entre risas y guiños regalarle el pack de Juego de Tronos, esa serie que idolatra y de la que no para de hablar.

El boom mediático lo tuvo y con él la repercusión y el aumento de notoriedad de su nombre y su partido en época electoral. Sin embargo, su imagen se vio lago resentida porque más que «ironizar» y «reírse», como insinuó después Íñigo Errejón, parecía que se plegaba servicial ante esa Corona que hasta hace bien poco criticaba («Iglesias y su partido están en ese momento crítico en que hacerse mayor implica aceptar renuncias»).

Por no hablar del aluvión de críticas que le han llovido por lo «infantil», «pueril» y mil adjetivos más que le han caído estos días de empeñarse en vender la serie norteamericana como el summun de la política actual («Pablo Iglesias dedica parte de su bien pagado tiempo a preparar performances, gags y payasadas»).

Así las cosa, este domingo Pablo Iglesias parecía demostrar que estas críticas le han dolido al publicar en el diario El Mundo una carta en la que justifica su sonado gesto y justifica su obsesión por la serie (¿Pierde fuelle Pablo Iglesias y se desinfla Podemos? Es la tendencia que comienzan a marcar los sondeos).

Según él, es una forma de relajarse tras una dura jornada de trabajo:

«A quienes nos gusta la política, las series nos están alegrando mucho el final de las largas jornadas de trabajo de estos meses. Si el cine fue por mucho tiempo el género artístico que más influía en la configuración de los imaginarios políticos, la televisión le disputa ahora esa partida con estas historias por capítulos que nos muestran el funcionamiento del poder, las intrigas de las cortes y los parlamentos, o la red compleja de las relaciones en las ciudades. Quizá si Maquiavelo viviera hoy también habría optado por escribir guiones».

En este punto, cabe señalar que no pocos analistas políticos se han burlado de Iglesias precisamente aludiendo a que antes se recurría a Maquiavelo y ahora el líder de Podemos tira de serie americana.

Iglesias continúa alegando:

«Cuando supe que me encontraría en Bruselas con Felipe VI pensé en regalarle una serie. Me permití saltarme el protocolo y le entregué las primeras temporadas de Juego de Tronos, una de mis preferidas. Estoy seguro de que también a él le apasionará seguir la trama de este relato que no es otro que el de la confrontación entre las distintas formas posibles de situarse respecto al poder».

Y se explica:

«En Poniente, como en nuestro país, hay un viejo mundo que se desmorona. Los intereses cruzados de las distintas familias han sumido a los reinos en la miseria, la violencia y la tristeza. En ese panorama, nuevos líderes, nuevos ejércitos, aparecen desde más allá de las fronteras de lo establecido para plantear su jaque con opciones nuevas, con nuevos modos de relacionarse con un pueblo cansado de tantas guerras ajenas. Temporada tras temporada seguimos este juego de tronos y no podemos evitar pensar que no es tan distinto a lo que vemos en los informativos. Los políticos del viejo orden se atrincheran en sus despachos como el rey Joffrey en su Trono de Hierro, juegan como Meñique con mentiras y triquiñuelas bajo la idea de que «el conocimiento es el poder». Mientras, la khaleesi Daenerys avanza desde fuera del mapa con el convencimiento de que la fuerza es la de la gente, la de los esclavos que no luchan por su reina sino por su propia libertad».

Por lo demás, concluye asegurando:

«Opté por Juego de Tronos para este regalo, pero también podrían haber sido algunas otras series. Se vienen a la mente, claro, House of Cards o la ya clásica El ala Oeste de la Casa Blanca. Pero la política está en todas partes, no hace falta buscar series pobladas de congresistas. En clase empleaba The Wire para hacer pensar sobre las corruptelas que se cruzan entre los distintos grupos de poder (de los policías a los políticos o a los criminales de guante blanco); y sobre la cara be de esos manejos: los guetos, los excluidos. Una buena opción para un maratón de cine en este fin de semana también podría ser El Padrino (casi una miniserie con sus 9 horas de metraje total): con una dedicatoria especial a esa mafia que también estamos viendo funcionar en nuestro país».

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